'El cartel de la toga', 'Capturan a fiscal que investigaba cartel de la hemofilia', 'Odebrecht y campañas presidenciales: ¡Qué confusión!', 'Votan la JEP o se van': divorcio entre Vargas Lleras y gobierno parece inminente' son solo algunos de los titulares de las noticias que cubren por estos días los medios de comunicación del país, la mayoría por escándalos que tocan espacios que antes podían ser impensables.
Las opiniones van y vienen en una sociedad ya dividida por asuntos principalmente políticos, incluido el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc cuya implementación ha sido ampliamente debatida y hasta cuestionada, y con la proximidad de las elecciones presidenciales, previstas para mayo de 2018).
Para la abogada experta en temas de conflicto y posconflicto, investigadora de la Universidad Simón Bolívar, Maury Almanza Iglesia, aparte de los problemas estructurales de Colombia relacionadas con la pobreza y la delincuencia común, la polarización del país, además de la corrupción y el desgaste frontal de los partidos y movimientos políticos, son tres son los grandes inconvenientes que mantienen convulsionada la sociedad colombiana.
Acerca de esta plantea que aunque la corrupción tanto pública como privada ha existido desde siempre, en este momento llega a su máxima expresión con el llamado ‘cartel de la toga’ que puso en tela de juicio la moralidad de la justicia en Colombia al mostrarse permeable, socavando la institucionalidad.
'Los partidos políticos de Colombia están dejando la sensación de ir de mal en peor ante la opinión pública, por la carencia de un norte ideológico que permita percibir las diferencias, no obstante lo único que se vislumbra son alianzas con fines electorales', añade.
En opinión de Almanza, la polarización del país por estos sucesos 'podría al cabo de un tiempo radicalizar los ánimos de las personas y llevar al pueblo colombiano al borde del abismo social y político. Polarización originada desde los acuerdos de paz que ha dificultado la implementación de los mismos y pone en riesgo el cumplimiento de los mismos. ¿Qué hacer? -se pregunta-: Mesura, reflexión, despejo de egoísmos y diálogo'.
De acuerdo con el concepto del sociólogo Jorge Bolívar Berdugo, la fractura económica y social de la sociedad colombiana ha traído desde siempre una desigualdad persistente y perniciosa, moralmente inaceptable que ha producido los grandes conflictos que nos agobian y que asfixian cualquier intento de desarrollo.
Según su planteamiento la primera de las desigualdades es la de oportunidades que lleva a perpetuar la pobreza y a marginar y quitarle dignidad a la vida.
'La desigualdad en los ingresos produce a la larga un estancamiento, es una amenaza para el progreso de las personas, un sensación de injusticia aparece en la conciencia colectiva la respuesta es una apatía generalizada, una indiferencia total hacía lo político y hacia el gobierno al que consideran culpable porque lo representan. La nueva constitución no ha derrotado la desesperanza social porque la clase política la desvertebró. La sociedad colombiana es un gigante adormecido, somnoliento sin deseos de tomar las riendas de su destino', anota.
Todo esto, expone Bolívar, motiva la adopción de vías de hecho para alcanzar algunas soluciones, pero que traen algo grave y es que los contradictores políticos aprovechan el caos no para propiciar el entendimiento e intentar arreglar el problema, sino que se valen de este y hasta lo alientan con conductas disruptivas para el logro de sus fines de corto plazo.
El sociólogo opina que 'a la fractura económica y social, que es de suyo grave, se le suma una polarización política, multiplicada por los medios de comunicación y las redes sociales; las posiciones se han tornado irreconciliables y agresivas. La responsabilidad de la polarización recae, de manera precisa, en la falta de discusión pública, de intercambio y competencia de ideas. Los temas cotidianos y los problemas estructurales del país, no entran en la polémica de los protagonistas. Todo lo que buscan es opinión favorable para sus intereses en esas condiciones el otro es un 'enemigo'.
Pero advierte que lo grave es que esta polarización no está permitiendo escuchar propuestas de los precandidatos presidenciales, sus programas de gobierno o sus ideas de cómo mejorar la productividad, la innovación y la conectividad del país o, por ejemplo, cómo se mejorará la educación, cómo se fortalecerá la investigación, si desaparecerá o no Colciencias; como se solucionará el problema de la corrupción en la política y en la justicia, qué va a pasar con el empleo, qué pasará con el agro y con los campesinos, con la minería; si se seguirá observando la violencia y muerte de las mujeres y niños.
'La polarización actual es tan sólo una fractura de élites políticas que de seguro se superará motivados por el 'sentimiento de patria' y por su condición de estadistas al 'servicio de la Nación'. ¡La patria por encima de los partidos!', puntualiza.