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En Barranquilla aún es normal ver transitar por las calles los populares carromulas que generan, entre otros, problemas de movilidad. Esto, a pesar de que el 26 de noviembre de 2013 iniciaron las sustituciones de vehículos de tracción animal en cumplimiento de la Ley 769 de agosto 6 de 2002, así como del Decreto Nacional 178 de 2012, los cuales refieren y obligan a aplicarlas en municipios de categoría especial y primera categoría.

De acuerdo con el censo realizado en septiembre de 2012, en Barranquilla circulan 919 vehículos de tracción animal: el 92% de los conductores son hombres y un 8%, mujeres. Las edades van de los 26 a los 59 años. El proyecto tiene un costo total de 5 mil millones de pesos.

Alfredo Carbonell, gerente de Proyectos Especiales de la Alcaldía, indicó que el proceso de restitución 'va avanzando': en 2014 se lograron 125 y la meta para este año son 300 carromuleros que ya cumplieron su ruta de emprendimiento.

Agregó que los 125 animales se han entregado en adopción y que este año la empresa Triple A se vinculó al programa para financiar 25 sustituciones y la Alcaldía, con recursos propios, también va a financiar 25 más.

'Dependemos del Departamento para la Prosperidad Social- DPS- pero ahora se tiene que esperar los recortes anunciados por el Gobierno Nacional y no se sabe aún si van afectar el programa. Tatiana Orozco, la directora del DPS nos pidió dos semanas para averiguar al fin de cuentas si el programa sufriría recortes o no', explicó Carbonell.

El funcionario también señaló que a través de operativos, coordinados con la Secretaría de Movilidad, han decomisado 25 carretas e igual número de animales que ya fueron adoptados. Que a medida que avanzan las sustituciones lo hacen las restricciones y decomisos en las calles.

Aunque para algunos el programa podría convertirse en una oportunidad única para cambiar de vida, hay quienes piensan que el proceso es demasiado lento y poco eficaz, ese es el caso de la directora de la Sociedad Protectora de Animales y Medio Ambiente de Barranquilla, que se pregunta qué va a pasar con el proyecto concluida esta administración. 'El proceso va demasiado lento y los avances han sido muy pocos. La pregunta es si el programa lo va continuar la administración que viene. Esto lo están haciendo a cuentagotas y no es masificado', aseguró.

Javier Zambrano, lidera la cooperativa La Herradura, que tiene 150 afiliados y es uno de los que ven con recelo este programa y las condiciones ofrecidas por la Alcaldía. Piensa que los 5 millones que ofrece el programa en materiales para estructurar un negocio no son suficientes. 'Esas condiciones no me convencen y por eso les he dicho que no. Es muy poco para tantos años (37) entregados a este oficio', dijo.

EL HERALDO visitó a tres carromuleros que cumplieron con cada una de las fases del programa y hoy desde sus negocios (una ferretería, una tienda y un café Internet con miscelánea) cuentan por qué para ellos bajarse del lomo de su equino para convertirse en microempresarios les ha dado buenos resultados.   

Del lomo de un burro a dueño de ferretería

Jhon Jairo Jimeno tiene 30 años, la mitad de ellos los pasó a lomo de burro trasegando entre las calles del barrio 7 de Abril. Su burro Brayan Galindo, un ‘rocinante fiel’ del que se despidió con nostalgia y algo de tristeza el pasado 5 de marzo de 2014, lo acompañó durante esos tres lustros en los que se 'partía el alma', como él mismo lo dice, haciendo viajes, transportando escombros y, en ocasiones, vendiendo frutas con los que se podía rebuscar entre 10 mil y 40 mil pesos dependiendo de la demanda de servicios. Hoy dice estar orgulloso por lo que él llama el salto a una mejor vida. 'Mis ingresos han mejorado y soy propietario de mi propio negocio. Soy un microempresario con ganas de seguir echando pa' lante', afirmó Jimeno, mientras atendía a su clientela, en su ferretería Las Tres J. Asegura que su negocio le arroja ganancias de entre 60 mil a 70 mil pesos diarios. Sobre Brayan Galindo dice que lo extraña porque fue su fiel compañero de batallas durante todos esos años. 'Sé que está bien y que lo tienen en una finca. Esto no solo mejoró mi vida sino también la de el animalito que ya no tiene que trabajar tan duro', señala. Jhon Jairo sostiene que el secreto para que su negocio sea próspero es la organización y la disciplina. Piensa en grande y desde ya se prepara para agrandar la ferretería. 'He puesto piso, baño porque antes tenía letrina, puse pared en el patio para poder guardar materiales y estoy ahorrando para montar otro local al lado'. Recuerda las extenuantes jornadas al lado de Brayan Galindo expuestos a las inclemencias de este clima tropical, a un accidente en la vía y otras tantas penurias que les ofrecía el día a día en las calles. 'Ahora tengo las puertas abiertas en los bancos para que me presten más plata y a mi niña ni a mí nos falta nada', asegura el ahora excarromulero.  

