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El siquismo de un terrorista suicida es probablemente mucho más complejo de lo que la gente supone. Así se refiere el siquiatra Fredy Sánchez a la diversidad de estudios y análisis a través de los cuales los expertos han tratado de determinar y entender las razones que mueven a una persona a cometer ataques mortales en masa y a quitarse la vida o exponerse plenamente para que sean las autoridades las que lo eliminen tras el hecho.

Uno de los últimos casos de este tipo sucedió el miércoles anterior, en Kabul, Afganistán, donde perecieron cuatro personas y otras once sufrieron heridas en medio de un atentado con bomba cerca de la sede del Ministerio de Defensa. El artefacto fue detonado al paso de un vehículo donde viajaba personal de seguridad.

El 14 de noviembre pasado, en Irak, seis suicidas intentaron acceder a un evento masivo en la ciudad de Karbala, mas no les fue posible porque las fuerzas de seguridad alcanzaron a ubicar y eliminar a cinco de ellos. El sexto ingresó a una vivienda e hizo estallar el chaleco explosivo que usaba; allí no solo murió él sino que mató a seis personas.

Otro hecho sucedió apenas dos días antes, en la provincia de Baluchistán, en Pakistán. El saldo de este ataque reivindicado por el Estado Islámico (EI), fue de 43 muertos y unos 100 heridos. El autor material, también con chaleco explosivo, atacó a los participantes de un acto festivo en un templo.

Y la lista de este año se extiende, entre otros, con atentados tan sonados como el ocurrido el 12 de junio en Orlando, EE.UU., en un club nocturno gay en el que un atacante suicida mató a 49 personas. El 14 de julio en Niza, Francia, un conductor de un camión atacó a una multitud que celebraba el Día de la Bastilla: 34 víctimas mortales. En otros dos ataques el 22 de marzo perecieron 35 personas en Bruselas, Bélgica.

Según sostiene Sánchez, director de la especialización en Siquiatría de la Universidad Simón Bolívar, 'hay estudios que han buscado explicaciones a estas situaciones. Hay diferencias en el siquismo de un terrorista que se ha formado y ha crecido en una cultura como la americana, versus uno que lo hizo en un medio absolutamente islámico. Hay diferencias interesantes pero no son concluyentes, nada de esto es verdad absoluta, si bien es un tema que ha llamado la atención, hay aproximaciones pero no evidencias'.

El sicólogo Noam Shpancer, que se ha dedicado a estudiar el tema, ha planteado que la mayoría de las personas da una justificación que se vuelve una explicación circular, es decir que se cierra. Por ejemplo, a la pregunta de por qué un individuo decidió ejecutar un hecho como este y luego matarse, la respuesta es porque está loco, y si se contra pregunta por qué está loco, la nueva respuesta es tuvo que estarlo para poder hacerlo, y ahí concluye la explicación.

Otra idea recurrente es que estos individuos son perdedores o fracasados y que no les queda más remedio que inmolarse. Entonces se dan unas explicaciones muy particulares, pero en realidad lo que se hace es justificar unos comportamientos y dar por sentado puntos de vista particulares.

Y lo tercero es que mucha gente cae en el hecho de atribuirle la crueldad a la religión. Sobre esto, el siquiatra Sánchez expone que el planteamiento indica que si bien es cierto que todas las religiones han tenido alguna manifestación que pueda parecer cruel, el modo en que las personas interpretan esto es lo que puede considerarse sesgado.

'Alguna aproximación que han hecho analistas es que hay individuos que tienen un cierta deseo de morir pero no son capaces de suicidarse, incluso se ha acuñado en países términos como ‘suicidio por policía’, que es cuando voy a hacer algo pero que no haya posibilidad de que me detengan, si no que me maten', añade.

Entre tanto, David Lester, en su ensayo ‘Mujeres suicidas’, plantea que muchas atacantes suicidas están motivadas, al menos en parte, por un desorden de estrés postraumático, por desesperanza y desesperación.

Mientras que para el mundo occidental es un asesino, para una parte de la población –usualmente la del atacante-, es un mártir que decidió inmolarse por la causa. Es el mismo punto desde dos aceras distintas.

Una conclusión parcial de Adam Lanford, profesor asociado de justicia criminal de la Universidad de Alabama que ha estudiado el tema, es que la clave para disuadir a los atacantes suicidas es exponer sus motivaciones suicidas y cerrar la puerta de salida del mártir. De acuerdo con su planteamiento no son enfermos mentales, si no gente con desórdenes de personalidad.