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El típico sancocho de Guandú, el cucayo de arroz con pollo y la sazón de las carnes ya no podrán ser degustadas en ‘El Tremendo Guandú’.

Después de 37 años de estar funcionando en el local en la carrera 43, entre las calles 74 y 75, el restaurante típico visitado por personalidades de la política, farándula y deporte de local, nacional e internacional quedará solo en el recuerdo de aquellos que lo visitaron algún día o simplemente pasaron por sus puertas.

Desde 1962 este local se había destacado por ofrecer uno de los más deliciosos y apetecidos sancochos autóctonos de la Región Caribe. Su propietario, Isnardo Pinillo, conocido como el Pini, siempre decía que la clave de su negocio era era atender de manera personalizada a los clientes.

Sin embargo, esto no significa el cierre definitivo del tradicional sabor, que nació un sábado de Carnaval hace 42 años, sino más bien un tiempo para repensar el futuro. Isnardo Pinilla cuenta que 'yo tengo muchos años de no tener vacaciones, de no descansar y no todo en la vida es dinero. Inicialmente voy a descansar un mes, pero a mis 73 años pienso replantear el negocio'.

Isnardo quiere por sobre todas las cosas, descansar. 'Llevo 10 años sin pisar el Metropolitano, este sábado voy al partido. No me he ni montado en un Transmetro', revela Pinilla quien además tiene planes de visitar a sus hijos en el exterior.

El restaurante, que fue declarado Patrimonio Gastronómico de la Ciudad y merecedor de la medalla Barrancas de San Nicolas, cierra esta locación porque se ha vuelto 'muy incomoda para el parqueo, hay camiones y buses de Berlinas a toda hora', agrega el señor Pinilla.

En el Tremendo Guandú se pasearon deportistas como el Pibe Valderrama, Édgar Rentería, Julio Comesaña, Happy Lora, Rodrigo Valdés, entre otros. Del mundo de la farándula estuvieron Joe Arroyo, Rafael Orozco, Cheo Feliciano, Boby Cruz, entre otros.

No obstante, Isnardo afirma que esto no significa el cierre definitivo de ‘El Tremendo Guandú‘ sino más bien una pausa para su ajetreada agenda laboral. Planea la reapertura en un tiempo que puede ser de 'uno o dos meses o hasta un año' .

'Uno nació para luchar pero ya tampoco para acabarse y morirse sin disfrutar la vida', concluye el señor Pinilla para iniciar inmediatamente sus primeras vacaciones en 42 años.