Los días de Carlos Hurtado transcurren en las playas de Puerto Mocho, en el sector de Las Flores. Pisó ese sector turístico por primera vez hace 45 años y, desde entonces, se ha entregado a la pesca y a atender su caseta, llamada ‘Mi corralito de piedra’ en honor a su esposa, Estebana Gómez Ortiz, una cartagenera que se ha convertido en su fiel escudera.
Mientras prepara algunos utensilios en la cocina de su establecimiento antes de freír las primeras mojarras del día, cuenta que una de sus mayores preocupaciones radica en el escaso número de clientes que visitan el lugar durante esta temporada decembrina. Entre los factores que inciden para que eso ocurra, Carlos incluye los fuertes vientos que por estos días se hacen sentir en la Región Caribe.
Con la soltura y los gestos que caracterizan su expresión, este barranquillero de 60 años relata que la afluencia de público a su establecimiento ha disminuido casi un 40 por ciento de lo acostumbrado para esta época. Una intensa ráfaga de viento sacude la delgada humanidad de Carlos, quien supone que la magnitud de la corriente de aire tiende a 'alejar' la clientela.
'En un buen día, pueden llegar hasta 50 clientes a mi negocio, pero en estos días no nos visitan más de 25 personas', dice Hurtado. Recuerda que algunos clientes le preguntan si el techo se va a caer cuando la brisa corre con vehemencia. Para evitar esa situación, Hurtado se prepara reforzando el techo de su establecimiento, todo con el fin de evitar situaciones de riesgo.