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La realidad del barrio Rebolo se asemeja a una moneda que posee dos caras: una enseña el brillo glorioso de su historia y su cultura; y la otra, la oscuridad de la pobreza y la violencia.

Para una gran porción de la población barranquillera, Rebolo es sinónimo de historia, carnaval, bola e’ trapo, trompo, cometa, bolita e’ uñita, estibas, dominó, cultura popular, salsa brava e identidad caribe. Para otra gran mayoría no significa más que decenas de titulares de prensa en los que se destacan el homicidio, el atraco, los tiroteos y la venta de droga al menudeo.

Rebolo es un barrio con uno de los indicadores más críticos en materia de homicidios en los últimos 7 años. La cuenta ya va por 205, distribuidos de esta manera: en 2008 se presentaron 26 asesinatos, en 2009 fueron 30; en 2010 fueron 28; en 2011, la misma cifra; en 2012 se registraron 15; en 2013, 21; en 2014 se anotaron 21 y en 2015 se presentaron 24. Estas cifras las lleva el SIU, Sistema de Información Unificada.

La Policía indicó que del 1 de enero al 10 febrero de 2015 se presentaron 3 asesinatos en el barrio, y en las mismas fechas en 2016 habían ocurrido 8. En lo que va corrido de este año se han presentado 12, de acuerdo con los informes de prensa registrados en esta casa editorial.

El pasado 24 de febrero dos investigadores de la Sijín fueron heridos a bala en el momento en que desarrollaban labores de inteligencia abordo de una motocicleta en la calle 11 con carrera 35B.

Uno de los investigadores recibió un balazo en la espalda y otro en el glúteo, así como una herida con arma cortopunzante en la pierna izquierda. El otro resultó herido a la altura de las costillas.

Estas preocupantes estadísticas y hechos de inseguridad volcaron la mirada de las autoridades y de la sociedad civil sobre este barrio y han generado dos grandes incógnitas: ¿qué está pasando en Rebolo? Y, ¿en qué momento empezó el deterioro social?

Origen y características

Rebolo, de acuerdo con algunos de los habitantes más antiguos del barrio, le debe su nombre a unas ciruelas silvestres conocidas como ‘reboleras’, que florecían en abundancia en los patios y las terrazas de las viejas casonas.

Rebolo y San Roque comparten un antepasado en común: el antiguo Barrio Arriba, padre y abuelo de ambos barrios que comparten el linaje de los considerados barrios primigenios de la ciudad, junto al Barrio Abajo.

Pese al estigma que le ha tocado cargar durante décadas a sus pobladores por cuenta de los brotes de violencia que genera una minoría que vive bajo sus propios términos, por las calles de Rebolo se puede sentir y palpar todavía la vida de barrio en su más pura esencia.

El Estadio Moderno, ubicado en Rebolo, es considerado como la cuna del fútbol nacional. Además, el Junior de Barranquilla también fue parido en estas calles. En agosto de 1924, en la calle 30 con carrera 29, Micaela Lavalle de Mejía impulsó la creación de Juventud Infantil, la semilla de lo que sería el equipo tiburón. La naciente divisa representaría a los barrios Rebolo y San Roque. Esa es la génesis del aguante rojiblanco.

Rebolo ha amamantado a ilustres personajes del arte y la cultura como Nelson Pinedo, ‘el Pollo barranquillero’, una de las voces más representativas del país.

Para los ‘salsómanos’ de grandes quilates, el estadero La 100 no ha dejado de ser el templo sagrado de la salsa de la ciudad. Este ‘templo’ musical fue fundado en 1959 y sigue aún en pie. Además, en el corazón del barrio también está instalado el popular e histórico estadero La Casita de Paja, también made in Rebolo, como dice en un tono casi que cantado la misma gente del barrio.

Rebolo tiene un aproximado de 23 mil habitantes, de acuerdo con cifras entregadas por el SIU en 2014. No obstante, sus residentes están seguros de que esa cifra hace mucho tiempo fue doblada.

