En la calle 74 con carrera 55, norte de Barranquilla, queda la que ha sido por unos 30 años la oficina privada de José A. Segebre Berardinelli. Era miércoles 16 de diciembre, a las 7:45 de la mañana. Dos camionetas, una en la que venía Segebre y otra en la que se movilizaba un grupo de policías que le prestan servicio de escoltas, giraron sobre la carrera 55 hacia la 74. Uno de los carros entró directo por un garaje y, a los pocos segundos, él apareció tras la puerta y, entre risas, dijo: 'Bienvenidos, pasen… me tengo que ir acostumbrando a hacer las veces de portero, porque ya casi termino como gobernador'.
Luego de hacer un breve ‘tour’ por algunas de las secciones del inmueble, el gobernador del Atlántico confesó que haber ocupado ese cargo, desde el 2012, tras lograr más de 337 mil votos, fue una oportunidad para, a sus 51 años, haberse 'realizado como ser humano'.
José A. Segebre entró a uno de los despachos y se sentó frente a un escritorio de apariencia moderna, porque aún conserva unas viejas gavetas de madera que le pertenecieron a su fallecido padre (Jorge Segebre). Allí, el mandatario prometió que diría las cosas 'como son' porque esta sería una 'de las últimas entrevistas que dé' estando a cargo de la administración departamental. Desde el primero de enero, el puesto quedará en poder de Eduardo Verano De la Rosa, quien también lo ocupó en el periodo 2008 – 2011.
El gobernador liberal saliente habló con EL HERALDO sobre cuáles fueron los momentos más complicados de su administración, los que más le causaron satisfacción, las críticas que recibió en su mandato y lo que será su futuro laboral, entre otros temas:
Muchos lo relacionan más por su trayectoria en el sector privado, ¿por qué tomó la decisión de postularse a la Gobernación?
La gente cree que llegué a la Gobernación directo desde lo privado. Pero fui diputado hace mucho; director del movimiento Nueva Colombia y del Centro de estudios para la renovación de Colombia, en el Atlántico. Durante toda una vida estuve muy ligado al tema de hacer pedagogía para profundizar la democracia. Para mí no fue nuevo llegar a la Gobernación, conocía todos los problemas del territorio, le había seguido la pista a los temas del país y del Departamento durante muchos años. Había tenido el conocimiento de lo difícil que era el sector público y que había que trabajar día y noche, por eso casi nunca tomé vacaciones, porque sabía que eran cuatro años de entrega y sacrificio total. Tenía que trabajar en muchos puntos de manera transversal para superar pobreza, un tema que no solo requiere de entregar una casa a una persona, sino de ir mejorando condiciones del entorno como salud, educación y de generación de ingresos. Esto no ha sido un sacrificio, sino la posibilidad de realizarme como ser humano, como dijo alguien: Quien no nace para servir no sirve para vivir. He sido muy feliz sirviéndole al Atlántico.
¿Cómo vivió las críticas que recibió su administración, sobretodo en el comienzo, por demoras en la atención a damnificados del sur del Atlántico?
Cuando inicié la Gobernación no estaba buscando una proyección personal en la política. No vine buscando un futuro político personal, creo en el destino y en que Dios pone a la gente en los momentos precisos. Si llegué a la Gobernación fue porque así lo quiso, porque personalmente no tenía esas aspiraciones. Y puede ser contradictorio: hay quienes dicen ‘por qué se lanzó’, pero llegué producto de una serie de circunstancias personales que me obligaron a tomar esta decisión. Nunca goberné por encuestas, me mentalicé y le decía a mis funcionarios que somos caballo de cocheros, siempre tenemos que ir mirando el objetivo y no podemos dejar que nada, bajo ningún punto de vista, nos afecte el poder lograr las metas, que fueron por el mejoramiento de los sectores más débiles de la sociedad.
