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La falta de agua dulce proveniente del río Magdalena no solo ha afectado a los peces que han muerto en los últimos días en distintos sectores de la Ciénaga Grande.

En esa misma zona, al igual que en toda la ciénaga, los manglares, necesarios en el ecosistema, también se han visto perjudicado por la falta del intercambio de flujos de agua salada y dulce.

Así lo explican expertos ambientalistas y biólogos en diálogo con EL HERALDO.

'Llegamos a tener salinidad de 120 cuando la salinidad del mar es de 30, esa salinidad es superior a los límites de tolerancia de las especies de manglares', expresó la bióloga Sandra Vilardy.

De acuerdo con la experta, en la Ciénaga Grande se registran cuatro especies de mangles, los cuales tienen tolerancia de salinidad entre 40 y 70.

'Hasta 70 unidades de salinidad el manglar resiste y desde el año pasado tenemos salinidades muy por encima de eso, por eso se presentan estas mortandades de bosque que son evidente desde la carreteras y en sobrevuelos', señaló la doctora en ecología y medio ambiente.

Vilardy manifiesta que la muerte de la zona de manglares está produciendo tres efectos principales.

'El bosque manglar aporta materia orgánica que se está descomponiendo en un agua que no tiene oxígeno, esto es un problema metabólico grave', comentó.

Asimismo, dijo que las aves y la cadena alimenticia de la zona también se ven perjudicadas.'El manglar es el edificio donde vive la biodiversidad. Muchas aves que habitan ahí se tienen que desplazar a otros lugares y afecta la cadena alimentaria en el sistema'.

Por último, argumenta que la producción de los peces disminuye como consecuencia de esta misma muerte de mangles. 'Las raíces del manglar, que es el lugar preferido por las especies para que sean ‘guarderías’ y sus ‘nidos’, no se puede dar porque es allí donde se pierde el oxigeno'.

Así, los bebés peces o juveniles no están teniendo donde refugiarse porque el agua, que es su ‘guardería’, está en descomposición.

Por su parte, Judith Arteta, directora del departamento de química y biología de la Universidad del Norte, explicó que las altas temperaturas también perjudican la zona de mangles.'Las plantas respiran y en el río hace falta oxigeno para los tejidos de los mangles que están dentro del agua, muchos organismos, muchas células dependen del oxígeno', manifestó Arteta.

Invemar. El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras realiza periódicamente monitoreos y seguimientos a la Ciénaga Grande.

En el informe de 2015 se logra evidenciar señales de daños en las especies y en los manglares, por los altos índices de salinidad.

Avicennia germinans, Laguncumaria Racemosa, Rhizophora mangle y Conocarpus Erectus, según el informe, son las especies de manglares que se logran identificar en la Ciénaga Grande.

El director de Invemar, capitán Francisco Arias, estima que en la zona suroriental de la ciénaga se han perdido en los últimos dos años 700 hectáreas de manglar, y 'se encuentran en riesgo alrededor de 2.200 hectáreas en zonas donde por falta de intercambio de las aguas, se pueden perder'.

Actualmente, según cálculos de Invemar, hay entre 28 a 30 mil hectáreas de manglares en la Ciénaga Grande.

Biólogos aseguran que es necesario activar el flujo de estos líquidos para comenzar de manera paulatina la recuperación. Precisan que en la construcción de la Vía de la Prosperidad no pueden repetir el error de la construcción de la vía Ciénaga - Barranquilla, con la que se perdieron 28.570 hectáreas de bosque de manglares.

'La entrada y salida del agua tiene que ser natural. Si el hombre interviene en taponar y hacer obstrucción afecta los manglares, el medio ambiente y los peces', agregó el ingeniero agrónomo, William Peña.