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Tras superar las alegrías y pesares que trajo 2016, los barranquilleros se preparan para despedir este año y celebrar la llegada de 2017. La tradición de quemar el muñeco de Año Viejo y abrirle paso a lo nuevo aplica para diversos hechos que han ocurrido este año y que merecen ser despedidos con las cenizas del 31 de diciembre.

Los cortes constantes de energía, el fantasma del racionamiento, las protestas en la puerta de Electricaribe, lar reuniones de los gobernadores. Todo sumó para que la paciencia de los costeños dijera 'no más' y así lo entendió el Gobierno Nacional cuando vio que la mejor salida a la crisis era la intervención.

El Acueducto y la Universidad del Sur quedaron como deudas pendientes en 2016 y sus habitantes esperan que 2017 sea el año en el que puedan gozar de educación de calidad y servicios de acueducto adecuados.

Se suman la movilidad, la inseguridad y la salud como tareas pendientes para el próximo año. Que las actividades de vigilancia en las autoridades den resultados para que disminuyan los homicidios en la ciudad, que continúen a reparación de vías, pero a la espera de hallar una solución a los constantes represamientos que se generan en distintos sectores de la ciudad. Que faltando cinco para las doce se alejen los males para empezar un nuevo año.