Rebolo y el Carnaval

Óscar Barrios Mendoza, de 62 años, es el actual director de la danza El Toro Grande, una de las más antiguas y tradicionales danzas que nutre con su aporte al Carnaval de Barranquilla, cuya sede continúa a orillas de la calle 17 con carrera 20.

De acuerdo con Barrios, esta danza fue fundada por su abuelo José Trinidad Barrios en 1875, el mismo que participó en la fundación de la insigne Danza del Torito, del barrio San Roque, dos danzas hermanas que comparten mucho de su historia, pero que desde 1986 se mueven en orillas opuestas.

Barrios recuerda un Rebolo muy distinto al que hoy alimenta las páginas judiciales de los diarios.

'Uno se la pasaba jugando bola e’ trapo y no había problemas. Uno se podía quedar en la esquina hasta las 12 o 1 de la madrugada sin miedo. En Carnaval las danzas se tomaban las calles, pero todo eso se fregó con los ‘jíbaros’ y la llegada de gente de otros lados que empezaron invadir sectores', contó este hacedor del Carnaval que vive orgulloso de su barrio, pese a las dificultades.

En su retina quedaron grabadas las mejores épocas de la esquina donde quedó el famoso billar conocido como ‘el Pekín’, la cual le queda a unos cuantos pasos atravesando la 17. Además de las gambetas y los goles de esos reboleros que sacaron pecho por el barrio, como el Chino Marriaga, el Boricua Zárate, Joaquín Pardo y Julio Torres. Tiempos que distan mucho de los aciagos y turbulentos años en los que en el barrio empezó a instalarse la violencia. De acuerdo con Barrios, en el inicio de la década de los ochenta comenzaron a llegar oleadas de nuevos pobladores que se instalaron en invasiones que hoy se han convertido en sectores inexpugnables, incluso para muchos de los más antiguos moradores del barrio, 'ahí se empezó fregar esta vaina'.

Jesús Osorio, otro líder comunitario del barrio, en sintonía con Barrios, señaló que la génesis de muchos de los problemas de Rebolo tiene su origen en aquellos años de desplazamiento forzoso en los que miles de personas tuvieron que abandonar su tierra por la violencia, en las décadas de los 80 y 90. Muchos de estos desplazados se asentaron en las orillas del caño y se tomaron sectores como ‘Las Tablitas’, ‘El Golfo’, ‘La Zona Negra’, ‘Los Sauces’, ‘Los Tres Postes’, ‘Curvas Peligrosas’, ‘Matadero’, ‘Sal si Puedes y ‘Las Aguas Mansas.

El templo de la salsa

A Milton Figueroa, hijo del legendario Ralphy 100, el robusto y fallecido propietario del estadero La 100 (murió en 2010), no lo encontramos sumergido entre legendarios vinilos que guardan la memoria vital del sabor salsero, sino entre cables y transistores. Se tomó un tiempo para recordar mejores tiempos de su barrio y la época dorada del considerado por décadas punto de encuentro de la salsa barranquillera, ubicado aún en la carrera 24 con calle 29.

'Crecí en un Rebolo diferente, mucho más grande, que abarcaba parte de Las Nieves y el barrio Montes, en donde ahora La 100 hace parte de su jurisdicción. El barrio siempre fue muy alegre, con una gente respetuosa, pero creo que las necesidades y la falta de oportunidades le han cambiado la cara', dijo Milton.

De acuerdo con Figueroa, que de niño vio a su padre codearse con intelectuales, periodistas y con artistas de la talla de la ‘Guarachera’ de Cuba, Celia Cruz, o el Gran Combo de Puerto Rico, el Rebolo de sus recuerdos de infancia es el de un barrio fiestero, de bola e’ trapo y dominó, en el que los vecinos se apoyaban unos a los otros, tal como lo dicta el ‘credo vecinal’ de los barrios populares.

'El problema aquí fueron las invasiones que se convirtieron en cinturones de miseria, que hoy son los que generan todo este problema de inseguridad y violencia', dijo.

