Apoyado en la baranda del puente, Juan Daniel Frías mira hacia el caño que alimenta el embalse El Guájaro con agua proveniente del Canal del Dique, en Manatí. Donde hace un mes había una ‘pradera’ compuesta de tarullas, fluye ahora un arroyo marrón.
El aumento del nivel en el brazo del río Magdalena permitió que tres de las cuatro compuertas fueran abiertas el pasado 9 de noviembre, permitiendo que el agua fluyera hacia la ciénaga.
Según la última medición de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), el nivel de la ciénaga subió de 2,20 metros de profundidad a 2,75: unos 55 centímetros.
Con el líquido, han entrado también especies de peces que ya no se conseguían en el cuerpo de agua. Frías se endereza y deja ver una pita negra que va halando con la calma del pescador que lleva cientos de soles en su espalda. Termina de sacar una atarraya en la que se ven cinco peces, de un tamaño no mayor a 10 centímetros.
'Está dura la cosa, pero al menos ya se consiguen peces. He pesca’o arencas y barbules', dice el pescador de 18 años y muestra el balde donde ha ido guardando la labor del día: unos 10 ejemplares de ambas especies.
José Canedo, encargado de las esclusas, recuerda el tramo de tierra de 40 metros que separaban al Canal del Dique de la entrada de la presa. 'Esto daba pena, incluso el agua estaba devolviéndose – cuenta el hombre de 59 años – Ahora sacan hasta 70, 80 pescados'.
Control de pesca
Armando Riales, es un agricultor de 63 años. A un costado de la trocha que comunica a Candelaria con Manatí, en el sector conocido como El Ahuyamal, tiene dos lagunas donde cultiva alevinos de mojarra lora.
'Con esta sequía hubo una mortandad de peces en la ciénaga. Ahora están muy pequeños y por eso no pescamos allá', asegura.
Riales es consciente de que es importante esperar a que los ejemplares crezcan para poder capturarlos sin dañar los ciclos de reproducción. Sin embargo, no todos tienen esa previsión de mirar al futuro.
Alberto Escolar, director de la CRA, manifiesta que la pesca con chinchorros es uno de los problemas más graves que enfrenta el embalse, porque afecta la biodiversidad del ecosistema.
'Al momento de arrastrar el fondo del cuerpo de agua, sacan los peces que apenas están creciendo junto con los grandes', puntualiza Escolar.
Cuenta el director de la entidad ambiental que esta época es importante para la reproducción de las especies, porque llegan a desovar en las ciénagas alrededor del río Magdalena. Pero la captura en las entradas del daño impide que lleguen hasta el lugar habitual para continuar el ciclo.
Hasta diciembre
Escolar señala que las compuertas estarán abiertas hasta principio de diciembre. El motivo de esto es que se espera que para esa época el nivel del Canal del Dique vuelva a descender.
'Diciembre y enero son los meses en los que creemos que deje de llover y en consecuencia baje el río Magdalena y el Canal. Como medida de precaución cerraremos las esclusas para que el agua del embalse no se regrese', explicó el director de la CRA.
Esto le deja a Juan Daniel Frías menos de un mes para seguir pescando en la boca del caño, antes de emigrar al centro de la ciénaga con la esperanza de conseguir pescados que muevan la balanza y le den el sustento.