Las señales de tránsito de un carro arrastrado por una corriente de agua, ubicadas en las esquinas por donde pasa un 'arroyo peligroso', son los tatuajes de una ciudad que ve sus calles convertidas en ríos cada vez que llueve.
Barranquilla es la única ciudad colombiana en la que existen estas advertencias viales debido al impacto de sus arroyos, que registran un saldo de 90 víctimas fatales desde 1933.
Las cifras forman parte de un trabajo que ha realizado el grupo de investigación ‘Arroyos de Barranquilla’, del colegio Marco Fidel Suárez.
El docente Diego Ferias, uno de los líderes del proyecto, señala que en la ciudad hay entre 23 y 25 arroyos peligrosos, a los que algunos ciudadanos se exponen con actos imprudentes y temerarios que, como ya ha sucedido, les termina costando la vida.
De acuerdo con recortes de prensa que el grupo de estudiantes ha compilado, el arroyo de Rebolo fue de los primeros en causar estragos y tragedias en las entonces calles polvorientas de la Arenosa. Según esta recopilación de noticias que datan de 1904, solo hasta 1961 la Alcaldía adjudicó trabajos de diseño y planeación por $35.000 para canalizar el temido afluente.
Un año después, luego de que el entonces alcalde Ricardo González dijera que no había presupuesto para ejecutar las obras y que el cobro sería recargado a un impuesto de 'alcantarillado pluvial', fue inaugurada la primera etapa de la canalización del arroyo.
Para Sergio Blanco, residente de Rebolo, 'esa corriente todavía es un peligro'.
Gonzalo Baute González, gerente del Foro Hídrico, dice que desde hace más de 20 años, unos 78 de 120 kilómetros de arroyo han sido intervenidos y que, de esos, 37 fueron gestionados por la entidad que gerencia.
Destaca que los trabajos realizados por el Distrito, en aras de intervenir las zonas por las que estos pasan, han disminuido los riesgos de las inundaciones.
'Hoy por hoy las emergencias han venido disminuyendo porque se organizaron los drenajes, fue mejorada la sección hidráulica y la ciudad se ha hecho más competitiva en materia de estética', señala Baute González.
En los últimos cinco años, Foro Hídrico reporta la inversión de 271 mil millones de pesos en obras de canalización, diseño y construcción de canales pluviales, y en soluciones al desbordamiento de arroyos.
Una intervención que, según el profesor Ferias, 'no es la solución definitiva, pues lo que se necesita es algo integral'.
ERRORES ‘CAUDALOSOS’. Humberto Ávila, docente e investigador de la Universidad del Norte y director del Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales (IDEHA), apunta que la 'falla' inicial estuvo en la no construcción de un alcantarillado pluvial, por el que fluyeran las aguas de escorrentías, sin que encontraran la vía como canal de evacuación hacia el río.
'La impermeabilización de la ciudad ha influido en que haya más arroyos. Antes las casas tenían patios y árboles que ahora son remplazados por edificios, por lo que no hay tierra que absorba lo que llueve', explica Ávila.
Considera que Barranquilla no solo debe pensar en canalizaciones, sino también en el manejo de sistemas de drenaje sostenibles para las aguas de lluvia. Plantea que en edificios y casas debe ser regulada la salida del agua de lluvia a las calles, para que sea canalizada a tanques de almacenamiento. El objetivo sería evitar que aumente el caudal de los arroyos que corren por las vías públicas.
Explica Ávila que el uso del agua de lluvias durante precipitaciones de baja intensidad permitiría reducir en un 34% estos caudales.
Alerta que hay que tener en cuenta que la expansión urbanística local puede conllevar a la aparición de nuevos y caudalosas corrientes.
A esta propuesta se suma el profesor Diego Feria, quien revela que les enseña a sus alumnos sobre la importancia de retener el agua para reducir el tiempo en el que esta salga a la calle. Gonzalo Baute, por su parte, identifica otra falencia que define como clave en la formación de esos ríos en medio de la urbe.
Afirma que los arroyos son producto de intervenciones en infraestructura que le dieron un doble fin a las calles: ser vías y canales de aguas, lo que no corresponde al deber ser de este tipo de obras. Describe que así fue concebida la obra por los ingenieros de la época y que casos como el de las calles 84 y 79 corresponden a este tipo de intervenciones.
CANALIZACIONES COMO SOLUCIONES. Nury Logreira, secretaria de Infraestructura del Distrito, precisa que actualmente las obras urbanísticas están incluyendo alcantarillado pluvial. Entre esas destaca la intervención en la carrera 51B, en la carrera 54, en la calle 84 y 79. 'El tema de la solución de arroyos es un plan a largo plazo. La gente tiene que aprender a no drenar todo hacia las calles', enfatiza la funcionara.
En los tres últimos trabajos mencionados las inversiones, que también incluyen ampliación de la vía, llegan a los $78 mil millones.
Entre otras ejecuciones se encuentran las que Foro Hídrico ha adjudicado desde su creación en 2005 hasta la fecha. Se trata de 39 contratos que han involucrado trabajos de intervención a estas corrientes y que superan los $328 mil millones. Hacen parte de estas obras la canalización de 2.240 metros lineales del arroyo Salao II, ejecutada en 2005; la de 17.000 metros lineales del Arroyo León, en 2010, y la de 1.200 metros lineales del arroyo Villa del Rosario que se construye este año.
El docente Humberto Ávila dice que el Distrito y la Nación deben 'moverse' para buscar soluciones alternativas, 'para que la historia no nos sentencie por no haber hecho lo necesario'.