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El 1 de julio de 1986, pasadas las 3 de la tarde, Karol Józef Wojtyła aterrizó en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, luego de 12 horas de vuelo en un Boeing 747 de la aerolínea Alitalia, procedente de Roma.

El presidente de la época Belisario Betancur, las figuras de la Iglesia colombiana, militares, notables y cientos de periodistas, recibieron con todos los honores al papa Juan Pablo II, que calzaba 44. En ese momento el ‘papa viajero’ hizo un recorrido por 11 ciudades, entre las que en un principio no estaba prevista Barranquilla, durante 7 días.

Es un hecho sin precedentes a la fecha. Ningún Papa ha vuelto a la capital del Atlántico desde que Juan Pablo II bendijo a los barranquilleros un lunes, 7 de julio, de 1986. Él ha sido el único máximo jerarca de la iglesia católica que ha estado en este suelo y su visita apostólica dejó grandes cambios palpables en la estructura de la ciudad.

En un avión directo de Cartagena llegó su santidad al aeropuerto Ernesto Cortissoz donde abordó su famoso papamóvil, tomó raudo y con sus rosadas mejillas paseó por la calle 30 repartiendo bendiciones al pueblo apostado a cada lado del camino. Después subió por la carrera 8, llamada desde entonces la avenida Juan Pablo II, porque fue repavimentada especialmente para la ocasión. Monseñor Victor Tamayo indica que 'fue una visita muy sufrida, pero después estuvo llena de satisfacciones.

Todo estaba en contra para que el Papa viniera a la ciudad'.

El grupo central de la organización en Bogotá había acordado que el viaje del papa finalizara en Cartagena, pero Belisario Betancur abogó para que el papa viniera a Barranquilla porque consideraba que 'Cartagena era la ciudad histórica, pero Barranquilla era la ciudad del futuro', según contó Tamayo. El Papa tomó la calle Murillo y de allí subió hasta la carrera 43 para entrar por detrás de la catedral.

Durante su visita, Juan Pablo II leyó unas palabras para Barranquilla en las que dijo: 'en esta última etapa de mi peregrinación por los caminos de Colombia, como mensajero de la paz de Cristo, tengo el gozo de encontrarme en esta plaza de la Paz, cuyo nombre aúna, hoy más que nunca, los anhelos de todos los colombianos'.

Acto seguido bendijo y coronó a la Virgen María Auxiliadora con un cetro y una corona de plata que donaron las exalumnas del colegio María Auxiliadora y la exreina del Carnaval Katya González. La estola con la que Juan Pablo ofició el acto todavía se conserva como una reliquia en la catedral.

El papá desayunó en Barranquilla con una frugal merienda compuesta por frutas, jugo y galletas. Entre los regalos que se llevó había flores esculpidas en coral y varios sombreros vueltiaos.