En la democracia esta crítica se requiere. Agradezco a quienes han tenido esa actitud en mi gobierno porque han ayudado a mejorar asuntos. Nunca hubo una respuesta indebida, siempre las aceptamos con respeto y humildad. No utilizamos el poder para afectar a nadie, respetamos a la prensa. La democracia funciona a medida que hay una opinión pública fuerte, donde hay gente que reclama sus derechos y sus posibilidades. Eso permite rectificar. Las críticas fueron tomadas como una manera de mejorar. Además, esa es una forma de construir institucionalidad.
¿Cuál fue el momento que más le afectó a nivel personal en estos cuatro años?
Me afectaron tres asuntos: el primero fue la quema de la Cárcel Modelo. Me dolió mucho ver las condiciones de vida en que estaban esas personas. Allí, creo, debimos, tanto Distrito como Gobernación, trabajar en la construcción de una nueva cárcel. No debimos esperar, pero de alguna manera estuvimos esperanzados en que se construyeran las megacárceles que la comunidad no quiso recibir. Nosotros debimos hacer más centros de rehabilitación, que fueran más humanos. Y el nuevo gobierno los debe hacer. Ese fue un golpe muy duro, estaba en Bogotá y me vine de inmediato. El segundo ha sido cada vez que veo a las familias con hijos en condición de discapacidad. Es algo que me afecta porque sé lo que es la discapacidad y lo que vive una familia cuando tiene un ser enfermo. Lo he vivido y no es fácil. Teniendo recursos es complicado, ahora estar así en una familia humilde es muy duro. Lo tercero es la situación que se genera en los hospitales por el no pago de las EPS. Porque cuando uno está en una condición difícil en materia de salud y no tiene una atención oportuna es complicado. De allí el tema de trabajar en la entrega de ambulancias, que fueron para mejorar el sistema de referencia y contrarreferencia, pero también para poder sacar de los corregimiento a muchos niños enfermos.
¿Qué fue lo que más satisfacción le causó?
La entrega de viviendas a los damnificados que estaban en Las Compuertas, en Manatí. Demoré muchos días trabajando ese proyecto, buscando que saliera adelante, y habían mil problemas: ambientales, urbanísticos; no fue fácil el proceso. Pero me dio mucha alegría porque entregamos parques, hospitales, vías, acueducto. Era muy difícil saber que esas familias seguían en cambuches. El mejor momento fue cuando sacamos a un señor que está conectado a un respirador artificial, ese día yo mismo cargué la bomba de oxígeno. Me lo quise llevar varias veces pero estaban muy aferrados a ese lugar, creían que si se salían no los iban a atender. Falta el colegio que lo va a hacer el doctor Verano.
Usted ha dicho que casi no tomó vacaciones, ¿cómo alternó el tiempo para atender su familia?
No he sido el padre que requiere una familia como la mía. De alguna manera les he quitado mucho tiempo, no he tenido mucho la oportunidad de poder departir con mis hijos periodos de vacaciones, y de hacer muchas cosas que quisiera. En estos cuatro años, pese a que llego tarde a la casa, he hecho un esfuerzo por hablar con ellos, por buscar que en ese tiempo les pueda dar conceptos y criterios que les sirvan a ellos para la vida. Pienso que me ha hecho falta compartir más con ellos y mi esposa (Patricia Abudinén). Lo que hice fue que cuando iniciamos este periodo de gobierno, en tres o cuatro ocasiones, hablé con ellos para comentarles lo difícil que iba a ser. Les pedí que de manera silenciosa me acompañaran como uno más del grupo, que trabajaran por la comunidad, sin protagonismo alguno. Mi hija Carolina siempre estuvo vinculada a los servicios amigables y trabajó mucho tiempo allí con el secretario de Salud, David Peláez, durante unos tres años. Ahí comprendió lo importante de esa tarea. Abraham me acompañó en varias tareas del Departamento y en La Guajira, donde se atendieron a sectores indígenas. Mi esposa me acompañó en la Ruta Social, un programa que fue premiado por el Gobierno Nacional. Todo con muy bajo perfil, porque este no era un gobierno de la familia, teníamos que estar sin protagonismo alguno. Integrarlos a la actividad social fue clave en todo este proceso y ayudó a que sean mejores personas y a comprender que en la vida hay muchos que requieren de nuestro apoyo. Creo que ellos van a ser mejores personas con esta experiencia. Esa falta del padre en el hogar, y del tiempo, la logramos suplir dándole conceptos claros de diferentes temas. A la familia le pudo haber servido esto.
