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Una de las características de cualquier revolución es inspirar a la sociedad para ganar seguidores que promuevan una ideología determinada. Así como lo logró el discurso del fallecido Fidel Castro en la vida de Jaime Álvarez Gómez, un barranquillero que con su picó lleva más de medio siglo rindiéndole tributo al comandante cubano.

‘El Gran Fidel’, uno de los íconos de la cultura picotera en Barranquilla, recibe su denominación a partir de la afinidad de su propietario con los ideales proyectados por Castro. 'La igualdad en oportunidades y recursos' fue parte de la filosofía castrista que más impactó a Álvarez Gómez, de 70 años.

Nace el homenaje

Comenzaban los años 60, efervescencia del siglo XX, época de alternancia del Frente Nacional, años marcados por el choque de pensamientos entre liberales y conservadores en Colombia.

Ese momento envolvió los últimos periodos cursados por Jaime Álvarez en el Colegio de Barranquilla, Codeba, institución que por esos días ofrecía un punto de quiebre con la izquierda. 'En el Codeba dábamos una clase llamada Cátedra Libre, la dictaban de cuarto a sexto de bachillerato, en la que aprendimos los fundamentos de la revolución. Nos llamaban la atención los propósitos de Fidel Castro y por eso le escribíamos cartas y él nos respondía; es más, nos invitó a que hiciéramos estudios universitarios gratuitos en la isla', recuerda.

En 1965 recibieron el grado de bachiller y cerca de 20 compañeros de su promoción decidieron aceptar la invitación cubana para iniciar carreras profesionales en la isla. 'En mi caso no fue posible el viaje porque a mis padres no les gustó la idea'.

​Pero su fervor por el castrismo no terminó con la entrega de su diploma colegial. Rápidamente encontró la forma de hacer notar su inclinación política: 'A finales de los 60 empecé a trabajar mi máquina de sonido con el nombre ‘El Gran Fidel’, un tributo al Comandante. Teníamos la sede en el barrio El Bosque', evoca.