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El objetivo lo tienen claro: crear un entorno de tranquilidad, lejos de la imagen de violencia que por años los ha identificado como uno de los sectores más peligrosos de Barranquilla. De los ‘Tres postes’, cargados de muertes y atracos, quieren pasar a ser reconocido como el sitio de las ‘Estibas por la paz’, nombre del programa productivo allí reorganizado.

Por eso, en la esquina de la calle 17 con carrera 35B lo primero que hicieron fue decorar con pequeñas piedras de mosaico azul, picadas y pegadas por ellos, la estructura de los tres postes de energía allí instalados. También, en la calle 10 construyeron un parque, que lleva el mismo nombre del programa.

Dos años y medio después de haber iniciado el proyecto, esta es la forma simbólica con la que integrantes de esta comunidad intentan borrar el historial violento que ha marcado la zona del populoso barrio Rebolo, en el suroriente.

'A partir de ahora queremos que los ‘Tres postes’ sean reconocidos como el territorio de ‘Estibas por la Paz’', dice Nelson Torrecilla. 'Deseamos que sea un borrón y cuenta nueva', agrega el líder comunitario, aunque admite que los señalamientos obedecen a los sucesos delictivos y criminales que han ocurrido allí por años.

Rebolo es el quinto barrio con más homicidios en la ciudad, aunque en 2014 era uno de los tres con mayor criminalidad (12 casos en el primero semestre de ese año frente a 8 en 2015).

EL COMIENZO

El negocio de hacer estibas, utilizadas para la construcción de plafones –conocidas como chazas– o como bases para apilar productos, lleva más de 40 años en el barrio. Allí el paisaje urbano ha estado marcado por grandes arrumes de tablas que son reutilizadas para elaborar estas estructuras en diferentes medidas.

Como una forma de brindar soluciones laborales y sociales en el sector, e integrarse a este, la Fundación Portuaria de Barranquilla, Fundaport, comenzó a conocer con los dueños de las carpinterías cómo funcionaba el negocio.

Tras varios estudios y visitas identificaron que los grandes problemas en el barrio son 'la falta de oportunidades y la poca generación de ingresos', afirma Vanessa Dianes, directora de Fundaport.

Después de tres meses de reuniones, 350 personas, entre ellas 60 jóvenes de los ‘Tres postes’, ingresaron a un proyecto que se inició con capacitación en organización productiva, contabilidad, manejo de madera y orientación psicosocial. El objetivo es 'mejorarles su calidad de vida y la de sus familias'.

Dianes recuerda que llevaron a especialistas en madera y estos encontraron que los muchachos manejaban el proceso a la perfección, pese a tener un conocimiento empírico. 'Entonces, lo que hicieron fue fortalecer su técnica', destaca la ejecutiva.

A PRODUCIR

El siguiente paso fue la reorganización de tres unidades de producción a cargo de ocho líderes estiberos. Mildred Barranco, integrante de este grupo, destaca las ayudas que han recibido de la Fundación e indica que con las capacitaciones lograron 'mejor organización en el manejo contable y en la distribución y venta de los productos que hacemos'.

Fundaport les dona cada semana un camión de la madera que queda en sus patios, producto de las mercancías que llegan importadas. Pero, además, las tres unidades productivas compran otra parte de este insumo.

'Nosotros –explica Barranco– compramos estibas usadas en $1.500, las reparamos con madera nueva y las vendemos a $7.000; con ellas también hacemos chazas que vendemos a 15.000, dependiendo siempre de la cantidad del pedido'.

Con los pedazos de pino, abarco y láminas de triplex americano que no sirven para las estibas o las chazas hacen tendidos de cama, sillas, mesas y bancos.

'Aproximadamente, al mes fabricamos 400 estibas y 300 chazas, dependiendo del cliente. Por ejemplo, junio fue una excepción porque vendimos 1.200 chazas', destaca la líder estibera.

LA IDEA ES MEJORAR

El grupo de jóvenes que pertenecen al programa señala que este trabajo les ha ayudado a tener un ingreso diario, de acuerdo a la producción que realicen. Jefferson Vásquez dice que se siente bien trabajando en las unidades. 'Aquí no teníamos nada que hacer, por eso andábamos en la calle buscando peligros', explica.

Yesid Castillo expresa que desde los 13 años trabaja con las estibas y señala que diariamente pueden ganarse entre $20.000 y $25.000. 'Uno –dice– gana aquí lo que hace. En muy pocas ocasiones no hay contratos, pues permanentemente tenemos pedidos'.

Vanessa Dianes destaca que la idea con los estiberos es 'empoderarlos' para que sean una especie de 'agentes multiplicadores' y se constituyan en una 'extensión con la sociedad'.

La directora de Fundaport dice que los sábados se reúnen con la comunidad para seguir con las capacitaciones e indica que, adicionalmente, a las familias les hacen acompañamiento psicosocial y en temas de alimentación y pautas de crianza.

'Es importante recordar que todo esto se ha llevado a cabo gracias a la comunidad', subraya Dianes y reconoce que si bien la Fundación Portuaria de Barranquilla inició el proceso, los involucrados en el programa ‘Estibas por la paz’ colocaron la mano de obra y fueron los de la iniciativa principal. 'Con las capacitaciones que hemos proporcionado han aprendido a organizar mejor las unidades de producción, hoy no solo venden por vender', resalta.

Esta es la primera etapa del programa y el anhelo de la comunidad es que en su sector se erradique la violencia.

Decoración y nuevo parque

La decoración de los ‘Tres postes’ y la construcción del parque fue el resultado de fondos recogidos durante dos años y medio por la comunidad y complementados por la Fundación Portuaria de Barranquilla.

En el parque ‘Estibas por la Paz’, inaugurado hace una semana, esta entidad invirtió 50 millones de pesos. Los materiales que proporcionó los instalaron los jóvenes que pertenecen al programa.

La Cervecería Águila, empresa vecina, dio permiso para que la construcción se hiciera en un predio de su propiedad. En el nuevo parque se recrean cerca de 800 niños de Rebolo.