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‘El cura, el hombre’. Así se denomina el monumento elaborado por el arquitecto y artista plástico Roy Pérez en homenaje a Camilo Torres Restrepo, el sacerdote católico que fue precursor de la Teología de la Liberación, integró las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y perdió la vida en combate, en 1966, contra las tropas de la Quinta Brigada de Bucaramanga, encabezadas por el coronel Álvaro Valencia Tovar.

La escultura muestra a Torres, con unos jeans raídos, despojándose de la sotana y enseñando en su pecho una cruz que representa la libertad. 'La expresión la creé para mostrar a un cura en sus dos facetas: la de sacerdote y la de hombre. El hombre que deja su vida cómoda por entregarse a los demás', sostiene su autor.

A pesar del poco tiempo con que contó para diseñar y hacer realidad el proyecto que hoy reposa al interior del Rincón Latino, en Rebolo, el artista no dudó en acceder a la propuesta hecha por Bernardo Hoyos Montoya debido a la profunda admiración que siente por la trayectoria de quien recibió el título de sociólogo, en 1958, por intermedio de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.

Un mes y medio le tomó a Pérez, quien nació en Pereira pero se radicó en Barranquilla desde su infancia, la ejecución de su obra. Sobre la duración de los trabajos, apuntó que esta clase de trabajos requieren mínimo tres meses para su concreción, por lo que tuvo que duplicar esfuerzos para entregarla en la fecha indicada.

El arquitecto y artista pereirano explicó que el monumento está elaborado en una estructura metálica y luego recurrió al barro. La fibra de vidrio y resina fueron los materiales utilizados para perfeccionar algunos detalles antes de llegar a su acabado en barniz y poliuretano.

Este tipo de obras, según Pérez, pueden llegar a costar más de 60 millones de pesos. Sin embargo, en esta oportunidad la inversión no superó los $14 millones, pues decidió no cobrar al tratarse de un trabajo para rendir tributo a un hombre que admira. De la misma forma, precisó que los materiales fueron costeados por la propia comunidad del sector.

En su opinión, el sacerdote decidió abrazar las armas de forma equivocada porque no cree que estuviera preparado para pelear. 'Él no era un hombre de violencia y, por eso, en su primer combate cae muerto. A pesar de su juventud (falleció a los 37 años) dejó un legado al país', agregó.

Pérez reconoce que su creación puede resultar controversial porque algunas personas son reacias a esta clase de manifestaciones.