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En el Centro de Barranquilla, en la calle 42 con carrera 45 – 22, existe desde 1892 una institución educativa, la primera del sector, al servicio de la niñez y la juventud con una formación académica centrada en valores: el Colegio de la Presentación San Miguel del Rosario. En ella, la comunidad docente y 497 estudiantes, desde pre-escolar hasta bachillerato, aportan a esta zona comercial, más que conocimiento, un patrimonio educativo.

Como este plantel, más de 20 escuelas, entre públicas y privadas, funcionan en este emblemático sector que concentra parte de la historia e identidad de la ciudad. Sus servicios han formado decenas de generaciones de barranquilleros y costeños a lo largo de los años, sobre todo de municipios cercanos, como Malambo, Santo Tomás, Baranoa, Campo de la Cruz, Galapa, entre otros.

Gloria Ojeda de Arenas, ex alumna y bibliotecaria del San Miguel, recuerda en su despacho haberse graduado del colegio en 1966. Su sonrisa se amplía a medida que ahonda en sus memorias y destaca que la vinculación de las familias que en aquella época vivían cerca al sector fue clave para el reconocimiento de la institución, además del trabajo de su fundador, el padre Carlos Valiente.

La escuela empezó a funcionar el 22 de marzo de 1892 con 50 niñas en primaria. En sus primeros años perteneció a la Diócesis, pero a partir de 1933 pasó a ser propiedad de la Comunidad Caridad Dominicas de la Presentación.

'Hoy muchas estudiantes vienen de los diferentes municipios del departamento por la facilidad del transporte y la cercanía que tienen con la estación de los buses de servicio municipal del Centro', indica Ojeda al caminar por el patio del instituto. Varias alumnas dialogan en un rincón de este, sentadas bajo la sombra que brinda una viga de concreto.

Cerca al Río

Ningún calzado atraviesa el lugar. El sol de la mañana calienta las baldosas tanto o más que al pavimento del patio del colegio público Brisas del Río, donde siete estudiantes juega La Cuerda.

En la puerta del bloque de aulas, a pocos metros de los menores, la nueva rectora del colegio, Mary Esther Indaburo, advierte que las escuelas en el Centro siguen siendo una necesidad por el número de niños en el sector y los muchos comerciantes que disponen hoy de institutos cercanos a sus puestos de trabajo.

En Brisas del Río, ubicado al lado de la Plaza del Río, estudian hoy unos 700 niños entre dos jornadas. Ofrece primaria, primaria media, ciclos de formación para adultos y metodologías flexibles para niños con dificultades académicas.

'Aquí algunos vienen a pie, otros en mototaxi. Hay niños que sus padres los dejan desde las 6 de la mañana en la institución, aunque sean de la jornada de la tarde porque no tienen con quien dejarlos. Las instalaciones y espacios de la escuela están en condiciones, aunque se necesita mejorarlas por el calor', manifiesta Indaburo mientras se abanica con un papel.

Al otro lado del patio, la profesora Berena de Jesús Polo, quien lleva diez años trabajando en la institución, comenta que antes de mudarse a la actual sede, en la calle sexta con carrera 51 –Barranquillita, el colegio atendía a familias en situación de desplazamiento, víctimas del conflicto armado, además de las ya habituales que viven de la economía informal.

'Acá, rodeados del desarrollo urbanístico de la ciudad, dejamos un poco atrás a nuestras primeras familias. Nos ha aislado un poco del proceso comunitario que realizaba la escuela. El colegio en un comienzo vivía del reciclaje porque no tenía recursos', afirma la docente en el quiosco del colegio.

En 2008 la institución, antiguo CEB 157, fue reubicada en lo que era el ala norte de la antigua Clínica del Terminal (Vía 40 frente a Sanandresito), en cuyas obras de readecuación Edubar invirtió cerca de $200 millones, habilitando 15 aulas de clases, 5 oficinas administrativas, una sala de profesores, un espacio para adecuar una biblioteca y una mini cancha deportiva múltiple. El traslado obedeció a que las instalaciones en Barranquillita debían ser demolidas para dar paso a la Avenida del Río León Caridi.

De acuerdo con el registro de la Secretaría de Educación, hoy en el centro urbano de Barranquilla hay 22 colegios: ocho públicos y catorce privados. Varios llevan más de cien años en el sector y con sus numerosas promociones dan fe del manejo gestionado desde sus direcciones.

Patrimonio

Dagoberto Barraza, secretario de Educación del Distrito, afirma que toda institución educativa que haya hecho parte del desarrollo urbano de una ciudad como Barranquilla, indudablemente está amarrada al pasado, presente y futuro de la urbe.

'Estas recogen, además de un tema de patrimonio arquitectónico, un patrimonio educativo desde el punto de vista de que muchos hicieron parte del desarrollo de la ciudad de principios de siglo XX', señala.

Una de estas es la escuela San Roque Salesianos de Don Bosco, cuya edificio es patrimonio arquitectónico y está en la calle 30 con carrera 36.

Nació en 1902 como una extensión de la escuela que estaba conexa al templo la parroquia de San Roque, y tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, fue incendiado por una furiosa turba.

Eloyla Isabel Orozco, coordinadora de la institución, señala que el objetivo de la escuela ha sido dirigir el destino educativo de las personas de los alrededores del sector. Durante más de 30 años el San Roque educaba hasta noveno grado y sus egresados salían con formación comercial para trabajar directamente en los negocios que en la calle 30 estaban naciendo y los que ya estaban establecidos.

'Tenemos 305 estudiantes para la única jornada. La dificultad está en que el número se ha reducido con los años por la inseguridad en el sector', dice Orozco en un salón, desde donde se ven algunos estudiantes jugar fútbol en el patio. Aquí el sol no impide el encuentro con la pelota.

Inseguridad

Jorge Correa, exalumno y docente del colegio, afirma que el 70% proviene de los municipios. Dice que el temor en las salidas existe y que la percepción se ha agudizado durante los últimos 10 años. Un problema que también manifiesta la rectora Indaburo de la escuela Brisas del Río.

'En las mañanas los niños han sido atracados en la plaza. Van cuatro a los que les han quitado los celulares. La cosa se ha puesto seria desde hace 4 meses. Ya le enviamos la carta a la Policía y esperan pronta acción', comenta la rectora mientras espera que termine el receso.

En la biblioteca de Gloria Ojeda hace rato sonó el timbre. Señala que debe continuar con sus labores, pero antes advierte que pese al espacio comercial y la percepción de inseguridad en el Centro, los colegios del sector han consolidado su formación con la construcción de comunidad.