Donar sangre y plaquetas se ha convertido desde hace 16 años en un acto de altruismo y de buena fe para Jaime Tirado Montes, un sinceano que llegó a Barranquilla hace más de una década en busca de mejores oportunidades.
Este ingeniero de alimentos, de 33 años de edad, acude más de 40 veces al año a los bancos de sangre de la ciudad con el fin de 'salvar vidas' y contribuir en el proceso de mejoría de los pacientes que requieren transfusiones.
Asegura que lo hace sin esperar nada a cambio, su pago —afirma— es la satisfacción de saber que con su sangre puede salvar al menos tres vidas.
'Esto es por voluntad y por convicción, si la sangre sirve para salvar vidas, es algo que todos deberíamos hacer constantemente' manifiesta Jaime.