Mientras el sol brilló la Batalla de Flores 2015 bailó champeta. La tradición llegó con la noche. Y la noche se ‘espelucó’ temprano.
A las 12:45 de la tarde, la sirena de la máquina de bomberos anunció la salida oficial. La zona de concentración de comparsas, a partir de la calle 82, resplandecía en tonos de fantasía. La banda sonora oficial y espontánea sonó a ritmo de La espelucá de Twister, Apretaíto al pick up de Mr. Black y Mi nueva vecina de Kevin Flórez, entre otras canciones de música urbana.
El presidente Juan Manuel Santos apareció en el palco de las autoridades a la 1:18 p. m.,por eso la máquina de bomberos tuvo que esperarlo por más de media hora. En ese momento empezó a correr el río colorido que este año fue celebrado en honor a los 20 años de la figura del Rey Momo en el Carnaval de Barranquilla.
‘Encabezando’
La Danza de los Cabezones, dirigida por Ricardo Rodríguez, fue uno de los grupos tradicionales que abrió el desfile ayer por la Vía 40.
Antes de la avalancha de lentejuelas y plumas brillantes que adornaron el comienzo de la Batalla, aparecieron, como colados, los cabezones. Un grupo con más de 82 años de tradición.
Hace 33 almanaques que Ricardo Rodríguez dirige la Danza de los Cabezones del barrio El Pueblo, unas caricaturas ambulantes que juegan a ser otros, como la esencia misma de la fiesta. Llegó a sus manos porque un hermano de su abuelo le entregó la bandera antes de morir. Desde allí su vida cambió.
Son conocidos como 'los cabezones de Almendra Tropical', en honor a la empresa que los apadrinó por mucho tiempo. Según Rodríguez, son versiones en arcilla y papel de personajes famosos del país, desde artistas y líderes políticos hasta deportistas y cantantes de la época. Un Pibe Valderrama que baila junto al presidente Santos y bebe ron con el expresidente Pastrana, por ejemplo.
Carrozas
La modelo Grace Arzuza, la Chica Miércoles, Briget Leudo, y la actriz Katherine Escobar en la carroza de EL HERALDO.
17 carrozas participaron este año del desfile más antiguo del Carnaval. En medio de estas, 138 disfraces colectivos, 160 disfraces individuales y 84 grupos folclóricos estaban programados para desfilar entre los carros alegóricos.
A primera vista es muy difícil distinguir cuál es cuál entre los cabezones, no son más que hombrecillos que danzan. 'Un hombre a una nariz pegado, una nariz superlativa…un peje espada mal barbado', para compararlos, si se puede, con un poema del poeta Francisco Quevedo. Diminutos cuerpos que luchan por no caer, por no perder la cabeza.
Las tres mejores carrozas serán escogidas por un equipo evaluador integrado por arquitectos, diseñadores y artistas plásticos. Ellos son Alex García, Max Ojeda, Gustavo López, Katia González y María Isabel Mejía.
La fabricación de cada uno de los cabezones toma 12 días, base en arcilla y moldeado en papel crepé. Aunque el grupo esta conformado por 100 personas, este año participaron 80 en la Batalla de Flores porque 20 fueron designados para desfilar por la calle 17.
La fuerza del desfile arrastró a Ricardo y sus diminutos hombrecillos de sombreros tiesos. Después los colores de la bandera de Barranquilla fueron derramados sobre la Vía 40 con los 800 integrantes de la comparsa de las casas distritales de cultura. Marimondas abanderadas, monocucos y cumbiamberos verdes, amarillos y rojos dejaron un rastro de cayenas sobre la vía.
En medio de la tarde apareció la reina del Carnaval. Su majestad Cristina Felfle, la ‘Diosa de la Fantasía’, en medio de pétalos en tonos dorados, una carroza construida por Ricardo Vieira, como símbolo de la majestuosidad de la fiesta.
La señorita Colombia, Ariadna Gutiérrez, siempre se mantuvo sonriente en el desfile.
Unos metros atrás el rey Momo Carlos Cervantes, el Mohicano Dorado, le robó al cielo el último pedazo de sol. Resplandeció en lo alto de su carroza e iluminó el camino de sus antecesores, años de historia y baile en un solo tráiler.
Los disfraces como siempre le pusieron el tono jocoso al desfile. Entre estos un ‘Nicolás Maduro’ que, de la mano de su amiga ‘Piedad Córdoba’, osó pedirle al pueblo que disfrutara 'los carnavales y las carnavalas', como si se tratara de 'liceos y liceas'.
Veinte minutos antes de las 4 de la tarde La Revoltosa puso a sonar por primera vez la cumbia. Y después la tradición empezó a crecer, las Marimondas del Barrio Abajo morisquetearon y la cumbia El Cañonazo fue el preámbulo para La Arenosa, otra de las clásicas. Llegaron también los fandangos, el mapalé, el chandé y otros ritmos populares de la fiesta.
En los espacios, entre carroza y carroza, la gente se apoderó de la calle, y como en otras épocas el público se mezcló con los danzantes. La tarde cayó oscura sobre algunos grupos que aún empezaban el recorrido. Y la ‘champeta urbana’ siguió retumbando en los equipos de sonido, como en otros años ha pasado con diferentes ritmos musicales.
A continuación una mirada aérea de la Batalla de Flores