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El soldado profesional Plácido Lobo Rodríguez nunca olvidará el 28 de abril de 2014. Durante una labor de apoyo en el sur de Bolívar, su compañero y mejor amigo fue dado de baja por miembros de la guerrilla.

'Murió en su ley, murió en servicio', dice. El soldado es un barranquillero de 23 años, alto y enérgico, que se expresa rápido y con fluidez. Sin embargo, cuando habla de la tragedia le hace honor a su nombre.

Casi un año ha pasado desde que Maki, un labrador retriever de 20 meses, murió tras recibir un disparo de fusil. Estaban con la unidad Exde (Equipo de explosivos y demolición) haciendo un reconocimiento en un sector llamado la Guarapera, entre los municipios de Santa Rosa y Morales, cuando fueron atacados.

'Eran aproximadamente las 10 de la mañana', recuerda Lobo sentado en una silla en el Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino (Cerca) del Batallón de Ingenieros Vergara y Velasco, en Malambo. 'Yo llamo a Maki para tenerlo seguro junto a mí, pero andaba aturdido y al principio no respondía', señala.

Plácido dice que aún escucha el chillido del perro que llegó caminando a él, ensangrentado. Durante nueve horas el soldado intentó salvar a 'su compañero', pero al final falleció por la gravedad de las heridas.

Maki fue uno de los 65 perros, que integran las unidades caninas, dados de baja en combate durante el 2014 en Colombia.

'Juntos habíamos empezado el entrenamiento de cero. Estábamos acostumbrados el uno al otro', explica el soldado profesional, quien agrega que 'un perro es como un hijo para uno. Cuando algo le pasa, uno también sufre'.

Actualmente en el país, según datos del Ejército, hay 3.300 unidades caninas entrenadas, de las cuales 200 están destinadas a narcóticos y 3.100 a explosivos.

Entrenamiento

Tara, Laika, Wally, Scooby y Fridy están alineados sobre sus cuartos traseros, cada uno al lado de su instructor sobre el césped del campo de entrenamiento. Ellos hacen parte de las 18 unidades que son reentrenadas en Malambo, municipio del Atlántico.

En el país hay 18 centros de entrenamiento y una unidad de reproducción canina ubicada en Chiquinquirá, municipio de Boyacá. El 30% de los ejemplares que se emplean en las labores de búsqueda de minas antipersonal actualmente proviene de ese centro. El restante es comprado a criaderos especializados.

La mañana tiene un sol intenso

Con las lenguas afuera, en cada uno de los perros se nota la ansiedad por comenzar una de las partes que más disfruta del día. El sargento segundo del Ejército, Javier Hernández Alarcón, es quien lidera la práctica.

'A los 8 meses empieza el entrenamiento de los cachorros', explica Hernández, un bogotano de 1,70 de estatura.

Los perros deben completar cuatro fases de 'repotenciación del instinto y acondicionamiento', durante 16 semanas. El proceso debe hacerse siempre de la mano de su instructor, con quien conformará el llamado binomio canino.

Juntos integrarán un escuadrón Exde con otros cuatro soldados especialistas en explosivos y demolición. Ese equipo va delante de una escuadra o patrulla limpiando el camino de minas antipersonal.

'La primera etapa es cobranza básica y asociación de olores', manifiesta el sargento mientras toma una toalla enrollada y amarrada de una mesa de prácticas, bajo la atenta mirada de los canes.

Cobranza es la capacidad que tiene un perro de llevar a su amo el objeto que este le ha lanzado con anterioridad. Asociación de olores es que el perro pueda identificar, en el lugar de operaciones, sustancias explosivas como pólvora, pentolita y C4, entre otros. 

'Esta etapa dura un mes. El objetivo es que el perro establezca los comandos básicos con la postura corporal del entrenador -explica Hernández mientras mueve el ‘juguete’ y los canes parecen estar viendo un partido de tenis-. Lo que se quiere es que vaya al frente, a la izquierda o a la derecha a través de unos lanzamientos'.

Para que los perros estén motivados se utilizan juguetes reforzadores como freesbe, pelotas y toallas. La escogida para la demostración es Laika, una pastor belga malinois de 2 años y medio. Su instructor, un militar alto y recio, empieza a ‘provocarla’ con la toalla. Cuando el animal está en el máximo de la ansiedad y la excitación, envía el ‘juguete’ unos 30 metros.

A toda velocidad, Laika corre hacia el objeto, lo aprisiona y regresa con la misma rapidez hasta su pareja y deja la toalla con suavidad a sus pies acomodándose a continuación en sus cuartos traseros, esperando.

La segunda etapa se llama 'punto a punto y cuarteo', manifiesta Hernández. En ella el objetivo es enseñarle al animal que se dirija de un punto A a un punto B, en un área de 40 o 50 metros. En esta ocasión es Scooby, un golden retriever, quien tiene la oportunidad de ir en zigzag, revisando dos hileras de cinco cajas de madera separadas a unos 10 metros cada línea y a tres metros entre sí.

La tercera fase se denomina registro sistematizado y manejo de trailla. 'Es muy usado en vigilancia, sobre todo de aeropuertos', apunta el sargento.

Por último, los perros son entrenados para adaptarse a diferentes entornos que simulan las condiciones de las áreas de operaciones a donde deben cumplir sus funciones.

Aclaró el sargento, que son 4 tipos de perros los utilizados para estas labores: los pastores alemán y belga malinois, y los retriever labrador y golden.

Lo que diferencia a ambas razas es que los pastores son mejores en búsqueda en campo abierto, además tienen mayor resistencia ya que pueden trabajar hasta una hora y media, mientras los retriever descansan 1 hora por cada 25 minutos de labor pero tienen mejor olfato. La semejanza es que ambas especies son dóciles y muy fáciles de entrenar.

Rechazo a esta labor

La posición de la Sociedad Protectora de Animales es de rechazo tajante ante el uso de los animales en las guerras, conflictos armados o servicios de seguridad privada.

Considera Luz Stella Ordoñez, presidenta de la seccional Barranquilla, que a los perros les 'son violentados sus derechos al exponerlos a grandes peligros, en desventaja total'.

En cuanto a la labor que realizan las unidades caninas, juzga 'inhumano e ilegal' enviar un perro a 'atravesar un campo minado para trazar una ruta segura'.

Por eso estima que el uso de los canes en áreas que coloquen 'en peligro inminente la vida de los mismos debe abolirse'.

Una segunda oportunidad

Antes de poder hacer el duelo, el soldado Lobo tuvo que hacerse cargo de Bronx, un labrador retriever macho, de 4 años.

'Es duro porque el perro ya fue entrenado por otro y está muy avanzado. Ahora debemos acostumbrarnos el uno al otro', señala Plácido.

Espera que con esta nueva oportunidad pueda llevar a Bronx a ser uno de los 850 agentes caninos que se jubilan anualmente.