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'Descubrimos el poder viral de las redes sociales'. Esa frase de Juan Carlos Vélez, gerente de la campaña por el ‘No’ en el plebiscito que consultó sobre el acuerdo de cese del conflicto entre el Gobierno Nacional y las Farc, resume con efectividad una de las causas principales del resultado de la jornada democrática. La estrategia usada pasó por la reproducción de imágenes como la del presidente Juan Manuel Santos junto al comandante guerrillero Rodrigo Londoño, alias Timochenko, con el mensaje de por qué se le iba a dar dinero a los guerrilleros 'si el país estaba en la olla'. Dice Vélez que la publicación fue compartida por lo menos 130.000 veces en Facebook. A estas se sumaron memes, intervenciones en YouTube y todo un maremágnum de información que motivó, además de la desaprobación del acuerdo por la mayoría de los votantes, una polarización intensa que incluso en estos momentos es evidente. De hecho, la misma revelación ha contribuido a ahondar la polémica por el evento que ha sido catalogado como histórico para Colombia y ha tenido puesta muy de cerca la mirada de la comunidad internacional.

El analista digital Óscar Morales Guevara, fundador del movimiento Un millón de voces contra las Farc (organizador de la marcha de febrero de 2008), indica que para analizar lo que está sucediendo lo primero que es necesario entender es que las redes sociales se han constituido en una gran conversación, en una herramienta que le dio voz al ciudadano común y se convirtió en su tribuna propia, independiente de los medios de comunicación tradicionales.

Cuando las redes se conectan con la política, agrega, el paso siguiente es que es muy probable que se genere un movimiento alrededor de un tema, como en su debido momento sucedió con Un millón de voces contra las Farc, que pasó de estos medios a la calle.

Morales Guevara estima importante que en los últimos tiempos las redes hayan desnudado asuntos que permanecían ocultos a la ciudadanía, y cita ejemplos: 'si no fuera por las redes nunca nos hubiéramos enterado de lo de Conejo, en La Guajira; tampoco de tantos abusos de la Policía para con ciudadanos, y si no nos hubiera mostrado las tales cartillas, Gina Parody no hubiera estado en el ojo del huracán'.

A esta idea le añade que la política ya no puede vivir sin una ciudadanía vigilante encima, dentro de lo cual las redes cumplen un papel fiscalizador permanente.

Pero el analista también es enfático al decir que la gente tiene que aprender a procesar toda esa información circulante: '¿cuál es el punto negro?, que mucho de lo que hay ahí a veces es mentira y eso se vio, en el plebiscito abundó la propaganda negra más que la didáctica, abundó el temor más que la razón, la emoción más que el intelecto; entonces las redes son plataformas que se prestan para eso'.

La socióloga y doctora en antropología Matilde Eljach expone al respecto que en estos tiempos de desarrollo informático y comunicacional, las redes sociales han cumplido un papel fundamental en la transmisión y divulgación de conceptos, opiniones y orientaciones.

Y anota que, si bien, por la inmediatez no dan lugar a análisis profundos, 'es reprochable el uso irresponsable que se hizo por parte de algunos sectores, al utilizarlas para promover argumentos calumniosos orientados a infundir miedo en el pueblo colombiano, con la intención de conducir su voto hacia determinada posición'. Según ella, las redes movilizan y construyen una unidad transitoria a través de la comunicación. Por eso, 'promover ideas tendenciosas o amañadas lleva a tomar decisiones que luego se podrían lamentar'.

Para Tatiana Velásquez, comunicadora social magíster en periodismo de investigación, datos y visualización, es claro que un país con bajos índices de lectura como Colombia, un documento de 297 páginas (el Acuerdo para la terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera), y con numerosos conceptos jurídicos especializados no iba a ser fácil de digerir. Opina que por ello ese vacío de lectura dejó a la mayor parte de la población a merced de la emotividad, y a veces irracionalidad, de las redes sociales. 'Por plataformas como Twitter y Facebook y por el servicio de chat WhatsApp circuló mucha información falsa o descontextualizada sobre el impacto de los acuerdos a corto y largo plazo. También circularon mensajes que resultaron ser más vendedores para que la masa los repitiera una y otra vez, incluso sin que la mayoría dimensionara lo que estaba repitiendo: ‘castro-chavismo’, ‘Timochenko será el próximo presidente’, ‘un acuerdo lleno de impunidad’ y ‘la ideología de género'.

En su concepto, esas 'mentiras o verdades a medias' se terminaron convirtiendo en verdades absolutas entre la gente, y más las difundía.

La analista Nayra Abal Camargo se refiere al tema en una columna de marzo pasado en el diario La Razón, de Bolivia, al señalar que 'hoy en día movemos gente disconforme hacia revoluciones, ayudamos a causas nobles y podemos aniquilar el prestigio de una persona con un solo clic. Debemos reconocer que como sociedad, al menos virtualmente, nos hemos vuelto más eficientes'.

Uno de los hechos que marcaron la revolucionada semana pasada en el país fue la marcha convocada por estudiantes universitarios, que tuvo lugar en plazas y sitios concurridos de diferentes ciudades del país. La movilización, llamada ‘La tercera marcha del silencio’, se hizo a través de la red Facebook.