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Jerónimo, Jesús, Beiker, Raúl y Walter pasaron la noche sin dormir. Están sentados en las sillas azules de la oficina de Migración Colombia, en Barranquilla.

Sus rostros no solo reflejan el cansancio de pasar la noche en vela, también muestran la tristeza de haber sido capturados, a las 8:20 p.m. del miércoles en el barrio Chiquinquirá, calle 43C con carrera 30, cuando el grupo de mariachi al que pertenecen tocaba la primera canción de la noche. Los músicos venezolanos, en compañía de varios colombianos, interpretaban Si nos dejan, como abrebocas para un cliente que iba a proponerle matrimonio a su novia. Pero todo era 'una farsa', según explican ellos.

Así lo analizan mientras esperan una respuesta a su ilegal ingreso, piensan en soluciones imaginarias y cantan para ablandar el ánimo de los funcionarios que suben y bajan las escaleras de las oficinas para iniciar el traslado a la frontera colombo-venezolana.

Qué triste fue decirnos adiós cuando nos adorábamos más… sale de la garganta de Sergio Santiago, líder de la agrupación El Rey, a la que pertenecían los venezolanos, mientras acompaña a sus compañeros de hace cerca de dos meses a que resuelvan su situación como inmigrantes.

Cada uno llegó huyendo de la crisis que atraviesa el país vecino. Ingresaron a Barranquilla con la esperanza de enviar dinero a sus familias entonando canciones, afinando guitarras y tocando los acordes de temas de amor, despecho, olvido, fiesta o lo que les pidieran.

Pero ahora solo pueden mirar con los ojos rojos, llenos de impotencia y preocupación por no saber lo que les depara el futuro.

Dicen, entre ellos, que todo 'fue una trampa'. Aducen que la envidia, los celos y la competencia desleal pudieron llevar a que otros grupos de mariachis los hicieran 'caer en el engaño'.

'Nos llaman para una serenata, nos dan la dirección, bajamos los instrumentos, empezamos a tocar la serenata y en la primera canción dos señores se bajaron de un carro grabándonos, tomándonos fotos y después llegaron patrullas de la Policía y Migración', cuentan.

Ya no tienen el uniforme de pantalón negro y chaqueta mostaza que vistieron la noche anterior, ahora de jeans, camisetas y gorras se preparan para las seis horas de carretera hasta llegar a Paraguachón, en La Guajira.

Larga espera

16 horas cumplen sin comer, ya pasó la hora del desayuno y el almuerzo los cogerá en la vía. Siguen arrepintiéndose por 'no seguir corazonadas'.

'No era la primera vez que nos hacían este tipo de jugadas, que nos llamaban y resultaba ser nada, todo es por el temor de otros de perder clientes', dice Santiago.

Mientras se acerca el momento de marcharse les resulta imposible, expresan, dejar de pensar en las personas que volverán a ver. 'Cuando me vine dejé a mi hijo y a mi esposa. Ahora solo quisiera llevar la leche en polvo que tanto necesita y que allá no se consigue', dice Jerónimo con la mirada fija, a través de la ventana, en la van que los sacará de la ciudad que les dio la mano.

'Aquí vivimos con las uñas para poder mandar a Venezuela. Maduro acabó con nuestro país y por mi familia tengo que trabajar', dice Walter, de 23 años, padre de un menor de cinco meses, esposo e hijo de una mujer que no puede trabajar.

La competencia

'Somos músicos de verdad. Nosotros nos preocupamos por tocar bien, cantar bien y a nuestros clientes les gusta eso', dice Raúl, a medida que se levanta de la silla para recorrer el salón de Migración.

Que si te inspira ser zapatero, solo quiero que seas el mejor... canta Jerónimo y después explica: 'En Barranquilla creen que los mariachis son por estrato y eso aterró a algunos. Los mariachis del norte y los mariachis del sur', asegura indignado.

Y deja claro que en su país los problemas no se solucionan así, sino 'de frente'. 'Esto es desleal, no es la manera de hacerlo. Si había un problema se podía solucionar, pero ya es tarde', agrega.

Afuera finiquitan detalles, falta poco tiempo para que la van y los funcionarios de Migración Colombia estén listos para el traslado. El movimiento de empleados se incrementa y uno de ellos pide a los acompañantes de los venezolanos que se retiren de la sala. Tristes y resignados esperan volver para que los dejen cantar su canción.

Migración explica

De acuerdo con la entidad, los venezolanos fueron expulsados del país después de que se estableciera que sus conductas afectaban el orden público y la tranquilidad social. Los extranjeros, añaden, fueron ubicados tras recibir una denuncia de la ciudadanía, en la que informaban la presencia de varios grupos musicales conformados por extranjeros. En el proceso de investigación, la autoridad migratoria estableció, según indican, que los venezolanos ingresaron al país de forma irregular por La Guajira, luego hacia el Magdalena, hasta llegar a Barranquilla. Además, indican que los músicos tendrían una denuncia ante la Fiscalía por amenazas a otras agrupaciones. 'Se empezó un proceso administrativo contra el representante legal por una posible infracción a la norma migratoria, al contratar a extranjeros sin cumplir los requisitos legales', informó Néstor Castro, director de Migración Colombia - Regional Caribe.