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El 28 de octubre de 1933, en las plazas y esquinas de Barranquilla se hablaba del asesinato de Ángela Hoyos y de la acusación que pesaba contra Efraín Duncan –a quien conocían como Barba Azul– y su esposa Virginia Arroyo, como autores del crimen. Ambos estaban detenidos y nombraron un abogado para cada uno: Rafael Donado para el señor Duncan y Evaristo Sourdis –años después ministro, canciller y prohombre atlanticense– para la dama Arroyo.

La ciudad tenía entonces 150 mil habitantes y no eran comunes los asesinatos. Por eso se esperaba con expectativa el juicio, y se hacía toda suerte de conjeturas. Duncan dijo que su esposa no tenía nada que ver en el crimen, pero en el diario conservador La Prensa se aseguraba que la 'armonía entre los dos se ha roto en forma espectacular, sin que se conozcan sus orígenes próximos o remotos'.

En esa semana era designada como Señorita Atlántico la distinguida Julita Insignares, quien anunciaba que llevaría un 'mensaje de simpatía de Barranquilla a Cartagena, ciudad dinámica y emprendedora'.

Julita Insignares, señorita Atlántico 1934.

La ciudadanía se preguntaba si otra vez habría 'diluvio' en noviembre, como en la anualidad anterior. El reverendo padre Agustino Francisco Gijón, de la Catedral de San Nicolás, director del observatorio meteorológico de la misma, explicaba en las páginas de La Prensa que aquello era 'imposible predecir'. La razón: en ninguna parte del mundo existían aparatos para predecir la lluvia.

'Hasta ahora todos los fenómenos que se han registrado indican que puede suceder una perturbación como la del mes de noviembre… Pero yo le digo… es imposible declarar nada al respecto'. En aquel entonces el observatorio solo tenía un telescopio que servía para ver las manchas del sol y uno que otro astro en noches despejadas.

Observatorio San Nicolás de Tolentino.

Esa misma semana, en los terrenos de la futura Urbanización Colombia, las autoridades colocaban la primera piedra del Estadio Municipal –posteriormente bautizado con el nombre del futbolista Romelio Martínez–, escenario principal de las Terceras Olimpiadas (Juegos) Nacionales, que Barranquilla desarrollaría a finales de enero de 1935.

ErazoSanchez

Maqueta del Estadio Municipal, años después llamado Romelio Martínez.

El Sindicato de Trabajadores organizaba frente al Edificio de la Gobernación (donde hoy funciona el Museo del Atlántico) una manifestación multitudinaria para reclamarle un aumento de un 40 por ciento en los salarios de los obreros de las fábricas y talleres, así como una rebaja proporcional en el precio de los víveres y los artículos de primera necesidad. Y el Concejo discutía las cláusulas del contrato de la Compañía Colombiana de Electricidad para el servicio de alumbrado público.