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En un sector enmontado a unos 25 metros de la zona residencial de calle 91 con carrera 41D de la Urbanización Camino Real, en el barrio Campo Alegre, protegidos de la intemperie y el abandono, 50 perros rescatados de la calle encontraron un hogar en el refugio Huellitas Amigas. Sin embargo, la iniciativa aplaudida por muchos no tiene contentos a algunos vecinos.

Una sinfonía de ladridos recibe a los visitantes en medio de las artesanales casas de madera, corrales, mallas de protección y un fuerte olor a creolina. Ninguno de estos animales rescatados por la fundación pertenece a la ‘elite perruna de sangre azul’, todos son de raza criolla. Su protector es Jorge Suárez, un estudiante de medicina, quien dice que la lucha por los animales desprotegidos le da sentido a su vida.

La fundación, que lleva un año y medio atendiendo casos en las diferentes localidades de la ciudad, empezó a crecer cuando a manera de préstamo le fue cedido el terreno por Gonzalo Díaz, propietario del lugar donde hoy funciona el refugio.

'Empezamos haciendo rifas, vendiendo llaveros y otras cosas para recolectar fondos, pero el problema es que algunos vecinos están incómodos con la presencia de los perros', cuenta Suárez.

En el refugio en este momento hay 25 hembras, 15 machos y 13 cachorros. Todos los que están en edad de los 5 meses en adelante están ya esterilizados y vacunados, según Suárez. Los perros están bajo el amparo de 5 corrales y 14 pequeñas casas de madera de un metro de largo por un metro de ancho.  

Cuenta Erika Otero, miembro de la Fundación, que algunos vecinos se han radicalizado tanto con el rechazo al refugio, que incluso han llegado al extremo de amenazar con atentar contra los canes.

Nora López, una mujer delgada y con el cabello poblado de canas, llega todos los días desde el barrio El Recreo con concentrado, arroz y lentejas en grandes cantidades para alimentar a los perros. Cuenta que ayuda a purgarlos, bañarlos y hasta a hacerles pequeñas curas.

'Una señora me dijo estas palabras: ‘si no se llevan esos perros de acá los vamos a envenenar’. Es algo triste que eso pase. Hasta firmas están recogiendo', señala.

Alejandro Carreño, vecino del sector, fue tajante al decir que el refugio no tiene por qué estar en esta zona. 'Eso está cerca de nuestras casas y atrae moscas y bichos. Esos perros se salen algunas veces, la verdad es que lo único que me interesa es que se los lleven de por aquí', asevera.

José Bermúdez, otro vecino, cree que 'es muy buena labor pero no se sabe de dónde vienen los perros ni qué enfermedades tienen. 'Aveces se salen y pueden morder alguno. Por aquí se recogieron firmas y se llamó a Salud Pública', apunta.

El traslado. Jorge Suárez indica que en dos semanas, 'máximo', realizarán el traslado del refugio a una finca que le fue entregada en comodato, que está ubicada en la vía del Corregimiento de Juan Mina.

El estudiante agrega que mensualmente invierten unos 2 millones 500 mil pesos en alimentación, medicinas, gastos en consultas veterinarias y otras cosas para los animales, 'dinero que proviene de donaciones y actividades'. 

El líder de la fundación señala que luego de su proceso de recuperación, los animales son entregados en adopción. El año pasado entregaron 40, este año van 25.

Muchas veces para los rescates y las adopciones son contactados a través de su página de Facebook, la que cuenta con 4.000 seguidores. 

Eloína Goenaga, jefe de salud Ambiental, de la Secretaría de Salud, explica que, 'en dos oportunidades llegaron al refugio pero no pudieron hablar con el responsable. 'Tenemos entendido que se comprometió a mudarse y nosotros le ofrecimos el acompañamiento', afirmó.

La funcionaria aclara que cuando se reciben las quejas se realiza una inspección y dependiendo de lo que se encuentre en el lugar, como condiciones de sanidad, hacinamiento u otros, se le sugieren o cambio del sitio o reducción de los animales.

'Se le da un plazo para que ponga en practica las sugerencias y luego se hace una visita de seguimiento, solo en caso extremo de irregularidades se desmonta el refugio automáticamente', señala. Mientras el traslado se hace efectivo la polémica entre los vecinos sigue latente y la sinfonía de ladridos le alegra la vida a algunos y se la amarga a otros.