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Barranquilla no tiene historia… Barranquilla no tiene pasado', se atrevió a decir alguien a mediados de los sesenta. La ‘perla’ la soltó en calidad de alcalde, José Raimundo Sojo Zambrano, quien en ese entonces consideraba que la ciudad apenas lograba detenerse para 'contemplarse en el presente'.

Antes lo había expresado también un joven periodista en un diario capitalino. Era el Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, quien en 1955 escribió la misma frase: 'Barranquilla no tiene historia'.

Hoy esa idea sigue vigente. Por lo menos en algunos debates, en algunos libros y rodeando la mente de algunos historiadores. 'Es difícil saber con exactitud qué quiso decirnos', opinó en su blog el Magíster en Historia Contemporánea, Jorge Villalón, quien en diálogo con EL HERALDO, explicó que en Barranquilla 'lo que puede existir es una recopilación de los acontecimientos regionales y nacionales', más no historia porque 'ni siquiera hay suficientes historiadores'.

El territorio que un día como hoy–hace 204 años– fue erigido en Villa, a diferencia de muchos, no tuvo un acto formal de fundación por ser ‘sitio de libres’. (Ver recuadro)

Fue más bien, según lo documentado, el resultado de un proceso espontáneo de desarrollo económico, social y étnico. En palabras del investigador Manuel Alvarado Ortega, la ciudad fue el producto de un 'asentamiento de grupos humanos alrededor de los caños anexos al río Magdalena', lo que hoy se conoce como el Centro histórico de La Arenosa.

Hace más de 200 años, Barranquilla fue escenario de atracadero de canoas y punto de intercambio de alimentos y artesanías indígenas. A la Puerta de Oro –por esta razón recibe ese nombre– arribaron judíos, católicos, protestantes y masones. Llegaron ganaderos, agricultores, artesanos, comerciantes y transportadores de tabaco, entre otros.

Por las arterias del río se pasearon los navieros, los industriales y los banqueros. Construyeron un puerto y a través de él Colombia recibió máquinas, barcos de vapor, ferrocarriles y automóviles. Llegó el telégrafo, la radio y también el fútbol, la moda europea y el confort norteamericano. Todo esto en menos de un siglo, tal cual lo narra la historiadora Adelaida Sourdis Nájera, en su libro Credencial Historia.

'Barranquilla es muy vieja, pero el primer libro de historia que se publicó fue hasta 1922 y después crónicas de este medio. Es después de los ochenta es que comienzan a aparecer publicaciones', explicó Villalón, al preguntársele sobre qué tanto saben los barranquilleros de su ciudad.

Basta con ir a la esquina más cercana y preguntar sobre 'la historia' de La Arenosa. Un equipo periodístico de esta casa editorial hizo el ejercicio y una subida de hombros, reconociendo saber poco, fue el común denominador. (Ver El Test)

Villalón reconoció que este resultado 'es normal' y 'muy esperado'. 'No existe la asignatura de historia en los colegios dedicadas al estudio de la ciudad', indicó el académico.

'Tenemos el modelo de las grandes ciudades (Bogotá, Cartagena, Santa Marta), pero no tenemos fecha de fundación ni un acto con sombreros ni trompeta. Esta ciudad nació como las flores del roble amarillo por esos días y el 7 de abril es solo una fecha en que vienen las autoridades de Cartagena a dar una categoría que no tenía Barranquilla para defenderla de los españoles', explicó el experto.

El 7 de abril

En este fecha, en 1813, el gobernador del Estado de Cartagena, Manuel Rodríguez Torices, eleva a Barranquilla a la categoría de Villa, lo que actualmente se conoce como provincia. Con esto, la Puerta de Oro se convirtió en capital del departamento de Barlovento o Tierradentro, hoy departamento del Atlántico.

Después de eso, la ciudad cae en manos de españoles y termina sufriendo por matanzas y opresiones, hasta que, en 1819, el Libertador Simón Bolívar hace su toma de poder. El honor de ascender a ciudad se da justo 38 años después.

¿Por qué es Villa?

De acuerdo con lo explicado por el historiador Gustavo Bell, exdirector de EL HERALDO, Barranquilla se declara Villa en vez de fundarse por ser un ‘sitio de libres’. Es decir, un asentamiento de mestizos que no eran aceptados en las ciudades. No hacían parte de los españoles, pero tampoco de los esclavos.