El féretro con el cuerpo del narrador deportivo Édgar Perea Arias llegó a las siete de la mañana al aeropuerto Ernesto Cortissoz, en el vuelo comercial 8524 de Avianca, procedente de Bogotá. A diferencia de lo que algunos esperaban, no hubo una multitud de gente ni de hinchas del Junior aguardando el desembarque desde la terraza o la salida de la terminal aérea.
Sin embargo, los pocos seguidores del periodista chocoano que estaban en el lugar, aplaudieron en su honor cuando el ataúd fue bajado del avión y llevado al aeropuerto de carga, donde un carro mortuorio esperaba. Quizás no fueron los poderosos aplausos que propiciaba Perea en el estadio Metropolitano, pero el eco de su voz en sus memorias provocó loas francas y sentidas en los presentes.
'Viva el negro', 'llegaste a la tierra que te quiso', 'como ‘El Campeón’ ninguno', comentaron varios espontáneos, entre murmullos, mientras veían a los operarios del Cortissoz mover el cajón de color beige hasta el puerto de carga.
El carro fúnebre partió del aeropuerto a las 7:45 de la mañana, rumbo a la funeraria Los Olivos de la carrera 38. Desde el primer instante que tomó la calle 30, motociclistas y conductores de carro se unieron al recorrido, conformando una caravana con varios vehículos de los medios de comunicación que registraban la marcha y miembros de la Policía.
'!Ahí va Édgar Perea!', gritó un veterano desde el bordillo de la calle, a la altura de la carrera 8, a diversas personas que lo acompañaban. De inmediato, los aplausos estallaron en la orilla.
Entre las vías por las que transitó el cuerpo, varios niños y adultos agitaron pañuelos y banderas del Atlético Junior y de la Selección Colombia. Algunos veteranos no pudieron esconder el dolor de ver partir a uno de sus ídolos mediáticos. Los pitos de los carros y las motos ayer alertaban a los barranquilleros de que Édgar Perea comenzaba a despedirse de la ciudad que lo adoptó desde 1966, a través de la radio.
Bomberos custodian el féretro durante el recorrido por la ciudad.
La caravana tomó la calle 30 hasta la carrera 38, donde giró para subir hasta la calle 60, lugar de la sede de la funeraria. Aunque lento, su tránsito fue completamente fluido gracias al acompañamiento de policías de Tránsito que realizaron cierres temporales en varios puntos del camino. A las 8:12 de la mañana, el cortejo fúnebre arribó a la funeraria Los Olivos, donde fue preparado el cuerpo para su velación en cámara ardiente de la Catedral y posteriores exequias.
Allí, entre la admiración y la melancolía, Ricardo Perea, sobrino del periodista chocoano, agradeció el apoyo de los medios y la ciudadanía en general, y afirmó que el mejor legado que deja Édgar Perea en la prensa es el respeto al oyente, hablando siempre con la verdad.
'La última vez que tuve contacto con él fue en febrero, en una visita en Bogotá, tras estar unos días hospitalizado. Hablamos de la Selección. Se sentía fuerte, recuperado, pero en esta pelea de dos asaltos le ganó el mejor de todos: el Dios de la vida', expresó Perea en la funeraria.
Ariel Rolong, miembro de la barra Frente Rojiblanco Sur del Junior, y quien hizo parte de la caravana desde el aeropuerto, expresó que los hinchas del onceno tiburón estaban felices al saber que ya el cuerpo de Perea estaba en la ciudad.
'Estamos orgullosos. Nos sentimos contentos porque lo tenemos en Barranquilla. Édgar para nosotros representa muchas cosas. Siempre que dicen ‘Junior Tú Papá’, sabemos que fue por él. Nos dejó esa alegría y su preocupación por querer un buen equipo', afirmó el hincha, de hablar rápido por la emoción.
El ataúd de ‘El Campeón’ iba a ser trasladado a La Catedral en otro carro fúnebre, pero los seguidores de Perea y algunos periodistas presentes en las afueras de Los Olivos empezaron a exigir que el transporte se hiciera a través del carro de bomberos, como había informado el martes la Asociación de Redactores Deportivos del Atlántico a diferentes medios de comunicación.
'¿Si hubo carro de bomberos para Rafael Orozco, Fabio Poveda y Joe Arroyo, por qué no para Perea?', tiró la pregunta al aire uno de los fanáticos en desacuerdo, queriendo tocar el coraje de cada uno de los presentes. En efecto logró.
'¡Bomberos! ¡Bomberos! ¡Bomberos!', comenzó a corear la gente, al tiempo que funcionarios de la funeraria daban por terminado su intento de meter el féretro al carro. La aclamación de los presentes también tuvo eco: un carro del Cuerpo de Bomberos, que estaba parqueado a una cuadra, continuó la caravana del último adiós a Perea.
De allí se movilizó por la calle 60 hasta la carrera 44. Bajó para girar por la calle 53 y frenar frente a la Catedral, donde más hinchas del Junior lo esperaban con vuvuzelas y banderas. Al bajar el ataúd, los aplausos estallaron otra vez y monseñor Víctor Tamayo, quien esperaba en las escaleras del templo, comenzó a rociar agua bendita. Las lágrimas de varios seguidores e hinchas también humedecieron los escalones.
El féretro fue cubierto con una bandera del Junior y al grito de 'Dale campeón, dale campeón', y la narración de gol, característica de Perea, ingresó a las 9:20 de la mañana a la Catedral. Largas filas de seguidores se formaron entonces para darle el último adiós a quien es considerado el mejor narrador deportivo de la historia de Colombia.
En la noche fue trasladado a la sede norte de la funeraria y hoy será cremado en la mañana, en ceremonia privada.