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La sobrepoblación en la periferia de las urbes más desarrolladas, el aumento de la inseguridad, la falta de espacios para el esparcimiento, sistemas de transporte insuficientes, el deterioro ambiental, entre otros, son algunos aspectos comunes entre las ciudades latinoamericanas.

Pero si bien este panorama complicado es concebido desde la academia como producto de los problemas que vienen desde los mismos orígenes de las poblaciones, también pueden ser vistas como oportunidades para mejorar.

El arquitecto y urbanista mexicano Sergio Padilla, quien visita con frecuencia Colombia, donde organiza con la Universidad Simón Bolívar el Seminario de Urbanismo Internacional (SUI), plantea que siempre es complicado hacer generalizaciones, pero que el objetivo 'supremo' sería que la calidad de vida en las ciudades fuera en ascenso; que las personas vivieran en mejores condiciones de confort, seguridad, higiene, acceso a servicios, etc.

'En términos urbanísticos creo que sí se puede actuar en ciertos temas, ahí también nos ha faltado capacidad de conciencia, de las instituciones públicas, las que generan conocimiento y forman profesionales. Hay temas que lo hemos venido soslayando, no les hemos puesto la adecuada atención', menciona.

En el caso de Barranquilla hay gran optimismo por los avances que ha tenido la ciudad y que están siendo objeto de comentarios positivos en el escenario nacional. El río Magdalena y el acercamiento que está teniendo la ciudad a este recurso natural, la riqueza cultural de este territorio, su potencial empresarial y el buen gobierno, son algunos de los aspectos que pueden seguir jalonando ese desarrollo.

El desorden Metropolitano

Lo que sucede en la periferia de Ciudad de México bien podría compararse –en su justa dimensión–, con lo que pasa en muchas zonas aledañas a las grandes urbes, y que en diferentes zonas de Colombia están constituidas como áreas metropolitanas. En ese sector de México, donde residen unos 20 millones de habitantes, aunque hay un sinnúmero de problemas también se registran experiencias positivas que han minimizado ciertos frentes del caos.

El también arquitecto mexicano Alejandro Hurtado cuenta que esa área está constituida por diversas ‘ciudades dormitorios’, pues la gran mayoría de sus residentes se movilizan permanentemente hacia el territorio más desarrollado a estudiar, laborar o a hacer diligencias, y, prácticamente, solo van a dormir a sus casas. Hay gran cantidad de asentamientos irregulares consolidados, niveles de criminalidad elevados y una desigualdad social evidente. Además, 'por la sobrepoblación, aunque tengamos sistemas eficaces de transporte al final de cuenta no dan abasto', apunta.

Dentro de esta dinámica Hurtado destaca cómo el arte está rescatando la parte social de barrios con diversas carencias, puntualmente en la población de Ecatepec (1.700.000 habitantes), donde fue implementado apenas desde el año pasado el sistema de transporte por cable denominado Mexicable.

'Con murales en las fachadas, en las azoteas, se está recuperando el tejido urbano e incluso se está generando actividad económica. Hay gente que lleva los niños a pasear, a ver los murales desde el Mexicable y luego, al bajar, consumen. Esto está mejorando la seguridad porque debo decir que esta es una zona muy peligrosa'.

Riqueza a través del turismo

El licenciado en historia del arte y máster en gestión cultural y museología Antonio Camacho piensa que la cultura puede ser vertebradora de una ciudad, y de ello pone como ejemplo a Granada, España –de donde es oriundo–, de la que dice es una muestra importante de cómo un buen planteamiento de todos los equipamientos y programas culturales de las administraciones pueden conseguir integrar una estrategia que hilvane la identidad de una ciudad con la generación de riqueza a través del turismo cultural.

Granada elaboró toda una estrategia para darle 'salida a un turismo principalmente atraído por el patrimonio histórico y artístico, y natural'. Para ello fueron proyectados planes desde las administraciones central, regional y local. Pero a su vez, aclara, no se ha controlado la cantidad de turismo que es capaz de acoger la población, por eso no tiene la capacidad para brindarle servicios a toda esa masa de turistas que recibe.

