Sobre la carrera 21, las casas duermen entre la música. Allí, en la esquina de la calle 47D, un bar nocturno y una discoteca marcan el ritmo de la noche en medio de un sector tradicionalmente residencial. Los bajos de la música hacen que Nelly Arenas, una abuela de 80 años, se acurruque en uno de los últimos cuartos de su vivienda y que Sharons Cabrera, de 20, aproveche para bailar.
A lo largo de la vía también se encienden los letreros de un café bar romántico y al menos dos estaderos, que conviven entre las familias de estrato medio. Al sector le llaman Corredor Musical, aunque el barrio El Carmen no se haya pensado en sus inicios para eso.
Según recuerda Arenas, una mujer delgada y de cabello blanco, quien fue una de las primeras habitantes del lugar, El Carmen comenzó a finales de la década del 50 como un programa de viviendas para docentes que 'nadie quería aceptar'.
'Frente de las casas había puro monte. Era un sector enmontado y había que mandarlo a limpiar, entonces mucha gente no quiso mudarse aquí por como estaba antes. No sabían cómo se iban a transportar', cuenta Arenas.