El hijo de Ralphy asegura que no lo trasnochan los estigmas negativos con los que tienen que lidiar los nacidos en su barrio.

'Es cuestión de educación. En La 100 tradicionalmente se mezclan personas de todos los estratos sociales, desde políticos, periodistas, hasta vendedores de maní. Así que uno como gente de bien, lo que hace es estar orgulloso de este barrio', aseguró.

‘Sal si Puedes’

Un pequeño cerdo de pelambre amarillo y curtido por la mugre huye despavorido en la mitad de una calle cercada por aguas negras que despiden olores nauseabundos.

Detrás del cuadrúpedo, que iba emitiendo guturales chillidos, un grupo de niños que lucía cortes de cabello estrafalarios y los pies descalzos, acompañados por varios sujetos descamisados y armados con palos, perseguían al animal como si se tratara de un divertido juego.

Los protagonistas de esta colorida escena eran varios residentes de la carrera 36 entre calles 20 y 21, de una zona deprimida conocida en el barrio como ‘Sal si Puedes’, uno de esos sectores de invasión identificados como ‘zona roja’. 'Ven, sal si puedes', comenta entre risas y refiriéndose al mamífero, uno de los tres sujetos que estaba acomodado en el pretil de un bordillo viendo pasar la particular procesión.

'Esto es una zona de tolerancia que toda la vida ha tenido mala fama, pa’ qué negarlo, si aquí lo que hay es un ambiente de droga, de atracos, porque esto es un laberinto oscuro que no tiene mucha iluminación, donde casi todo el mundo está en el desempleo ya. La gente pasando necesidades. Eso es lo que arma los problemas porque la gente asfixiada sale a rebuscar la papa como sea', afirmó tajante.

‘Sal si Puedes’ es una de las zonas más complicadas del barrio, en donde, como dijo una matrona de un sector más tranquilo, 'allá, si no te conocen o si te metes sin padrinos sales encuero, mijo'.

La Casita de Paja

Se trata de un estadero con 52 años de tradición ubicado en la esquina de la carrera 28 con calle 28. A golpe de la música de picó, personalidades del deporte y del mundo de la política han disfrutado de una rumba conectada con la identidad Caribe.

'Aquí llegaban a beber futbolistas como el Toto Rubio, los Cañarete y mucha gente influyente de la ciudad. Tengo ya 33 años al frente del estadero que es ya un ícono del barrio y de Barranquilla', dijo con orgullo rebolero Gustavo Alcázar, actual responsable de mantener viva esta esquina Caribe con sabor antillano y bembé local.

'En Rebolo nacieron boxeadores como Emiliano Villa y las danzas más antiguas del carnaval. El problema del barrio es la falta de oportunidades y de empleo, lo que ha ayudado a que se formen banditas de pelaos desocupados. Esto empezó en serio en los 80 y se fue poniendo peor en los 90, pero este barrio ha dado muchos profesionales: médicos, profesores, gente trabajadora', aseguró Alcázar mientras desempolvaba acetatos y ajustaba la aguja de su tocadiscos.

Las ‘Aguas Mansas’

Eran las 8:30 de la noche del miércoles 10 febrero. Mientras un grupo de niños jugaba fútbol callejero en la mitad de su cuadra, en un sector aledaño a la zona de invasión conocida como ‘Aguas Mansas’ (carrera 35 con calle 28), las risas de los pequeños fueron transformadas de repente en gritos de pánico, debido a una lluvia de balas que se desató de un momento a otro.

De acuerdo con algunos testigos, la balacera que dejó heridos a dos menores, de 9 y 12 años, y a una adolescente de 14, tuvo su origen en un atentado que tenía nombre propio. Un sujeto identificado con el alias de José Panela, junto a su hermano conocido con el alias de Jechu, intentaron ajustar cuentas a Marvin Orozco, también vecino del sector y tío de uno de los menores heridos.

'Eso fue horrible, se sintieron como 20 disparos y a uno le tocó esconderse de bajo las camas. Eso parecía una guerra de tanta bala que llovió', indicó un vecino.