El chatarrero que se convirtió en tendero

'Le compramos la lavadora vieja, el hierro, esa nevera vieja, la chatarra, el lavaplatos, el televisor daña'o... el sanitario', era el pregón que cantó José Adriano Tarra Buendía los últimos 7 años. Desde bien temprano este carromulero salía a las calles junto a su burro Juancho 'en busca de un pan luchado' para él , su mujer y sus 6 hijos. Tarra se separó de Juancho en agosto de 2014 y recuerda que el día en que tuvo que entregarlo se le escaparon incluso algunas lágrimas. 'Eso era duro. Muchas veces uno salía y no conseguía nada. Hasta el plante terminaba comiéndoselo. El mayor dolor de cabeza era cuando llegaban las dos de la tarde y no caía nada , ‘compa’ con 7 bocas que alimentar, eso es bravo' , dice hoy Tarra Buendía detrás del mostrador de su tienda la Nueva Reforma JR, que abrió al lado de su vivienda en el barrio Sourdis . Dice que para él no solo quedaron atrás duros días de agobios sino también terminaron las humillaciones y el estigma que trae consigo el oficio. 'Lo más importante es que con la tienda ya tenemos asegurado la papa para la casa, antes era una lotería, a veces se ganaba y a veces no. También uno recibía muchos malos tratos y humillaciones como carromulero y eso cambió, la gente ahora me trata con mucho más respeto', contó. De acuerdo con Tarra hoy ha logrado una mejor calidad de vida para los suyos y un mejor futuro. Recodó que toda su vida ha sido de esfuerzos trabajo y privaciones. 'Yo no pude terminar nunca los estudios por falta de plata, mi mamá vendía fritos y desde pequeño a mí me ha tocado ‘camellarla’ duro, por eso hoy siento que este negocio es una gran bendición' dijo. Sobre Juancho recuerda que era como un miembro más de su familia , pero que no lo ha vuelto a ver. 'Sé que está bien y ya no tiene que cargar nada y se supone que debe estar mejor' . 

Cajas y tanques vacíos por un café internet

'Estamos saliendo adelante ya no tengo que salir a buscar la plata a la calle todos los días y la gente me trata ahora con más respeto ya no soy más un carromulero asoleado y sucio', aseguró Rafael Vásquez, quien estuvo durante 28 años cabalgando por las calles de los barrios populares en el sur de la ciudad. Su negocio era recoger entre las tiendas las cajas de tomates vacías y las pimpinas de aceite que compraba a $1.000 y luego vendía a $2.000. Los últimos 7 años lo acompañó en su faena diaria un caballo pinto al que llamó Veintisiete Pecas, con el que conseguía el sostén de su familia y su supervivencia diaria. Vásquez fue uno de los primeros carromuleros acogidos al proceso de sustitución de Vehículos de Tracción Animal –VTA- liderado por la Secretaría de Proyectos Especiales, apoyado por la Alta Consejería para la Inversión Social y por las secretarías de Gestión Social y Movilidad. En noviembre de 2013, se despidió de Veintisiete Pecas, el último de sus compañeros de jornada. Hoy en su casa en el barrio Rebolo administra, junto a su esposa, un café internet y miscelánea llamado Los Primos Vásquez. Con el que asegura que se siente feliz. 'A todos nos cambió la vida, él ya no se asolea tanto, eso era lo que lo tenía enfermo, no anda expuesto a que se lo lleve un carro o un bus en la calle o un arroyo y todos estamos mucho más tranquilos con este negocio', dijo Luz Miriam Varón, su esposa. Dijo, además, que ahora incluso le alcanza el tiempo para rebuscarse con unas ‘marañitas’ como albañil y Luz Miriam recibió un préstamo de parte del Centro de Oportunidades con lo que montó un pequeño taller de modistería. 'Lo que hay que ser es organizado y saber administrar bien el negocio. El caballo no lo he visto pero sé que ahora está mucho mejor'. De acuerdo con Vásquez la clave está en seguir capacitándose y aprovechar cada curso que facilita el Centro de Oportunidades.