La entrada a La Bendición de Dios está demarcada a ambos lados por un línea de basuras sin recoger. Esa calle sin pavimentar es la carrera 50, o así la denomina la nomenclatura, hecha con carboncillo, que está colgada en la entrada de las 5 casas que componen la primera cuadra.
Todas las viviendas son improvisadas, hechas de madera coloreada en diferentes tonos y cartón en las paredes. Los techos están hechos de plástico o zinc; se cubren con bolsas de basura negras y se amarran con cordeles de pita a cada extremo.
La tercera casa, la de la mitad, está pintada con de verde helecho. En la entrada se congregan los vecinos alrededor de Nelley Pérez, quien tiene sobre su muslo el pie de Edilberto Solano.
'Esta mujer es la que me hace llorar a mí', dice Solano, tapando ambos ojos con la mano derecha. En un solo movimiento que no tiene ni rastro de duda, Nelley corta la uña del señor justo cuando este termina la frase.