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Los partidos con ella se juegan de manera distinta y la cancha ideal es cualquier calle barranquillera. Su textura es diferente, pesa más que un balón, su velocidad es lenta y dominarla requiere tiempo, aunque sea un jugador habilidoso.

Ella, la bola ’e trapo, única y popular, la que toca meter en dos marcos de hierro de medidas variables, aunque la común es que sean de solo 1,20 metros de ancho por 1 metro de alto, se resiste a ser olvidada en Barranquilla, lugar que la vio nacer y donde actualmente solo es conocida por personas de avanzada y mediana edad, pues tiene más de 60 años de existencia.

El partido de bola ’e trapo está a la misma altura de las grandes tradiciones populares de la ciudad. Desde sus inicios se convirtió en un encuentro callejero futbolístico que garantizaba la unión entre vecinos. En ocasiones estos debían 'defender su honor' al jugar con un equipo que llegaba de otro barrio.

Los sectores más populares de la ciudad se caracterizaron por llevar a cabo sus partidos, en especial los domingos, sin importar el implacable sol. Simplemente era un encuentro sagrado.

Hoy en día, poco a poco, esta tradición se ha dejado de observar en las calles de La Arenosa.

Unión entre amigos

¿Qué pasó? ¿Desde cuándo Barranquilla se empezó a olvidar de la bola ’e trapo? Heberto Ramón Polo Espitia tiene 80 años y es el organizador desde hace 26 del Campeonato de bola ’e trapo del barrio Boston. Señala que tal olvido se debe al microfútbol en un principio y en la actualidad a la aparición de las canchas sintéticas.

'Estas canchas están acabando la bola ’e trapo', afirma. Pero, él mantiene la esperanza de que se reviva la tradición, a pesar de haber decidido que este será su último año organizando el torneo. 'Mi edad –dice– ya no da más para esto'.

Esto es lo que sucede en el barrio San José donde antes 'las pateadas en la calle eran diarias con bola ’e trapo', especialmente en las noches o los domingos, explica Jesús Niebles Escorcia, 22 años, pero admite que la tradición se fue 'perdiendo' porque su grupo de amigos no tienen la misma 'disponibilidad' de antes y hoy pagan una hora semanal en cualquier gramado sintético. 'Es mejor, se juega más bacano y el balón va más rápido'.

Polo sostiene que la bola ’e trapo 'no es una manera de ver el futbol, es un estilo de vida', que une a amigos y en muchos casos 'hace el milagro' para que se reencuentren después de varios años.

'Barranquillero que no haya jugado bola ’e trapo, para mí, no es barranquillero', enfatiza.

Menos práctica

Carlos Arturo Rueda, dueño del popular negocio ‘Joriangós’, se dedica a hacer estas esféricas, que en un comienzo en los barrios eran elaboradas con medias y pedazos de tela. Dice que los padres no le han 'inculcado' a sus hijos esta tradición deportiva y 'hasta cultural', según él, de la ciudad. 'Tú le preguntas a cualquier pelao en la calle si conoce la bola e’ trapo y no sabe responderte', asegura.

Rueda admite que el negocio ya no es 'rentable' y por ello se dedica a otro trabajo actualmente. 'Las ventas –agrega– disminuyeron tremendamente. Antes vendíamos una docena de bolas de trapo. Ahora las hago por pedidos'.

Recuerda que para fechas especiales como el 31 de diciembre, día en el que en los barrios se 'tiraba la última pateada del año', vendía de 25 a 30 bolas de trapo. 'Ahora se venden de 10 a 12, si es caso', dice.

Años dorados

Además del popular negocio de Rigoberto ‘Me Muerde’ García, jugador del Junior que en la zona comercial de Pica Pica en el Centro fue de los 'primeros en comercializar la bola ’e trapo', había otros fabricantes artesanales en Simón Bolívar, Las Nieves, Rebolo.

Después los Rueda comenzaron a hacerlas en Olaya. Carlos Rueda señala que su hermano Jorge, al que le decían ‘Joriangos’ en la familia, empezó a venderlas en su casa, hasta que comenzó a trabajar en la Cervecería. 'Aprendí mirando a mi hermano todos los días, así que me desenvolví fácilmente cuando me tocó quedarme con el negocio'.

Explica que la primera bola ’e trapo que vendió fue en 1985 a $125. Ese valor equivale hoy a $12.240, según el Índice del Precio del Consumidor (IPC).

Cuenta que las bolas de trapo se vendían 'como pan caliente' cuando estaba en su apogeo su práctica, tanto que, jocosamente, recuerda que a su papá le tocó 'construir una ventana para atender a los clientes que llegaban después de diez de la noche a comprarlas'.

En la actualidad, Rueda vende cada esférica a $11.000 y surte los dos campeonatos que mantienen viva la tradición en Boston y Montecristo.

Destreza para jugar

En el campeonato que organiza Polo –actualmente en el octagonal en la calle 62 entre 44 y 45– participan 20 equipos. Los partidos duran 40 minutos, cada equipo alinea cinco jugadores, son permitidas hasta siete sustituciones y los jugadores que salen pueden reingresar.

José David Rivera, 44 años, juega en el equipo Los Muchachones. 'Esta es la mejor forma de reencontrarse con los amigos y vecinos de toda la vida, además de hacer deporte', afirma el visitador médico. En cuanto al juego con la bola manifiesta que al ser más lenta y difícil de controlar 'requiere mayor destreza y habilidad para dominarla'. Lo mismo sentencia Arturo Pérez ,54 años, jugador del equipo La Amenaza, del Barrio Abajo: 'El que domina la bola ’e trapo puede controlar cualquier balón en el mundo'.

Al respecto, Rubén Jiménez Acuña, organizador del torneo de Montecristo, asegura que 'jugar con esa bola no es para todo el mundo'. Por eso señala que su torneo, en el que participan 14 equipos, siempre lo ganan equipos de Montecristo o del Barrio Abajo porque dominan esta esférica a la perfección. 'Aquí –comenta Jiménez– hay un equipo de El Silencio en el que todos son pelaos selección Atlántico, pero no han ganado partidos justamente por falta de ese dominio'.

Historia

Heberto Polo Espitia indica que la bola ’e trapo tiene más de 60 años. Recuerda que cuando él tenía 20, junto con sus amigos, cogía trapos viejos, los metía en medias y después con hilo los amarraba y formaba la bola. 'Así hacían en todos los barrios'. Sin embargo, señala que la bola ’e trapo más popular en la ciudad fue la que empezó a comercializar y fabricar el ex delantero del Junior Rigoberto ‘Me Muerde’ García. 'A él le debemos las mejores bolas ’e trapo', manifiesta Polo.

Facetas

La bola ’e trapo ha evolucionado a lo largo de su historia, teniendo consigo varias facetas. Carlos Arturo Rueda relata que en un principio esta se hacía con retazos de trapos viejos, los metían en medias y los amarraban con hilo. Añade que después empezaron a usar los forros de los colchones. Agrega que, posteriormente, comenzaron a usar el algodón de linter y se metía en una bolsa, amarrada con hilo. Después le echaban goma bóxer al algodón.