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Claudia Gálvez y su amiga Viviana Do Santos recorrieron ayer en la mañana los 540 metros del malecón de la Avenida del Río por cerca de 25 minutos. Tomaron fotos al paisaje, conversaron y se sacaron selfis para el recuerdo. Después de eso, volvieron a la zona de parqueadero donde dos carros, tipo Van, vendían cholaos, dos carretilleros comercializaban mangos y bolsas con agua, y un veterano ofrecía raspaos.

Las jóvenes compraron víveres y luego se fueron. Una escena que se viene repitiendo, desde principios de enero, los fines de semana en la Avenida, porque ninguna de las tres garitas creadas por el Distrito presta su servicio de refresquería, el cual demandan los turistas.

'Es la tercera vez que vengo y los visitantes aún no tenemos la facilidad para comprar alguna bebida, si no es por los vendedores ambulantes que se rebuscan', comentó Claudia sobre la franja del piso que lleva el nombre ‘Puerto de Barranquilla’, uno de los 20 más importantes dentro del curso del río Magdalena en el territorio nacional.

Desde octubre de 2014, cuando se puso al servicio de la comunidad el edificio de la Intendencia Fluvial y la Plaza Grande del Río, en la Vía 40 con carrera 46, un continuo flujo de visitantes locales y foráneos llega a la Avenida. A principios de 2015 la presencia de vendedores ambulantes en la zona era esporádica los fines de semana, pero hoy es casi permanente, en función del rebusque.

Un equipo periodístico de EL HERALDO estuvo este sábado y domingo en el lugar y comprobó que nueve tipos de productos se comercializan: agua, gaseosas, papas fritas, mango, cocos, raspados, cholaos, arepas asadas y chorizos. Incluso, en algunas ocasiones, un hombre alquila un caballo para ser montado. Visitantes del lugar dicen que el precio del servicio depende del tiempo que dure el usuario.

Operativos

Ayer, luego de que este medio consultara a la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público sobre la situación, el Distrito realizó un operativo de inspección a las once de la mañana y desalojó a los cinco vendedores ambulantes que estaban en el lugar. Sin embargo, a las tres de la tarde EL HERALDO evidenció la presencia de otros cinco comerciantes y dos agentes de espacio público que no exigían su retiro.

'Yo venía a comer cholao con mis amigas aquí, pero los quitaron. Hay menos tiempo para disfrutar, si tampoco dejan vender comida', dijo la barranquillera Melisa Orozco, mientras veía a sus amigas tomarse fotos en el pequeño muelle.

Henry Cáceres, secretario de Control de Urbano y Espacio Público, afirmó a EL HERALDO que desde ayer comenzaron los operativos de los vigías de su despacho, motorizados de Tránsito y de una patrulla de movilidad para retirar durante los fines de semana a cualquier vendedor en la Avenida.

Un vendedor de mango de la zona, quien pidió reserva de su nombre, manifestó que él y sus compañeros venden allí 'porque la gente no tiene ninguna otra opción de consumo'.

Cáceres explicó que la primera garita será adecuada con un enfriador y que el próximo fin de semana será habilitada para ofrecer gaseosas y pasabocas al público.

'La idea es que, como no vamos a permitir vendedores, es poder brindarle la gaseosa y las papitas a la gente. Recuerdo que el año pasado tuvimos dos semanas a un joven en la primera garita, pero no volvió más porque cuando la gente llegaba a él, ya el vendedor ambulante había vendido los mismos productos', enfatizó el funcionario.

Los otros dos kioscos, agregó, serán habilitados dependiendo de los buenos resultados que genere las ventas en el primero y, además, del 'desarrollo urbanístico de La Loma'.

'El llamado es que no puede haber ningún vendedor ambulante en la Avenida del Río. Si permitimos uno, vendrá otro viendo una posibilidad de negocio y no podemos dejar esa puerta abierta. Tenemos que brindar un espacio de esparcimiento', concluyó.