'Mi no comprende' así me dijo Isa, la Alemana que estuvo de intercambio en casa, cuando le entregué una linterna con pilas tamaño D dentro de su kit básico para su estancia en Barranquilla. Yo le explicaba que esto era por si se iba la luz y para que en la noche pudiera alumbrar su habitación o desplazarse sin temor por toda la casa. Ella me dijo que jamás en sus 17 años en su país de origen había experimentado eso, 'la luz no irse nunca, quisiera salir a recorrer la ciudad a oscuras y verla con linterna'.
No es común ver la ausencia de luz en las grandes ciudades del mundo, sin embargo, cuando sus habitantes lo viven, puede llegar a ocurrir algo especial: la cercanía. Presencié esto en el apagón de Nueva York en el 2003: 'Al caer esa noche en la que no habría funciones en Broadway, la gente salió a los parques a departir disfrutando del raro espectáculo de estar en Nueva York iluminados sólo por la luna y las estrellas, visibles éstas por primera vez en muchos años. Yo tuve la maravillosa experiencia de conocer junto con mis anfitriones a los vecinos, con quienes conversamos a través de las bajas bardas que separaban una propiedad de otra y que hasta entonces habían sido tan divisorias como una muralla'. Si esto pasa con un suceso tan inesperado, cómo sería si fuera voluntario.
Por estos días en Colombia estamos en alerta. Nos anuncian que se avecina el apagón si no reducimos el consumo de energía eléctrica. El llamado es de urgencia, las alarmas han sonado porque la situación es crítica y debemos adoptar conductas de consumo más responsables. Tu edad es proporcional a la cantidad de detalles y anécdotas que recuerdas en 1992 cuando fuimos testigos del famoso ‘apagón’ y donde la electricidad era un bien preciado y escaso en el país. Fue la famosa Hora Gaviria en la que nos enseñaron a maximizar, el racionamiento lo teníamos hasta por diez horas diarias y con menos logramos más.
Hoy desde Ciudadano de Honor te invitamos a realizar acciones colectivas para minimizar el riesgo y prevenir el impacto de la crisis por la falta de fluido eléctrico. Te enseñaremos a no sólo cumplir con tu deber ciudadano sino a encontrar luz y gozo en la oscuridad, se llaman las pausas energizantes. Son espacios breves para ahorrar luz y recargar nuestra energía, interactuar y luego poder continuar con nuestra labor. Es un complemento a las medidas de ahorro que se están empelando en locales comerciales, oficinas, instituciones educativas y residencias. Más que una respuesta al llamado de atención nacional, es una oportunidad para acercarnos y generar convivencia.
Conéctate y REDUCE a capela, ¿En qué consiste el ejercicio?
PASO 1: Reúnete con varias de las personas que se encuentran en tu casa, lugar de estudio o trabajo.
PASO 2: CONÉCTALOS: Diles qué harán PAUSA ENERGIZANTE, que será activa y van a utilizar su energía natural.
PASO 3: Apaguen todas las luces y desenchufen los equipos.
PASO 4: Agárrense de las manos y colóquense formando un círculo.
PASO 5: Reflexionen compartiendo su percepción sobre su mayor fuente psicológica de energía natural.
PASO 6: Elijan una canción que todos sepan y cántenla a capela. Una sola persona del grupo la graba y nos la envía a nuestro whatsapp 3057512544.
Si consideras que tienes gusto y talento para el canto, esta es tu oportunidad de brillar con luz propia y compartirnos tu canción a capela y a oscuras. Barranquilla no sólo va a racionalizar, ¡Va a cantar unida!
¿Cuál es el reto? Que reduzcan: la indiferencia, hacer pausas reflexivas y que multipliquen las oportunidades de un consumo racional de energía eléctrica.
La reflexión de Isa me estimula a invitarte a diseñar el kit del buen ciudadano, con herramientas que activen los niveles de conciencia y solidaridad, que nos estimulen a unirnos en casa o a transitar por las calles, sin linterna en mano, cantando a capela y promocionando acciones de consumo más responsable, rodando la buena energía y despertando el niño bueno y juguetón que vive en cada uno de nosotros.
Si ya terminaste de leer este artículo, apaga la luz y pon en marcha tu pausa energizante.