El Tribunal Superior de Barranquilla está próximo a decidir una consulta por un incidente de desacato en contra del director de EL HERALDO, Marco Schwartz, por supuesto incumplimiento de una sentencia de tutela que obligaba a rectificar una información publicada en este medio el 20 de junio de 2015.
La tutela del caso fue presentada por los magistrados Julio Ojito Palma y Jorge Eliécer Cabrera Jiménez, quienes consideraron que se les habían vulnerado sus derechos fundamentales de petición, buen nombre y honra por la noticia en la que se informaba que la Fiscalía iba a iniciar una indagación preliminar contra varios funcionarios de la rama judicial, entre los que estaban los magistrados anteriormente mencionados.
Este diario, a partir de la tutela y pese a no encontrar motivo de rectificación a la información, ha publicado tres notas más recogiendo los puntos de vista de los Magistrados. No obstante las repetidas aclaraciones, la tutela fue fallada en contra del diario y su director.
A continuación replicamos los textos de los diarios capitalinos:
Censura judicial a 'El Heraldo'/El Espectador
De nuevo, los estrados judiciales están siendo utilizados como mecanismo de presión para amordazar a la prensa libre y el derecho que todos los colombianos tienen a la circulación de información sin restricciones. Esta vez, no obstante, hay un añadido que genera preocupación: quienes quieren silenciar a un medio son jueces de la República. Inaceptable en todo sentido.
El 20 de junio del año pasado, El Heraldo, periódico barranquillero con 83 años de experiencia, divulgó el contenido de un comunicado de prensa de la Fiscalía en el que se anunciaba la apertura de investigación preliminar contra dos magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla, Jorge Eliécer Cabrera Jiménez y Julio Ojito Palma. Los magistrados afectados no pidieron rectificación, sino una réplica, y recibieron espacio en las páginas del medio para expresar su posición sobre los hechos. Sin embargo, no contentos con eso, Cabrera y Ojito interpusieron acción de tutela contra el diario, la cual llegó al despacho del juez sexto penal del Circuito de Barranquilla, un funcionario, por cierto, subordinado de los demandantes. Aquí empezaron los problemas.
Como resultado de la tutela, el juez sexto falló en contra del diario y de su director, Marco Schwartz Rodacki, quien fue sancionado por desacato con arresto y una multa.
Son varias las consideraciones que surgen a partir de la decisión. Primero, no sobra recordar que en ningún momento se ha cuestionado la veracidad de la información publicada por El Heraldo. La Fiscalía emitió un comunicado de prensa anunciando las investigaciones preliminares, y lo único que hizo el diario fue reproducir esa información. ¿Cuál es el derecho afectado de los magistrados? ¿En qué ha fallado el periódico con su responsabilidad social? ¿Cuál es, en últimas, la motivación de una decisión que coarta la libre difusión de información cierta?
Segundo, las libertades de expresión y de comunicación tienen limitaciones, y los medios tenemos un compromiso inquebrantable con publicar datos verificables. Cuando fallamos, aceptamos las rectificaciones y los reclamos de los afectados. Pero esas restricciones han sido definidas de manera muy clara por la Constitución y la Corte Constitucional a lo largo de años de jurisprudencia. Que la línea entre el ejercicio legítimo del periodismo y lo prohibido sea clara es un elemento esencial para asegurar que en las democracias no haya quienes abusen de su poder para censurar la información que les sea incómoda. Este caso, no obstante, parece caer en esa última situación.
Tercero, es muy angustiante que sean magistrados de un tribunal superior, capacitados en el ordenamiento jurídico, quienes ahora aprovechen una acción judicial para amedrentar a periodistas que no han faltado a sus deberes. Porque eso es lo que hace una tutela de este tipo: mover la discusión a un ámbito que utiliza un lenguaje críptico, donde claramente Cabrera y Ojito se sienten más cómodos.
Como lo pidieron la Asociación Colombiana de Editores de Diarios y Medios Informativos (Andiarios) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), es necesario que 'el Tribunal Superior de Barranquilla examine con precisión la información original y las múltiples notas aclaratorias publicadas por El Heraldo que dan lugar a que la controversia esté definitivamente resuelta y que la sanción impuesta contra el director del diario constituya un exceso del juez de primera instancia'. Defender la libre difusión de la información y el ejercicio adecuado de la acción de tutela es proteger el bienestar del país entero.
Rechazo a un atropello/El Tiempo
Es increíble, por no ir más lejos, que Marco Schwartz –un periodista de una larga y robusta trayectoria, conocido por su seriedad y mesura– se encuentre a las puertas de la cárcel por desacatar supuestamente una tutela, luego de rectificar no una, sino dos veces, una información que publicó El Heraldo –diario barranquillero que él dirige–, cuyo origen provenía, además, de un comunicado de la Fiscalía.
Se trataba de la noticia de que se estaba investigando a un par de magistrados del Tribunal del Atlántico por el manejo de una tutela. Los dos jueces, sin embargo, dispusieron de los espacios del periódico para defenderse ampliamente y sin ninguna clase de censura. Pero de nada sirvió: la libertad de Schwartz está en peligro, como si ese hubiera sido el objetivo desde el principio.
Pero no es solamente la libertad individual de un periodista la que está en juego, así sea por tres días, sino la de informar la que también se ve amenazada. Porque se trata –pues se han cumplido todos los pasos que suelen exigirse en estos casos y el director de El Heraldo ha seguido al pie de la letra la ética periodística– de un caso de rampante censura en tiempos en los que la imagen de esta rama no es la mejor.
De cumplirse la orden, como han dicho la Flip, la SIP y Andiarios, quedaría sentado un precedente nefasto para todos los periodistas de Colombia que no solo se atrevan a ser críticos con cualquiera de los miembros de alguna de las ramas del poder, sino que osen publicar una información que –como en este caso– no sea del agrado de los poderosos.
Se abriría así una ventana muy peligrosa, de tiempos superados, cuando el abuso de poder y de autoridad llegó a atropellar la libertad de informar. Por eso es importante que todos los que creemos en el valor de la libre expresión respaldemos con toda solidaridad y convicción a Marco Schwartz.
No es la justicia toda, pero por lo que implica, dejar pasar este indignante episodio, que tiene todo el carácter de una arbitrariedad de miembros de esa rama, sería un grave error. Ya se sabe que las injusticias que le suceden hoy a una persona, mañana las afrontará otra. Y después, todos. Esperemos que se resuelva bien, como es lo natural.