'Tinto, tinto, pan, pan, aromática. ¿Qué se le ofrece a la señora mientras espera a que la atiendan?'. La voz del vendedor ambulante resuena sin problema dentro del dispensario de la Nueva EPS, ubicado en la calle 76 con carrera 49B.
Los pacientes de esta entidad están apiñados en las 44 sillas que se encuentran disponibles. Otros dan vueltas en los estrechos pasillos o salen a ‘tomar’ un poco de aire, mientras esperan el turno que les corresponde.
La palabra clave para reclamar medicinas como usuario de las EPS en Barranquilla es paciencia, pues hay que esperar turno por turno hasta que ser llamado a una ventanilla.
Ancianos, personas en condición de discapacidad, adultos, incluso jóvenes tienen que padecer la ‘enfermedad’ de reclamar sus medicamentos, bien sea por primera vez o las que corresponden a tratamientos mensuales.
Francisco Guerrero es hipertenso, tiene 70 años y llegó a las 8:30 a.m. a recibir, como cada mes, sus pastillas. 'Me tocó el turno 214 y me tengo que aguantar hasta el final. Aquí es engorroso retirar los medicamentos. ¿Por qué tiene uno que vivir así, como cerdos?', cuestiona el pensionado.
A pesar de contar con dos abanicos y dos aires acondicionados, es poco el aire que se siente en este punto de atención. La puerta se mantiene abierta constantemente por el flujo de personas que entran y salen.
Por momento los usuarios esperan con paciencia, pero en otros consideran que han 'soportado mucho' y se molestan con los empleados.
'No es que los que atienden quieran ser lentos. Lo que pasa es que no alcanzan, no son suficientes', reitera Guerrero.
Con el transcurrir de las horas en el dispensario de la Nueva EPS (atendido por Éticos) aumentan los altercados y reclamos de los usuarios. Zoraya tiene 30 años y tras cuatro horas esperando para recibir los medicamentos de su tía, que padece de isquemia cerebral, tuvo que respirar profundo y devolverse para su casa con un 'pendiente'.
'A mí me toca venir mensualmente por Ensure y pañales. Mi tía tiene 64 años. Recibí el turno 121, esperé y cuando me tocó a mí, me dicen que no hay. Esto siempre es un despelote, no se encuentra nada y tengo que venir en agosto por ellos para ver si hay', explica.
A las 11:00 a.m. salió en la pantalla el turno 200. Unos que ‘tiran la toalla’ en la maratónica jornada empiezan a ceder sus cupos a otros usuarios, logrando avanzar o adelantarse al turno con el que habían iniciado.
Así, eventualmente, muchos usuarios empiezan a caminar entre ellos mismos buscando quién tiene ánimo de marcharse para ganarse el ‘tiquete directo’.
Sanitas Cruz Verde
En el trabajo de campo hecho, en el dispensador de tiquetes que está dispuesto en el dispensario de Cruz Verde, calle 74 con carrera 55, el turno 107 salió a las 11:35 a.m.
En esta farmacia atienden a los usuarios de EPS Sanitas. Aunque el entorno es más cómodo, la espera sigue siendo igual de tediosa.
Aquí el llamado se hace por letras y números, lo que desespera a los usuarios. 'Esto es por A, B y C, pero se quedan pegados en una letra y no avanzan en otras', manifiesta ofuscado uno de los usuarios.
'¿Qué pasa con el turno de los viejos que no se mueve?', exclama otro paciente. 'Somos preferencial porque nos vamos a morir primero', grita un tercero. 'Tengo hambre y ustedes almorzando', sentencia un anciano, desesperado por la poca cantidad de dispensadores farmacéuticos que estaban atendiendo, ya que de nueve cajas disponibles, a las 12:15 p.m., solo estaban funcionando cuatro.

Cristina Ruiz tiene 45 años, de los cuales ha dedicado diez a reclamar mensualmente el medicamento de su madre, que es diabética, y de su padre, que es ciego. 'Siempre es igual. Uno se gasta toda la mañana. Me tocó el 65 y cuando llegué iba por el 43. Uno diría que no es mucho, pero siempre se demoran toda la mañana', lamenta.
A este punto de atención se suma un paso más que deben cumplir los usuarios y consiste en comprar bonos –el costo depende del salario que devengue mensualmente el afiliado– para adquirir los medicamentos.
Las vendedoras, de acuerdo con varios usuarios, no reciben efectivo. 'En la consulta me dan la orden de medicamentos, luego tengo que autorizarla, después comprar bonos en un punto de atención y por último llego hasta aquí', explica una trabajadora que tuvo que marcharse tras 'perder su tiempo para almorzar' esperando a que la atendieran. 'Salí del trabajo antes de tiempo para llegar a las 12 m, ya van a ser las 2:00 p.m. y me tengo que ir para no llegar tarde. Ahora tengo que sacar de mi bolsillo para comprar los medicamentos. Así pierde uno plata y tiempo', explica con un tono de resignación.