'El problema es cómo conseguir que eso no se coma la propia cultura de la ciudad y no seamos completamente dependientes del turismo como es el caso de Granada, un porcentaje elevado del PIB de la ciudad depende del turismo', añade Camacho.

Barreras a población vulnerable

Otro aspecto recalcado por los expertos en urbanismo es la necesidad de que las ciudades y sus equipamientos tengan en cuenta a poblaciones vulnerables como la de personas con discapacidad, incluidas las de avanzada edad que tienen inconvenientes de movilidad.

La urbanista ecuatoriana Grace Pesantez, que labora como docente investigadora en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte, en Guayaquil, dice que toda la sociedad debe ser veedora del cumplimiento de las normas que protegen e incluyen a los discapacitados. 'En América Latina tenemos aproximadamente el 12% de personas con alguna discapacidad; todos los países de la región tienen el problema de la falta de inclusión, las normas existen pero no se cumplen debidamente', menciona.

Pesantez recalca que la discapacidad no es el problema sino las barreras que se ponen a los sectores con condiciones de vulnerabilidad, y dice que basta con recorrer una ciudad latinoamericana para fijarse en la cantidad de obstáculos existentes. 'Ojalá nos pongamos en los zapatos de ellos', anota.

Un punto en el que hace énfasis es en el diseño de cualquier edificación de uso público pues, según plantea, 'los arquitectos somos responsables de la vida del ser humano'. Sobre esto añade que entre los criterios básicos debe estar que el hecho de acceder a las estructuras represente el mínimo esfuerzo físico para la gente, uso flexible y equitativo, que tenga información perceptible, tolerancia al error, adecuado tamaño de aproximación y uso simple e intuitivo.

'Hay que evitar recorridos innecesarios para los discapacitados, disminuir la fatiga que les implique desplazarse, que no haya barreras que limiten sus posibilidades', menciona. La docente está impulsando un proyecto de terminal terrestre en el Cantón Baba (a unos 45 minutos de Guayaquil), que pretende mejorar la movilidad al tiempo que aseguraría que toda la gente pueda acceder sin inconvenientes a los sitios de conexión del transporte.

Zonas verdes para todos

El arquitecto Ignacio Consuegra Bolívar, vicerrector de Infraestructura de la Universidad Simón Bolívar, opina que las experiencias de otras ciudades pueden contribuir con el nuevo rumbo que tiene Barranquilla y que la ha hecho acercarse a su origen.

Advierte que es claro que América Latina está sufriendo de los efectos de las migraciones del campo a la ciudad, lo que ha llevado a las ciudades a crecer desaforadamente; por ello –a su juicio– necesitan que la investigación arquitectónica y urbanística proponga cómo debe ser ese crecimiento con una planificación sostenible, sin agredir al medio ambiente y teniendo en cuenta los potenciales de cada una.

'Es el caso de Barranquilla –sostiene–, tener un río al lado de una ciudad es todo un privilegio, qué bueno que ahora la gente está mirando el Río, algo que se le había impedido durante años'.

La V versión del Seminario de Urbanismo Internacional, realizada en Unisimón, forma parte del que organiza desde hace 13 años la Universidad Autónoma Metropolitana de México y la Red de Urbanismo Internacional, y que también se presenta en Cartagena con apoyo de la Universidad de Buenaventura. Los conferencistas suelen hacer recorridos por la ciudad y después ellos exponen sus ideas basadas en las experiencias que conocen. En la reciente visita tuvieron la oportunidad de dar un paseo por el río Magdalena y conocer las obras que está levantando el gobierno distrital a su paso.

Un frente por el que hay que velar, en opinión de Consuegra, son las zonas verdes con que debe contar la sociedad. Explica al respecto que 'la ciudad tiene su densidad, su capacidad, siempre hemos estado pendiente de la proporción entre un ser humano y las zonas verdes, según Unesco son 15 metros cuadrados de zona verde por habitante, hay ciudades con 12, 8, etc., desafortunadamente en Barranquilla tenemos 0,01 metros cuadrados por habitante, por lo tanto proponemos espacios libres para que haya esos espacios libres para lo ecológico'.