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El caos urbanístico que rodea el aeropuerto Ernesto Cortissoz, en Soledad, ha generado inquietud entre la comunidad y el mismo concesionario que lo opera desde el año pasado. Se ha convertido en un problema sin control, de más de tres décadas, que pone en riesgo el futuro del terminal de pasajeros.

Barrios como San Vicente, Ciudad Paraíso, La Libertad, Renacer, 23 de Noviembre, Villa del Rey y Viña del Rey han crecido en terrenos cedidos por privados o sobre otros del Estado, como uno de 17 hectáreas del Ministerio de Comercio, ubicado hacia la zona norte de la pista. El aeropuerto fue inaugurado en 1979 y está en operaciones desde 1981, los asentamientos aparecieron unos años después.

El Grupo Aeroportuario del Caribe SAS asumió en mayo de 2015 el manejo del Cortissoz por los siguientes 20 años. En uno de los capítulos del Plan Maestro de Desarrollo (PMD) del aeropuerto, aprobado este año, evidencia los enredos de usos de suelo en el sector. En áreas previstas como de 'protección y saneamiento' y 'reserva aeroportuaria' hay unas 3.500 casas de manera 'irregular', según acepta la Alcaldía de Soledad.

El documento también contempla que zonas un poco más distantes al aeropuerto sean utilizadas 'preferencialmente' para industrias con 'restricciones a la edificación', 'áreas con restricciones de usos', zonas de 'protección ambiental', de desarrollo 'agrícola' y con 'restricciones de altura de edificaciones'.

La realidad, sin embargo, es que a pocos pasos de las mallas de la pista del Cortissoz habitan familias que viven expuestas a cualquier eventualidad que se produzca en la operación de las aeronaves. Conviven con el ruido de las turbinas de los aviones.

Los desperdicios generados por las poblaciones del sector también han sido un problema que, incluso, han afectado las operaciones aeroportuarias. Basureros a cielo abierto que atraen aves carroñeras han comprometido la seguridad aérea en años anteriores. El Reglamento Aeronáutico de Colombia (el RAC-14) establece que 13 kilómetros a la redonda del terminal no puede haber nada que genere un peligro operacional.

En los barrios

Las polvorientas vías de la mayoría de estos barrios y los problemas de servicios públicos, como el alcantarillado, son una preocupación para sus habitantes. Reinaldo Vanega, presidente de la Junta de Acción Comunal de San Vicente, aseguró que la situación en estos barrios es 'dramática'.

'Por las calles corren las aguas residuales. La Alcaldía nos dio unos tubos, hace como cuatro años, para que nosotros mismos instaláramos el alcantarillado, pero es como si no tuviéramos. Todo cae a un arroyo, y el mal olor es constante en el ambiente. El otro problema es la inseguridad', contó Vanega, mientras señalaba un tiradero de basura junto al canal, a unos metros de la malla del Cortissoz.

Los niños del sector viven expuestos a la contaminación ambiental. Durante la visita de EL HERALDO a la zona, vio a un grupo de cinco menores jugando sobre las basuras, descalzos. Entre los desechos había varias cajas de pastillas. 'Hay muchos papás que no prestan atención a eso', comentó un vecino.

El ruido

Rosalba Solano, 66 años, aseguró que vive hace dos décadas en San Vicente, frente a una pared que los separa del terminal aéreo. Afirmó que cuando despegan o aterrizan los aviones siente que 'queda sorda. Y peor es con los de la Fuerza Área'. 'Deberían hacer algo por comprarle esto a uno para no estar más aquí'.

Pero no todos se quejan. Manuel Masa, 54 años, es uno de los que sostiene que está 'acostumbrado' al sonido de los motores de las aeronaves. 'Uno se acostumbra a eso. No le veo ningún problema', expresó el hombre que se gana la vida como mecánico y con una chatarrería. Indicó que su casa la construyó hace más de 25 años allí porque un privado le 'regaló' el lote 'a cambio de unos votos'.

Janer Urieta, 25 años, reside en Villa del Rey. Contó que en su casa les tocó sacar la cocina a la terraza porque cocinan con leña y 'el humo no se lo aguantan adentro'. A pocos metros de la olla con el almuerzo del día pasa un arroyo que en invierno se convierte en su mayor preocupación. 'Nos toca estar pendiente porque se crece y nos inunda toda la casa'.

Pegados al Cortissoz

El barrio Viña del Rey es de los más próximos al aeropuerto. En un callejón que se estrella con la malla del Cortissoz estaba John Cerpa, de 39 años, quien vive allí hace 20. Afirmó que está 'concientizado' del nivel de ruido que hay en la zona y explicó que su escasa capacidad económica ha hecho que se mantenga en el sector, 'sin importar el ruido de los aviones'.

El reclamo es el mismo de la mayoría que reside en estos barrios: que las autoridades locales mejoren los sistemas de alcantarillado y las vías de acceso. 'Ojalá organicen todo esto, si me tienen que reubicar no me importaría'.

Yaniris Pacheco, 39 años, tiene una casa de tabla 'pegada' a los límites del aeropuerto. Narró que llegó a este barrio hace tres años, proveniente de San Marcos, Sucre. Salió de su Departamento porque solo en Barranquilla podían hacerle un tratamiento de leucemia a uno de sus dos hijos. Y fue justo al lado del Cortissoz donde encontró un 'espacio desocupado' y decidió, con su esposo, 'construir poco a poco' su hogar.