Peor ocurre para las personas que no viven en la ciudad y deben venir a buscar sus medicinas desde otros puntos del área metropolitana o de municipios atlanticenses o de otros Departamentos.
Así le sucede a Lucila Mercado quien tiene que trasladarse cada tres meses de su natal San Basilio, Magdalena, para hacer seguimiento a la diabetes que padece. Para llegar a Barranquilla, relata Mercado, coge moto hasta Salamina, atraviesa en una canoa el río magdalena hasta Calamar y termina su travesía en un bus hasta Barranquilla. Cada trayecto le cuesta 30.000 pesos. 'Teníamos más de media hora de estar esperando, pero nos dijeron que era porque había unas máquinas dañadas. Ella ya tiene fatiga porque está en ayunas y esto es algo que debe hacer cada tres meses para recibir su tratamiento', explica Ana Romo, acompañante de Mercado.
Audifarma y Cooomeva
En la carrera 49C con calle 80 se encuentra un dispensario de Audifarma. Ahí reciben Coomeva y SaludTotal. Al llegar a las 3:19 p.m. una joven encargada de entregar los turnos dio el 272.
En ese momento ocho encargados entregaban medicinas. El sonido de las máquinas era ensordecedor, sumado al de un televisor en el que pasaban una novela nacional.
A esa hora Emperatriz se encontraba en la última fila de las sillas verdes esperando a que su turno apareciera en la pantalla para solicitar las 30 latas de Ensure y los 147 pañales que mensualmente recibe de Coomeva. 'Mi mamá depende de mí, tiene 89 años y sufre de Alzheimer. Esto lo tengo que hacer yo', expresa la barranquillera, que asegura recibe las medicinas por una tutela que tiene en contra de la EPS.
Luego de esperar por más de una hora en el caluroso lugar, Emperatriz obtuvo lo que buscaba, salió a la calle a buscar un taxi que la llevara hasta su casa en Soledad.
Trucos y claves
Muchos pacientes aseguran que lo 'ideal' para no esperar tanto tiempo por los medicamentos es estar antes de que abran la atención en los dispensarios.
'Si madrugo puedo recibir rápido lo que estoy buscando', asegura Vitalio Salgado, 62 años, quien llegó a Cruz Verde antes de 7:00 a.m. a reclamar los medicamentos de su mamá Brunilda Cordero. 'En la Nueva EPS encuentran usuarios que llegan desde las 5:00 a.m. por un turno', comentó Zoraya cuando se marchaba con las manos vacías.

Sin baños
Además de lo tedioso que se ha vuelto reclamar medicamentos, usuarios tienen que sortear diversas dificultades. Una de las básicas es el uso del baño. En dos de los tres puntos visitados (Nueva EPS y Audifarma) no había este servicio, por lo que los afiliados tenían que ir a otros sitios. 'Los señores que son mayores que yo, cuando tienen sus necesidades o sus urgencias tiene que salir corriendo a prestar baños en los locales que están alrededor. Eso puede convertirse en un accidente porque atraviesan las calles sin ayuda. No debería ser así', dice Francisco Guerrero, afiliado a la Nueva EPS.
Todo esto ocurre bajo la mirada y el conocimiento de Supersalud, la Personero y Defensoría del Pueblo, entidades que afirman que 'trabajan' para que mejore dicho servicio.
Por ahora, los pacientes, en su calvario, seguirán madrugando para evitar las largas filas o continuarán esperando a que pasen las horas para ser llamados y obtener los medicamentos necesarios.
Hay pocos dispensadores frente al número de usuarios: Ulay Beltrán
Ante los tiempos la demora diaria de decenas de usuarios, que oscilan entre tres y cuatro horas, Ulahy Beltrán, asesor y consultor en salud, manifestó que 'lo que con mucha frecuencia se observa, especialmente en ciertas horas pico del día, en algunos puntos de dispensación que tienen las EPS es una gran congestión de usuarios y una lenta entrega de las medicinas reclamadas', dijo.
'Esto ocurre –agregó– en ocasiones porque en esos puntos son muy pocos los dispensadores frente al número de usuarios que van en búsqueda de sus medicamentos, y también porque en ocasiones quienes dispensan no tienen la agilidad para atender de manera oportuna'. Además, el consultor explicó que si bien no hay una norma que defina cuánto es el máximo de tiempo que debe demorar alguien que reclama un medicamento en un punto dispensación, aseguró que 'sí hay estándares (Metas para Actividades de Salud - ISS 2000) que establecen que un despachador debe estar en capacidad de entregar hasta 14 fórmulas en una hora, es decir solo un poco más de 4 minutos por fórmula, con una suficiencia en la entrega de la fórmula igual o mayor al 95%'.
Sin embargo, en esos puntos de dispensación 'se observa cómo un despachador sin destreza se demora muchísimo más tiempo que dicho estándar, lo que congestiona el espacio que es muy reducido en algunas ocasiones, generando inconformidad y desespero en los pacientes', aseveró Beltrán.