¿Cómo pasó esos días en los que su madre estuvo enferma y finalmente falleció?
Trasnochando mucho. Me quedaba de 8 o 9 de la noche en adelante, en el hospital. Dormíamos poco, pero logramos estar con ella (Consuelo Berardinelli) hasta su último día. Tuvimos la ventaja de tener unos hermanos médicos en la familia que fueron muy especiales para ella y la atendieron en todo momento. Estuvimos hasta donde pudimos, acompañándola. Por eso sufro cuando veo a personas con problemas de salud, porque vivimos momentos muy duros con mi madre y con otros familiares. Sabemos que la familia debe estar para ayudar.
¿Cuál considera el mayor logro de su gobierno?
Trabajar en integralidad. Normalmente se trabajaba en dos o tres temas, pero nosotros lo hicimos de manera pareja en salud, vivienda, servicios públicos, desarrollo económico, vías, electrificación rural, y eso nos permitió generar que muchos salieran de la pobreza. Hace falta mucho, pero se logró avanzar. Lo que nos va a permitir dormir tranquilos desde el primero de enero es que no hubo un solo minuto de nuestro tiempo que lo dedicáramos a algo distinto de servirle a la gente. No hubo tiempo para ocio, fiestas o festejos. Estuvimos siempre dando lo mejor, si no hicimos algo, que nos faltaron muchos temas, no fue porque no quisimos sino porque humanamente no se pudo. Pero no por falta de voluntad o trabajo.
Varias de las críticas que usted recibió fueron por cuenta del Fondo Adaptación, entidad a cargo de la reconstrucción del sur del Atlántico. ¿Por qué nunca se atrevió a reclamarles mayor rapidez en las obras?
Pudo parecer que debí ser más contundente ante la opinión pública en un par de ocasiones, pero reclamar al Fondo Adaptación era afectar a un Gobierno (Nacional) que estaba siendo muy generoso con nuestro Departamento. El Gobierno dio recursos muy importantes, porque confiaba en que había unas administraciones haciendo su tarea, como las del Distrito y la mayoría de municipios. El Gobierno confió en el territorio. En el tema del Fondo Adaptación, que sigue estando vivo, lo que había que hacer era ser constructivo. Brindarle a esa entidad, que no estaba haciendo la tarea con la celeridad necesaria, posibilidades. Entonces le dimos los lotes, oportunidades en las urbanizaciones que estábamos construyendo. En el caso de Suan superamos el problema de 300 casas a través del ministerio de Vivienda, porque no se pudo con el Fondo. También 300 más en Repelón. Adicionalmente, en los municipios donde nos hacen falta (Santa Lucía, Campo de la Cruz, Candelaria), nos van a dar casas también. El ministerio nos construirá nuevas viviendas gratis. En eso hay que agradecerles al presidente (Juan Manuel Santos), al vicepresidente (Germán Vargas Lleras) y a un extraordinario ministro como Luis Felipe Henao. Toda esa buena sinergia sirvió para suplir las falencias de una entidad (Fondo Adaptación). En el caso de Incoder, que están liquidando, lo no pudimos hacer con ellos lo hicimos con el Ejército Nacional, que logró adecuar unos 20 kilómetros de canales de riego. Además, el Gobierno dio la orden e hicieron (el Incoder) unos 15 kilómetros más de canales. Yo no estaba buscando una imagen pública, lo que quería era que se concretaran unas obras para resolver unos problemas a nuestra comunidad. Más que una imagen pública favorable, para mí lo importante era hacer una labor, por encima de cualquier costo personal que pudiera correr, porque ese precio era muy poco comparado con el beneficio que representaba para los atlanticenses lo que estábamos haciendo. La historia le reconoce a los gobernantes que trabajan de manera seria su papel en el desarrollo de los territorios y por eso la mejor política que se puede hacer es un buen gobierno. Las críticas que hice fueron en privado y con argumentos, porque era la mejor manera de construir. Las polémicas públicas muchas veces destruyen, dan rendimientos en las encuestas, pero causan una afectación muy grande al trabajo que se hace como gobernante. Generan problemas serios que se convierten en personales con los funcionarios.
