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'Siete años de trabajo y lucha en Venezuela llegaron metidos en dos morrales', confesó Laura Álvarez ayer a las 5:15 de la tarde, momentos después de arribar a la Terminal Metropolitana de Transportes de Barranquilla proveniente de Maicao.

Junto a ella llegaron 25 personas más que permanecieron hasta un mes detenidas en el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería, Saime, en la capital del vecino país, por estar indocumentadas.

'Hace un mes yo me encontraba en mi casa, en una urbanización del centro de Caracas, con mi familia y de un momento a otro llegaron los Guardias Nacionales y nos pidieron identificación mientras nos apuntaban con un arma. Al ver que no tenía identificación, solo el pasaporte colombiano, me trasladaron hasta las celdas del Saime, y allí permanecí un mes', narró Álvarez.

Esta mujer, quien tiene tres meses de embarazo, aseguró que la noche del 25 de agosto, aproximadamente a las 10 de la noche, militares ingresaron al sitio de reclusión y les informaron que serían deportadas por ser 'unos delincuentes que no merecían estar ensuciando su país (Venezuela)'.

'Ingresaron a las celdas y nos sacaron casi desnudos, nos subieron a un bus y ellos mismos recogieron las cosas y las lanzaron en el baúl del autobús. Muchas cosas se nos perdieron en ese trajín', explicó la mujer,

No era indocumentado

No todos los colombianos en Venezuela están de manera ilegal, pues según la versión de un hombre que pidió no ser identificado, guarda la esperanza de que el gobierno venezolano le otorgue la visa para poder ir a buscar a su mujer y a sus dos hijas.

Agregó que el pasado lunes 17 de agosto se dirigió hasta las oficinas del Saime en Caracas a solucionar un inconveniente. 'Allí me dijeron que debía dirigirme hasta otra oficina a solucionar el problema, pero cuando llego hasta allá me retienen y no me dejan salir hasta antes de anoche que nos sacaron'.

Aseguró que sus familiares se dirigieron en varias oportunidades a las oficinas consulares de Colombia en Caracas, pero estos alegaban 'que no podían hacer nada debido a que no tenían órdenes superiores para poder resolver su situación'.

'La noche del 25 de agosto el personal de seguridad y militares nos suben al bus de manera arbitraria y propinando cualquier tipo de maltratos. Durante el todo el camino desde Caracas hasta la frontera fuimos custodiados por cuatro vehículos de policías y militares. En una oportunidad nos hicieron bajar del bus y nos obligaron a comernos unas arepas y los policías se tomaban fotos y nos pedían que nos riéramos', comentó el hombre, quien señaló que por lo pronto le interesa es saber la situación de sus familiares que permanecen en Venezuela.

Me obligaron a desnudar

Adenis Gutiérrez aseguró que en varias de las alcabalas los hicieron bajar del autobús y los requisaron, pero la situación más denigrante la padeció en un retén que se encontraba en la carretera, a la altura del estado Lara.

'Me obligaron a desnudarme y a saltar reiteradas veces para descartar de que no llevara droga en mis partes intimas, intentaron hacer lo mismo con mis hija de 11 años, pero yo les dije que era un menor, que respetaran', aseguró Gutiérrez. Esta mujer permaneció 12 días retenida en la misma celda donde se encontraba Laura. Contó con la suerte de que pudo sacar a sus tres hijas con ella. 'Pero esta situación es triste, allá deje todo: mi casa, las cosas que pude comprar estando trabajando'.

A Gutiérrez, una mezcla alegría, pánico y desconcierto le albergaban. No sabe la fecha de retorno y peor aún, desconoce la situación de sus familiares y vecinos, a quienes también se les dio la orden de ser deportados. Los colombianos, aseguraron no sufrir maltrato por parte de los funcionarios del SAIME, pero sí de los funcionarios de seguridad del ente.

Los 25 ocupantes del bus informaron que fueron dejados 'tirados' en las afueras de las oficinas de inmigración Colombia en Paraguachón, donde la Cancillería y funcionarios de la Cruz Roja gestionaron el traslado de estas personas hasta sus ciudades de orígenes. 'Nos ayudaron estando allí, sin dudas una vez que cruzas la raya es otra realidad', aseguró uno de los pasajeros.

Muchos de ellos no sabían a dónde llegarían, pues permanecieron incomunicados durante todo el trayecto, sin poder notificarles a sus familiares de este retorno forzado.