Rocío Enríquez, presidente de la Junta de Acción Comunal de la zona, aseguró que la delincuencia, el microtráfico y la misma drogadicción se han tomado el sector. De acuerdo con la líder comunal, la calle 28 con carrera 35 es una frontera imaginaria, lo mismo que la calle 21 con carrera 35.

'Eso acá es un problema porque está lleno de bandas y ahora los de acá de ‘Aguas Mansas’ no pueden coger para ‘Las Tablitas’ porque se arma el tiroteo. Es que por esta zona ya no se puede vivir, ni los pelaos pueden juagar tranquilos', contó la abuela de uno de los menores heridos.

'En el sector se necesita más presencia de uniformados y un CAI. Mucha delincuencia, drogadicción, expendio de drogas, ‘vacunas’, hay es de todo. Este es un sector muy complicado con demasiados problemas como el desempleo y la falta de oportunidades', agregó Enríquez.

‘Aguas Mansas’ es una invasión de casuchas aglomeradas y callejones estrechos sin planificación alguna, que según los residentes del barrio ha sido tomada por la delincuencia.

Los Tres Postes

Isabel Martínez nació y creció en Rebolo y ha vivido en una de las zonas con mayor estigma negativo de toda la ciudad durante sus 60 años. Martínez vive en la carrera 35B con calle 11, en el sector de ‘Los Tres Postes’. A un lado de su casa, una montaña de estibas amontonadas dan cuenta del principal rebusque de los habitantes de este sector. Para ella, vivir aquí, pese a su mala fama, no la hace ni más ni menos persona que cualquier otro barranquillero.

Ella tiene claro que la mala imagen del sector no es de gratis. 'La zona tiene mala fama porque a cada rato hay atracos. Esos tiroteos en el barrio se ven es por las bandas. Yo no sé qué es lo que pelean, pero ya uno no puede sentarse en la puerta después de 7 de la noche porque es peligroso. Aquí lo que se necesita es más policía, más vigilancia', dijo.

Cira Rivera, también habitante de esta zona, habló sobre supuestas fronteras imaginarias. 'No se pueden pasar para ‘Aguas Mansas’ ni para los lados del ‘Rincón Latino’ porque se forma el problema. Uno ya ni se puede sentar en la puerta de su casa, hay que recogerse temprano porque quién sabe qué puede pasar'.

Algunas jovencitas y jóvenes que estaban apostados en la tienda ubicada junto a los Tres Postes, esos que le dieron el nombre a este sector, aseguraron casi que atropelladamente que en el barrio hay varios grupos de jóvenes dedicados a actividades ilícitas y que cada cual en su zona impone sus propios términos. Pandillas tales como los Pegantes, Los JJ, los 55 de la 35 o los Modestos.

Una de las jovencitas que estaba presente en la esquina, con una voz apresurada aseguró que hace unos cuantos meses en ‘Los Tres Postes’ intentaron incursionar para controlar el negocio de la extorsión la banda delincuencial del barrio La Luz: los Papálopez.

'Venían a cobrar impuesto de casa en casa. Si la casa es maluquita tenía uno que pagar 3 mil ‘barras’, las más bacanas 5 mil semanal. La gente se les paró, los sacaron a tiros y no vinieron más', aseguró.

Los Sauces

Carrera 35B con calle 17. Un vecino aseguró que pese a que el sector siempre ha cargado un estigma de violencia, en estos momentos las cosas están tranquilas. 'Donde hay peleas de territorio y fronteras imaginarias es en ‘Aguas Mansas’, por eso fue el tiroteo en donde salieron heridos los tres pelaítos. Se pelean por las vacunas, las extorsiones' indicó Jesús Meza.