¿A quién le hizo esas críticas privadas?
(Segundos en silencio y suelta una risotada) A muchas personas. A mis mismos funcionarios. Algunos de ellos, como la secretaria de la Mujer, decían que les hacía bullyng, aunque no era algo de mala manera. Yo no cojo mucha rabia, yo me molesto cada 30 años. Lo que sí hacía era que, jocosamente, les hacía las críticas para que ellos supieran qué tenían que corregir. Otras a amigos funcionarios del Estado, pero todas constructivas. Eran más bien consejos.
¿Volvería a lanzarse a Gobernador?
No estoy aspirando a nada más de elección popular en la vida, en principio. No tengo aspiraciones al Congreso, o a volver a un cargo como este. Pero siempre seré una reserva y estaré allí, en la banca. Yo soy bueno para estar en la banca, para ayudar calladamente en todos los procesos que se requiera. Sin protagonismos, me gusta eso, apostarle al desarrollo del país y de mi comunidad. Con el favor de Dios, siempre que me requieran estaré dispuesto a servirle al Atlántico, pero no estoy aspirando a volver a ser gobernador ni congresista.
Hay quienes dicen que el presidente Santos le ofreció una embajada. ¿Es cierto?
No sabemos. Todavía es muy prematuro, pero el presidente siempre ha sido muy elegante. Siempre nos ha tratado con mucho cariño. No sé qué nos depare el futuro.
¿Pero le gustaría un cargo como este?
No se trata de lo que le guste a uno.
Entrega su cargo a Eduardo Verano, quien es también su antecesor, ¿Qué opinión tiene de él?
Es alguien con mucho conocimiento, capacidad de trabajo y experiencia; una persona que trabaja día y noche. Es quizás el funcionario público más preparado que tiene nuestro Partido (Liberal) en el Atlántico. Es el que tiene mayor recorrido, ha sido ministro, gobernador, constituyente, congresista. Tiene todas las calidades para hacer un buen gobierno y tengo fe en ello. Conoce el Estado, las instancias nacionales, y eso es muy importante. Cuenta con unas bases sólidas.
En los últimos años de su administración usted ha aparecido liderando los ranking de gobernadores, ¿cuál fue la clave?
Gobernar sin afán de protagonismo, haciendo la tarea. Trabajar con humildad, pero sobre todo en lo fundamental, lo que requiere la gente, que es la que más conoce de sus problemas. Hay algo que nunca he dicho, pero lo voy a hacer porque es de las últimas entrevistas que dé como gobernador: he gobernado más con las enseñanzas que adquirí de los ciudadanos, de mis mayores y comunidades indígenas, especialmente las de La Guajira y el Atlántico, que con todo lo que aprendí a lo largo de la historia en mis estudios. Eso hay que decirlo, hemos administrado con los conocimientos de los ciudadanos afectados por distintos temas. La ciudadanía siempre sabe cuál es la solución a sus problemas. Aunque nos han ayudado mucho las universidades del Atlántico, fue un aporte importante. Sumado a los más de $60 mil millones para obras de educación, salud, entre otras, que nos dio el sector privado. A la Asamblea y al Gobierno Nacional, estamos muy agradecidos por esas ayudas.