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Una sonrisa dibujada en una lápida. Una docena de flores que viven en la tumba. Ambas escenas son comunes entre los nichos de un cementerio, pero hoy es un día especial. Cada 2 noviembre se celebra en Colombia, así como en otros países de Centroamérica, el tradicional Día de los Muertos. En Barranquilla, la memoria de los difuntos está entre la nostalgia y el olvido.

Desde ayer, madres, padres, hijos, familiares y amigos comenzaron a visitar las tumbas de quienes se despidieron algún día de sus vidas. Lo hacen para remover las flores marchitas de las tumbas y poner nuevas y coloridas. Muchos otros optaron por utilizar el servicio de los ornamentadores, quienes consideran esta fecha como 'la mejor' de todo su año de trabajo.

Sentada de piernas cruzadas en el piso, Yeidys Valencia dibuja gusanos sonrientes en la lápida de su bebé fallecido. Hace cinco meses que Frank Zambrano nació en una clínica de la ciudad, pero solo pudo mantenerse con vida media hora, pues sufría por complicaciones renales.

Desde entonces, la madre primeriza de 32 años cumple con una cita cada mes. Ayer, en el bloque de niños del Cementerio Católico Calancala, Valencia alistaba una decoración con fomi, escarcha y flores, para que su esposo y madre, encuentren hoy 'bien lindo' el lugar donde descansa su pequeño.

'Vengo todos los meses a visitar a mi pequeño. Esto ha sido muy doloroso, el primer hijo nunca se olvida', expresó Valencia con mucha tristeza.

No todas las tumbas están tan coloridas como la de Frank. En cientos de nichos, descansan ositos de peluche colmados por el mugre, o rosas caídas. En muchos otros pareciera que nunca nadie se acordara de su existencia.

Visitas masivas

Para las administraciones del campo sagrado es difícil medir cuántos visitantes ingresan en un día como hoy. Los funcionarios, pese a no tener registros claros, solo saben que 'es de las fechas más movidas, junto con el 31 de diciembre'.

De eso también están seguros los ornamentadores, quienes multiplican sus ganancias limpiando lápidas y haciendo arreglos florales.

Wilmer Almanza, quien lleva más de 35 años trabajando en el cementerio Universal de Barranquilla, puede cobrar hasta $200.000 por la ornamentación de una lápida.

Explica que no es un 'trabajo cualquiera', pues incluye un florero de mármol, molde de yeso, estuco, vinilo, esmalte y flores.

'Yo cobro así de caro porque soy de los que más experiencia tiene', cuenta.

Este 2 de noviembre, alguien que ejecute estas labores, puede ganarse cerca de $700.000 debido a la gran demanda.

Por esto, Manuel Jiménez, quien cambió su trabajo en el camposanto por la venta de frutas, decide regresar hoy al cementerio para 'hacerme un buen dinero' con el alquiler de sillas. Cuenta que, alquilando cerca de 300 puede conseguir hasta $300.000 en el Universal.

En las floristerías el negocio debe ser más controlado. Candelaria Meza, una de las vendedoras más antiguas en las afueras de este cementerio, asegura que prefiere no revelar sus ganancias, puesto que años atrás ha sido víctima de los atracadores, quienes se han enterado de las sumas de dinero que pueden recoger los comerciantes el Día de los Muertos. 'Hace dos o tres años me quitaron más de $2 millones por andar diciendo cuánto ganaba. Ahora la patrulla nos acompaña para que no nos roben', cuenta la mujer, quien lleva 40 años en el negocio.

Para evitar que estas situaciones se presenten, la Policía pondrá a disposición unas 100 uniformados en los cementerios con el objetivo de garantizar la seguridad.