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El arma que siempre toma y usa es el amor. No importando si la situación es dentro o fuera de su hogar, o en las instalaciones de la Policía, hasta en la calle donde está su radio de acción, ella está dispuesta a brindar una sonrisa, una mano amiga, y si está en sus posibilidades, la solución.

A la patrullera Disnellys Pérez Graciano le nació la idea de integrar las filas de la policía porque por sus venas fluye la vocación de servicio y siempre trata en lo posible de ser como una madre.

En su vivienda, ubicada en el barrio La Granja de Montería, desempeña ese rol a cabalidad porque cada vez que regresa de la jornada de trabajo, donde juega otro papel, no importando la hora su esposo el también uniformado Carlos Álvarez y su hijo de dos años y medio la esperan con una extensa sonrisa, la cual le recuerda que llegó al sitio donde nacen y se hacen realidad los sueños y del cual cada rincón es su refugio.

Juntos han aprendido a beber del mismo vaso, en las malas y en las buenas compartiendo alegrías y tristezas que fortalecen su relación.

Esa es una de las satisfacciones que llenan a Disnellys y la hacen decir a viva voz que se siente completamente realizada como mujer, profesional y como madre.

'Se dice que es complicado que una mujer sea policía porque somos vistas como el sexo débil, pero en realidad somos muy fuertes con muchas capacidades de manejar varias cosas a la vez y eso hace que de pronto podamos desempeñar esta actividad. De pronto lo duro a veces es cuando uno tiene la familia lejos y no puedes estar cerca en muchos momentos importantes de la vida', dijo.

En la labor como uniformada ha tenido que afrontar muchas situaciones difíciles a lo largo de los 5 años que lleva como policía.

Recuerda entre risas que fue la encargada de sacar de una fiesta en Cereté a un hombre que no le prestaba atención a la Policía, lo cual despertó la curiosidad de los presentes y fue catalogada como una mujer berraca.

Y es que no solo tiene esa cualidad por ser oriunda de tierras antioqueñas, porque nació en San pedro de Urabá, sino porque desde pequeña le gustaba el orden y brindar seguridad.

Trabaja en el área de Infancia y Adolescencia y Protección a la Niñez, tarea que aumenta en ella el espíritu protector que la hace ser una mamá completa, en todo lo que esa palabra integra.

'El ser Policía lo defino básicamente como la disposición del servicio a la comunidad y ejercer la seguridad que tanto nos merecemos todos los ciudadanos', explicó la patrullera.

Entre tanto la palabra madre la define como la realización de toda mujer, al igual que como un verdadero milagro, basada en sus experiencias en esa aventura, a sus 27 años.

'Tengo muchas cosas que agradecerle a Dios porque resulta que yo tuve un embarazo complicado con muchas amenazas de aborto, pero mi bebé nació bien. Él es como un testimonio de vida y ejemplo para los demás', afirmó.

En ese relato la voz le titubea un poco, pero regresa a su tono normal cuando recuerda que hoy el pequeño Carlos es un niño sano que la enamora cada día más con la tierna sonrisa.

Su hogar tiene infinidades de relatos que contar, cada fotografía de su matrimonio y etapa de embarazo parece que hablaran y todas esas historias están estampadas por la firmeza de la familia.