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'Mi nombre es Joshimar y estoy mamao de pelear en pandillas', dijo un joven de tez morena, arete plateado y piercing en la lengua. Lo dijo mientras miraba el piso, ante sus 16 compañeros, segundos después de tragar suficiente saliva para que su voz sonara fuerte y clara, como los grandes líderes-buenos o malos-, saben hacerlo en momentos como este.

Joshimar Mojica tiene 23 años y es líder de Los Parcas (Park), uno de los grupos de pandillas del barrio La Pradera, al suroccidente de Barranquilla. A sus 23 años, dice que la calle lo ha obligado a andar armado, con pistolas, machetes y cuchillos. No teme confesar que ha consumido y vendido drogas, ni tampoco que ha salido a atracar. 'Pero luego me arrepiento', reconoce rápidamente, mientras entrelaza sus dedos inquietos. 'Y por eso sé que es hora de cambiar', agrega ‘El Mico’, como es llamado por sus amigos.

No la sostiene arriba porque, dice, 'ojalá el tiempo pudiese regresar'. Hace un mes y medio uno de los tantos enfrentamientos con sus pares de Los Olivos, Los Paragüitas, dejó como saldo un muerto más. Se trataba de Kevin Batlle Becerra, quien era querido por todos y quien se dedicaba a mediar.

Durante el último mes se han registrado 18 aguaceros y en 9 de ellos se han presentado enfrentamientos entre grupos juveniles, una problemática que durante el transcurso del año ha cobrado la vida de nueve personas, según cifras de la Área Metropolitana de Barranquilla AMB.

'Miren esta foto. Así era Kevin cuando vivía, pero ahora ya no está. Yo no quiero que esto le pase a ninguno de ustedes, ni tampoco a los otros. Ya hemos perdido muchos amigos', exclamó Gabriel Vallejo, más conocido en el mundo del fútbol y de Junior como ‘El Ruso’, mientras enseñaba una imagen de aquel joven que no alcanzó a cumplir su sueño de ser periodista.

El resto de jóvenes, marcados por las peleas de pandillas bajo la lluvia, lo quedan mirando fijamente. ‘El Ruso’ les muestra que tiene la piel, como piel de gallina. Trata de convencerlos, con su experiencia, para que aprovechen esta oportunidad de 'tener mejor vida'.

Joshimar Mojica asiente con su cabeza. Lo hacen los demás también. Esta vez no tienen armas ni piedras, solo lápices, colores, libretas y reglas. Ya no están en la calle, sino en un salón de clases, discutiendo sobre literatura, formas positivas de expresarse y consecuencias del consumo de drogas.