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Un grafiti en la calle Murillo con carrera 33 fue producto de siete latas de aerosol, un galón de vinilo y tres muertes. Rafael Matos asegura que conmemorar a un rapero difunto en una pared pública es más coherente que en una lapida. Con cada brazada veloz retoca el rostro de concreto de Andrés Felipe Santana, mientras el suyo se hincha de emoción.

'El ‘Felo’ fue quien me introdujo en el mundo del grafiti. Su rap era bueno, me inspiró a pintar y descubrí que era lo mío', afirma el grafitero como si se tratara de un prodigio. Los curiosos que caminan junto a la pálida ilustración son advertidos por el colorido zumbido.

Matos pinta desde hace ocho años. Deja claro que él ni ninguno de los 90 grafiteros activos, que asegura hay en Barranquilla, solicitan permiso alguno a la Secretaria de Espacio Público o a una entidad distrital para hacerse con un muro.

'Suelo pintar en paredes abandonadas. Si hay un dueño, se trata de hablar con él para su aprobación. Si no, se consulta a la gente del barrio. Aquí nadie regula esto', dice el joven ilustrador, de 25 años. Con una camiseta blanca ancha, un yin holgado y unos tenis blancos, Matos dice que el hip hop no es solo un género musical, sino una cultura. Por eso afirma que cuando no está sobre una pared, dibuja en el papel, pinta en el lienzo o compone canciones en cualquier calle.

Tenía 18 años cuando empezó a pintar sobre los muros y desde entonces este estudiante de Artes Plásticas, de la escuela de Bellas Artes, ha seguido perfeccionando su talento. El hip hop es lo suyo y lo ha plasmado en más de 40 gráficos repartidos en la ciudad.

La promoción

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Grafiti sobre la red urbana, en la calle Murillo con carrera 27./Clic en la foto para ver galería

El grafiti en Barranquilla es una práctica para la que no existen normas claras. Es una especie de incógnita ‘gris’ para los grafiteros y los ciudadanos interesados. Saber cuál es la sanción por hacerlo indebidamente o quién debe promover está manifestación cultural son incógnitas aún más oscuras.

Diana Amaya, secretaria de Espacio Público, afirma que hoy no hay una norma que regule la práctica y la aborde de manera directa en la ciudad. 'Tomamos la norma general, que es el tema de contaminación visual y ambiental. Si vemos un espacio saturado, hacemos un operativo de limpieza. Si uno les brinda espacios de participación, ellos se autorregulan', comenta.

En Bogotá la muerte del grafitero Diego Felipe Becerra puso en evidencia la necesidad de promulgar una reglamentación y desde 2011 el Acuerdo 482 del 26 de diciembre otorgó competencias a la administración pública para el control de la práctica. En Cartagena iniciativas como Ciudad Mural y el Festival Internacional de Arte Urbano apoyan la corriente del gratifi.

En Barranquilla, desde la Oficina de Participación Ciudadana y con el apoyo de la Secretaría de Espacio Público, se han ejecutado algunos eventos que promueven la actividad, como ‘Murillando’, en la que se intervinieron ocho espacios de la calle 45 desde la carrera 4 hasta la intersección con la vía 40, en 2013. Catalina Ucrós, jefa de la oficina, explica que realizan estos eventos desde 2012 y en cada uno de ellos les otorgan los materiales a los participantes.

El vínculo

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Matos hizo parte de este y otros espacios concertados por el Distrito, junto con su amigo grafitero, Kevin Ortiz, mejor conocido en el mundo urbano como ‘Kenort’. Afirma que admira su estilo y es un gran amigo, así como lo fue de ‘Felo’.

Las manos de Matos, llenas de esquirlas de colores y uñas con bordes negros, fueron a parar a su rostro el día que conoció la trágica muerte de su amigo, en enero de 2012. El rapero, de 27 años, murió de forma accidental y a manos de un compañero en el momento en que grababan un videoclip de rap. Este último jaló el gatillo de un arma cargada y la muerte fue noticia nacional. Se replicó en muchos medios, pero Matos y Kevin sintieron la necesidad de replicar un viviente ‘Felo’ sobre la pared.

Al mes el rapero Jhon Ramos murió de una puñalada durante una discusión de calle y a las pocas semanas César Anaya fue asesinado a puñaladas en una tienda, supuestamente por una deuda. Ambos fueron amigos de Matos y Kevin y fueron agregados al mural.

'Así es la vida, se va en cualquier momento, pero en un grafiti puede perdurar parte de ella. El arte trasciende, al igual que la memoria de ellos', sentencia grafitero al observar el dibujo. Lo observa unos segundos y afirma que vendrá con su amigo la próxima semana a darle más vida a la obra.

Historia

La historia moderna de grafiti se remonta a los años 60 cuando empezó en Nueva York, influido por la música ‘hip-hop’. Uno de los primeros artistas de grafiti firmaba TAKI 183 y fue entrevistado por ‘The New York Times’ en 1971.

Era un joven griego que trabajaba como mensajero en Nueva York. Pintaba su firma en todos los sitios donde entregaba documentos y paquetes. Se hizo famoso y muchos jóvenes empezaron a imitarle y a buscar sitios cada vez más difíciles y llamativos donde dejar sus firmas.