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Aunque Fidel Castro también será recordado por imponer una política que limitó y ahuyentó la inversión privada en Cuba, hace unos 14 años les abrió las puertas a cuatro empresarios colombianos a quienes, sin embargo, les habló de temas ajenos a negocios.

Por aquellos años, recuerda el barranquillero Antonio Celia, dos de los temas más importantes de la agenda eran los diálogos de paz con las Farc en San Vicente del Caguán, que habían fracasado a comienzos de 2002, así como las conversaciones para un acuerdo de paz que se daban con el ELN en La Habana, Cuba.

Para este último proceso, el entonces presidente Andrés Pastrana les pidió ayuda a Celia, el fallecido Nicanor Restrepo; Luis Carlos Villegas, quien era el presidente de la Andi, y Sabas Pretelt, quien estaba al frente de Fenalco. 'El presidente Pastrana quería que nos uniéramos a los diálogos, así que nos fuimos para La Habana. Allí nos alojamos por cuenta del gobierno cubano en el Hotel Palco y empezamos las conversaciones con el ELN sobre diferentes tópicos, buscando llegar a acercamientos y acuerdos', recuerda el empresario.

No habían pasado más de tres días cuando una persona del gobierno cubano, quien había acompañado hasta entonces al empresario, le pidió que esperara en una sala. 'Él me dijo: Necesito que te quedes aquí un instante, porque van a ver a alguien muy importante. No te puedo decir, pero en un rato yo vengo y te guío para que se reúnan con una persona que quiere hablar con ustedes.

Al cabo de un rato, esa persona llegó, nos guió dentro del Hotel Palco por una serie de laberintos, caminos desconocidos. Nos condujo a una sala de espera y allí nos dijo a los cuatro: el Comandante Fidel Castro los va a recibir'.

​Recuerda Celia que esas palabras lo dejaron 'asombrado', con una pregunta dando vueltas en la cabeza: ¿qué querría hablar 'el Comandante con ellos?'.

La espera no fue larga y al cabo de unos 15 minutos los hicieron pasar. Al llegar a una sala, 'allí estaba Fidel Castro: era un tipo de una gran presencia. Al principio, yo estaba sorprendido, expectante sobre de qué íbamos a hablar con él'.

En breve la conversación comenzó, principalmente, entre Fidel Castro y Nicanor Restrepo, quien era el vocero del grupo de empresarios. Las primeras preguntas de El Comandante giraron en torno a los diálogos de paz y su sorpresa por ver a cuatro empresarios interesados en aportar su tiempo y recursos en ese proceso. Castro, recuerda Celia con agrado, estaba muy interesado en sus intenciones con el ELN y lo que ese grupo pensaba hacer.

De hecho, fue directo y claro en preguntar sobre el compromiso de los cuatro empresarios si llegaba a ser necesario que ellos pusieran recursos para apoyar la desmovilización del ELN. 'Sí, sí estamos dispuestos', fue la respuesta contundente de Restrepo.

​Otro de los temas sobre la mesa fue el fracaso de los diálogos con las Farc, en cuyo proceso de paz también se había involucrado. Su interés en el país y la paz lo había llevado un tiempo atrás a escribirle a las Farc unas cartas en las que pedía la liberación del padre de un menor. Las Farc habrían ignorado en ese entonces su petición.

'Yo diría que el Fidel que conocí en esas tres horas fue una persona conocedora de Colombia, muy interesada en mediar para que hubiese un acuerdo de paz con el ELN en ese momento, hace 14 años. También era una persona conocedora de nuestra geografía. A mí me preguntó sobre Barranquilla, la conocía. Realmente conocía a Colombia', destaca con insistencia el empresario.

El imaginario sobre Fidel

Aunque Castro fue un hombre de revoluciones, con una vida entre el frío de las armas y la violencia, al que se le relacionaba con las guerrillas y del que se decía que auspiciaba la guerra armada en América Latina, Celia está seguro que la imagen del hombre que vio ese día en aquel hotel se distaba mucho de ese imaginario entre la mayoría.

'Fue muy carismático, muy cálido, muy caribe, entonces eso facilitó mucho el diálogo. Yo creo que yo conocí al Fidel maduro, el que ya tenía claro que la lucha armada no era el camino para la paz. Y eso me parece que marca una diferencia porque nosotros crecimos pensando que Fidel auspiciaba el comunismo en Latinoamérica y que quería expandirlo en la Región', señala.

En conclusión, en su memoria trajo a Colombia a un Fidel 'amigable', con quien esas tres horas se hicieron amenas gracias a un diálogo fluido en el que también hablaron un poco de cultura, Barranquilla y su amistad con Gabriel García Márquez. Aquel hombre que también vestía de verde ese día, no solo fue presidente y líder de la revolución, sino un ser humano que manifestó a estos cuatro empresarios su deseo de que Colombia lograra la paz.