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De pie, mientras el bus se movía, Briceth Ortega relató cómo había sido en sueños su encuentro con el Papa. Un día antes de que el Sumo Pontífice se acercara a la Región Caribe, la voluntaria ya deseaba un tropiezo cara a cara.

'He estado tan emocionada por esta visita, que en mis sueños el Papa me esperaba a que alistara la cámara para tomarme una foto con él. Muchos me han preguntado ¿acaso crees que podrás estar cerca? Eso no me importa, con tal de estar presente para escuchar su mensaje', confesaba la joven, mientras se tambaleaba.

Desde ayer se trasladaron por tierra, de Barranquilla a Cartagena, los cerca de 300 voluntarios del Atlántico que servirán al papa Francisco en su visita a la Heroica. Briceth es una de ellas.

'Se siente una alegría muy grande. Eso no sé cuándo se pueda repetir, así que en mi corazón la prioridad siempre ha sido hacer todo lo necesario para venir a servir. Vendimos postres, ahorramos, oramos mucho para conseguir los recursos', contó Ortega, de 21 años.

LA MISIÓN

'Hoy se unen el cielo y la tierra'. Así lo consideraron, con convicción, los religiosos del departamento que atendieron el llamado de la Arquidiócesis de Cartagena. Su misión principal será apoyar en la logística y seguridad de la eucaristía en Contecar, que se celebrará hoy a las 4:30 de la tarde y que espera acoger a unos 600.000 fieles.

'Vamos a tener una experiencia única sirviendo a la Iglesia. Qué importante es poder decir que alguna persona consiguió tener un encuentro espiritual con Dios a través de mí. Seremos un instrumento', expresó a sus compañeros Miguel Ángel Gómez, líder juvenil de la parroquia San Rafael Arcángel, de Soledad.

Tanto Miguel como Briceth hacen parte de un grupo de 80 feligreses, entre los 18 y 35 años, que organizaron juntos su viaje de ‘rendición de cuentas’ espiritual. Los integrantes de las vicarias San José y Santísima Trinidad viajaron ayer repartidos en dos buses diferentes, que iniciaron su travesía desde las 9:00 a.m.

En total son 20.000 personas de la Costa Caribe que servirán durante este fin de semana. Entre sus labores está la de recibir a los asistentes de la misa en Contecar y apoyar al control del comportamiento del público, teniendo en cuenta que este será el evento con mayor afluencia de personas en Cartagena, en el marco de la visita del líder católico.

Durante el recorrido en bus, uno de los líderes hizo hincapié en las indicaciones para ser un 'buen voluntario'. 'Tenemos que ser sagaces, ávidos y tener la mejor disposición', resaltó.

El recorrido para arribar a Cartagena duró cerca de tres horas. Durante ese viaje, los feligreses cumplieron al menos una hora de oraciones y alabanzas. Comenzaron con súplicas al Espíritu Santo, rezo del rosario, saludos a la Virgen María y cantos.

'¿Quién será la mujer radiante como el sol, vestida de resplandor la luna a sus pies, el cielo en rededor, y ángeles cantándole su amor?', corearon al unísono. Briceth era una de las mujeres que lideraban.

'A mí esto me llena de energía. Vivo por esto', decía, sonriente. Su vida espiritual, en la iglesia católica, le ha incrustado la idea de que su propósito es expandir el evangelio. Contar su testimonio de vida.

Cuando apenas era una adolescente, la morena de afro y ojos claros enfrentó varias situaciones que le hicieron dudar de la existencia de un Dios. Su mejor amiga murió, conoció que su padre no era verdaderamente su padre, y sufrió como víctima de violencia tras una relación sentimental que ella misma consideró 'tóxica'.

'Me pregunté mucho tiempo por qué me pasaban esas cosas. Ahora sé que debía conocer de la misericordia. Si no hubiese atravesado por esas situaciones tan dolorosas, no sería la mujer fuerte y llena de luz que hoy soy', contó Ortega.

Por eso, por las marcas de la vida, Briceth se entusiasma por compartir su alegría. Según aseguró, recibir el mensaje del papa Francisco permitirá que ella sea una transmisora de sus palabras. De su fe. 'Y eso me hará muy feliz', sostuvo.

EL ‘SACRIFICIO’

Los jóvenes voluntarios costearon sus transportes de ida y vuelta, así como su alimentación. En promedio, los gastos alcanzaron los $100.000 por persona.

La estadía, por su parte, fue un gesto de la Universidad del Sinú de Cartagena, que ofreció su auditorio para acoger a los voluntarios. El espacio de dormir, por ser un escenario para eventos y no un dormitorio, dispone solamente de un piso helado, por el aire acondicionado, para que ellos puedan pasar la noche.

Aunque pueda resultar incómodo, los voluntarios agradecieron tener un techo. Según coincidieron, 'dormir en estas condiciones no es un problema'.

'Es un sacrificio que hacemos con mucho amor. Sabemos que Jesús nació en una incomodidad, en un pesebre y que sufrió mucho, ¿cómo nos vamos a quejar nosotros por un día que durmamos en el piso?', opinó Brian Gutiérrez, integrante de la parroquia Rafael Arcángel.

Hoy los voluntarios harán realidad su promesa del servicio. Al tiempo, su deseo de mantener un encuentro religioso que, como Briceth, ya se ha soñado.