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Kellys Acosta y Agmeth Gutiérrez son una pareja de esposos que a diario toman una carreta y caminan desde el barrio San Roque hasta llegar a las calles del norte de Barranquilla en busca de hierro, aluminio y cobre, para reciclar y vender como chatarra. Este negocio, del que viven muchas personas, mueve anualmente en Colombia un millón de toneladas de esta materia prima y genera ganancias que superan los $500.000 millones.

Los desechos no son basura cuando dan paso a este tipo de utilidades, por lo que el mercado de la chatarra se ha convertido en un negocio muy dinámico y rentable. Se reconoce como una materia prima con capacidad para ser reciclada un número infinito de veces, sin perder sus propiedades básicas.

De igual forma, se clasifica en metales ferrosos y no ferrosos. En el primero se incluyen el hierro y el acero que provienen de partes de vehículos, máquinas y barcos. El precio de este material es relativamente bajo, pero es el que más se genera en el país.

Los no ferrosos, como el aluminio, cobre, níquel, plomo y las aleaciones, se localizan en tubos, cables y ventanas. A diferencia de los ferrosos, este tipo de metal es costoso y al venderlo deja muy buenas ganancias, pero es escaso a nivel nacional.

Según la bolsa de metales de Londres, el cobre se cotiza en 6,641.00 dólares por tonelada (19.500.121 peso colombiano) y el aluminio en 2,133.00 dólares por tonelada (6.263.177 peso colombiano). En nuestro país los diferentes empresarios y comercializadores de estos metales esperan recibir el pago por los materiales al mismo precio que se cotiza en la bolsa de metales de Londres.