Hay quienes aseguran que al llegar diciembre cambia el color del cielo, el viento tiene un olor agradable y particular, cesan los malestares y lo imposible se ve al alcance de las manos.
Esa sensación que muchos denominan 'felicidad' puede incidir positivamente en el comportamiento de las personas, pero también deriva en excesos -documentados por autoridades- en la ingesta de licor u otras sustancias, accidentes de tránsito por velocidad o embriaguez, desbordamiento en compra de bienes y servicios, endeudamiento exagerado entre otras situaciones.
Para el neuropsicólogo Johan Acosta López, coordinador de la Unidad de Neurociencias Cognitivas de la Universidad Simón Bolívar, de acuerdo con los lineamientos sociales la época enmarca aspectos relacionados con emociones como la alegría y la euforia debido a los cierres de muchos procesos que se dan en este periodo de tiempo. Y explica, además, con base en una teoría denominada el ‘marcador somático’ que se refiere a cómo las emociones influyen en nuestros procesos de decisiones y racionamiento, que 'la relación entre una determinada situación y una emoción permiten al cerebro de forma rápida y económica tomar decisiones y reaccionar, si la emoción es negativa, será de rechazo, y si es positiva, de acercamiento'.
Las acciones que se producen por esas emociones generan, de acuerdo con el académico, los llamados sentimientos. 'Cuando una emoción hace su trabajo crea una acción, y esta va dirigida al estado interior de nuestro organismo, en su conducta y en su mente, lo cual permite la conexión con una persona, fortaleciendo lazos sociales y, cuando te quieres dar cuenta, estás invadido por un aluvión de sentimientos que no te pertenecen y que absorbes (positivos o negativos)'.
Pone como ejemplo cuando sonreímos a otra persona que nos sonríe, lo que define como 'contagio emocional' o una especie de 'hilo invisible que nos une emocionalmente unos con otros y generamos posteriormente la empatía'.
El psiquiatra Fredy Sánchez, coordinador de la especialidad de Psiquiatría de Unisimón, asegura que sí hay una forma de hallar la felicidad. Su planteamiento consiste en la mayoría de las personas, cuando piensan en la felicidad, lo hacen desde una óptica orientada a los elementos 'hedónicos' es decir, a la satisfacción de conductas centradas en sí mismo, que buscan la gratificación de manera inmediata, que produzcan o estén asociadas al concepto de placer, pero lo que no conocen es que estos comportamientos producen resultados que son breves, que tienden a ir en aumento y que en muchos casos se repiten hasta transformarse en verdaderas adicciones como el sexo, las drogas, el dinero, la comida, las compras compulsivas, entre otros.
Enseguida se remite a ese comportamiento global asociado a la Navidad. 'En esta época –expone Sánchez-, muchísimas personas salen a desbordan sus presupuestos con compras, participan en verdaderos convites en donde la comida y la bebida llegan a cantidades impensables, etc., entendiendo que de esa forma se sentirán más felices y satisfechos, pero al llegar el nuevo año descubren que sus vidas no han cambiado en lo absoluto, que sus temores siguen ahí, su insatisfacción en diferentes áreas de su vida reaparece, experimentan nuevamente los mismos anhelos de 'tener más, conseguir más, poseer más...', olvidando por completo que unos días atrás creyeron haber llegado al máximo de su realización personal con los regalos que compraron y recibieron, la comida que ingirieron o cualquier otra cosa de este ámbito'.
Considera el psiquiatra que la felicidad verdadera radica más en el concepto de satisfacción 'eudaimónica', que es aquella que se centra en el bienestar de los demás y no en el de uno mismo, cuyas recompensas son más simbólicas que materiales y duraderas. Además, añade, 'lo más importante de todo es que brinda propósito y sentido a nuestra vida y de esta forma descubrimos que la satisfacción que estas acciones nos brindan son imperecederas'.
Países 'felices'
Desde 2012, la Red para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas publica cada año el Informe Mundial de Felicidad sobre la base de este estado del ser humano es 'la medida adecuada del progreso social y el objetivo de la política pública', según lo citan sus autores en el World Hapiness 2017. Tal importancia se le ha dado que la asamblea general de la ONU declaró el 20 de marzo como el día de la felicidad, con el objetivo de que se reconozca la importancia de esta para las personas.
La manera en que se 'mide' la felicidad es a través de encuestas en 156 países acerca de aspectos relacionados con la calidad de vida de la gente.
El último reporte califica a Noruega como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca, Islandia, Suiza, Finlandia, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Suecia. Colombia ocupó la posición número 36.
Entre los factores analizados para determinar estas posiciones están la libertad, la generosidad, la honestidad, la salud, los ingresos y la buena gobernanza.
Y este año fue lanzado el Consejo Global de la Felicidad en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, para 'apoyar a los gobiernos en la implementación de mejores prácticas para promover la alegría y el bienestar a través de esfuerzos de investigación, estudios científicos y encuestas internacionales', de acuerdo a lo informado por ONU.