‘Las Tablitas’

Un par de manzanas en donde la gran mayoría de viviendas están levantadas a golpe de martillo, tablas y clavos, como una especie de lego que se fue armando empujado por la necesidad de resguardarse de la lluvia, la calle y las inclemencias del clima, es el panorama que se percibe al rompe en esta zona considerada una de las más duras del barrio. Sus mínimas callejuelas son estrechos callejones, en donde en más de una ocasión la violencia ha dejado su huella de color rojo escarlata. En la calle 28 entre carreras 36 y 35B, ‘Las Tablitas’ está como empotrado, como si se tratara de otro barrio dentro de Rebolo.

Edeida Ospino, quien lleva 35 años viviendo en esta zona, aseguró que últimamente el sector se ha descompuesto porque algunas personas se han organizado en bandas, lo que ha generado pugnas por el control de las ‘vacunas’. 'Yo tenía un hijo de 27 años que estaba en silla de ruedas y en un tiroteo me lo mataron aquí en la puerta de la casa. Eso fue hace 6 años. Por acá el problema es que cobran ‘vacunas’ a las tiendas, las casas y los negocios. Entonces los de esta zona no dejan meter a los de las otras como ‘Aguas Mansas’ y así', contó la mujer.

El barrio está atravesado por un arroyo que luce como una larga herida, que se convierte en una especie de metáfora de esa división de opiniones acerca del barrio y de su gente. No obstante, en la cara opuesta de la moneda está esa riqueza histórica, cultural y el arraigo a la identidad Caribe de su gente, que muchos ostentan con orgullo y que les sirve como un antídoto contra el estigma.

Diagnóstico y estrategias de intervención

El coronel José Palomino, comandante operativo de la Policía Metropolitana de Barranquilla, explicó que la mano de obra de la gran mayoría de personas que laboran en Rebolo es una mano de obra informal, y esta misma informalidad ha dado pie a que existan unos sitios de expendio de bazuco.

De acuerdo con el oficial, la gran mayoría de estos sitios o caletas ha sido allanada por la Policía, y los expendedores han sido judicializados.

Añadió que en Rebolo hay más violencia impulsiva que violencia estructurada. En ese sentido aclaró que más que la lucha por territorios o líneas imaginarias, es la confrontación por riñas o peleas. No obstante aseguró que en este momento la institución está en el proceso de investigación para descartar si en verdad se trata de pugnas entre bandas delincuenciales.

El coronel destacó la estrategia que en este momento se está aplicando para contrarrestar la situación de seguridad del barrio e indicó que ya tienen tres líneas de acción muy concretas.

La primera es la presencia de uniformados sobre toda la 17, desde la 12 hasta la 40, desde la 35 y 35B con 12.

Añadió que el segundo componente de la estrategia consiste en la presencia de unidades motorizadas que están desde la 17 hasta la calle octava, cubriendo el sector desde la carrera 35 a la 35B.

Añadió que el tercer componente es creación de un equipo interdisciplinario conformado por unidades motorizadas, de Infancia y Adolescencia, dos unidades de Inteligencia; dos unidades de Policía Judicial; dos unidades del Gaula y también unidades de prevención.

Descomposición social

El sociólogo y abogado Jorge Bolívar recordó que en este barrio está el corazón de la historia de la ciudad. 'Todos esos elementos se han ido perdiendo debido a la descomposición social que se ha tomado este barrio y los aledaños', explicó. De acuerdo con Bolívar, la falta de oportunidades es el motor de esa violencia y de la inseguridad. 'Rebolo se ha convertido en un centro de atracción para el desposeído. Entonces esa imagen del rebolero muy barranquillero, carnavalero, se ha ido diluyendo, primero porque esta población tiene sus necesidades básicas insatisfechas, y por supuesto esto genera que en los sectores deprimidos del barrio pululen los atracos. Estas personas, que son la minoría, han convertido la violencia y los atracos en una forma de vida'.

El sociólogo asegura que 'los grupos minoritarios que están por fuera de la ley imponen sus códigos y su propia ley, porque no tienen el respeto por ningún tipo de norma. Concluyó afirmando que una de las grandes falencias de esas invasiones que hay dentro del barrio es precisamente la falta de educación.