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El Malecón del Bicentenario en el río Magdalena es, desde hace 5 meses, el lugar de trabajo de Manuel Hernández. Un joven de 30 años que todas las mañanas sale desde Malambo hasta este sitio para vender agua de coco.

En el lugar es notable el deterioro que padecen desde los postes del alumbrado, hasta las plataformas en madera tipo deck, que flotan sobre el río y que se encuentran inclinadas hacia un lado, la maleza en varios sectores sustituye las áreas verdes y el mal estado de los baños es evidente para todos.

Durante el evento de bienvenida a los 12 voluntarios angloparlantes en la escuela Jorge Nicolás Abello, ayer, la alcaldesa Elsa Noguera se refirió al deterioro del Malecón, señalando que hubo problemas en las licencias de construcción, pero ahora la Alcaldía maneja el proyecto.

'Nos dieron la autorización para poder iniciar la construcción del Malecón ampliado. En ese proceso se le dará mantenimiento a la estructura actual y a los muelles flotantes. Esperamos iniciar con este proyecto en las próximas semanas', señaló Noguera. 

Bajo el sol de esta ciudad, Manuel intenta 'ganarse la vida' de la manera más honesta posible. Tiene que estar afuera, en la entrada del 'famoso' Malecón, pues, según no tiene permitido vender su agua de coco, más allá de lo que las 'autoridades de seguridad' le permiten, estos andan sobre una bicicleta que recorren de punta a punta La Avenida del Río. '¿Quién sabe que cuidan?', dice el vendedor.

Lo del deterioro no es algo nuevo en el Malecón, hace 5 meses, específicamente el 10 de noviembre del año pasado, el equipo de EL HERALDO reseñó los daños en el lugar. En ese momento, el gerente de Edubar, Ramón Vides, comentó que 'en 15 días comenzarían las labores de mantenimiento'.

Luego el 28 de febrero, hace solo un mes y medio, el mismo funcionario señaló: 'llamamos a quienes saben del tema, pero los procesos de contratación toman tiempo', refiriéndose a los encargados de reparar las plataformas de madera.

No solo el deterioro del Malecón del Bicentenario representa un problema, lo es también, la forma de acceder al sitio por parte de los visitantes. Estando allí, había un grupo de estudiantes que aseguraron haber llegado caminando, pues no tenían 'ni idea' de cómo se llegaba.

Manuel, el vendedor de agua de coco, ratificó la información señalando que en los fines de semana, cuando llega más gente, 'la mayoría vienen en taxi o en sus carros propios'.