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En lo alto de una loma y en casas de tablas, una comunidad de inmigrantes venezolanos que huyeron por la crisis que atraviesa su país, pasarán una 'Navidad en blanco'. Villa Caracas, como bautizaron al barrio de invasión que está ubicado en la carrera 10 entre calles 63 y 64, será el espacio en el que las más de 100 familias que allí residen alzarán su mirada al cielo y pedirán en Nochebuena su mayor deseo al Niño Dios: que haya en sus vidas estabilidad económica para vivir dignamente.

Mientras que el deseo de los padres de familia será conseguir un 'buen empleo' para brindarles a sus hijos un presente digno y un futuro mejor.

Las carencias son visibles al ojo de cualquier persona que visita la zona, las casas están en un terreno inestable, lo que se convierte en un riesgo para los que las habitan. Algunas de estas viviendas no tienen techos y los pisos de muchas están agrietados por el mismo desnivel en donde fueron construidas, pero sin importar todo esto están asentados allí por ser su 'única opción para vivir'.

'Se pasará aquí en familia pero conversando porque los niños no tienen ropa, ni juguetes y no tenemos para hacer hayacas, no hay nada para hacer. Vamos a pasar esta Navidad en blanco, sin nada y con lágrimas en los ojos', expresó con la voz entrecortada Dioreimi León Avendaño, una caraqueña de 21 años que llegó a Barranquilla hace cuatro días con su marido y su hijo de 3 años de edad. Su meta, según cuenta, es poder encontrar un trabajo en la ciudad, igual su pareja, para comprar nuevamente sus 'cositas' porque en Venezuela 'nos robaron todo y en este momento no tenemos nada', dijo León.

Por su parte, Lorena Castillo, una colombo-venezolana que también reside en Villa Caracas hace dos meses, relata que para Nochebuena solo podrá estar unas cuantas horas con sus hijos porque le toca trabajar. 'Tengo que buscar el sustento para mis hijos, es triste no poder estar con ellos como quisiera, pero la situación me obliga a irme', contó Castillo, madre soltera de tres hijos y quien solo trabaja los fines de semana por escasos $20.000.

En su relato agrega que no se hará nada en la casa porque 'no hay ni un pedacito de pernil para una cena, no hay nada. Los niños no tienen ni un juguete'. Su hermano Jorge Luis Castillo, quien vive junto a la casa de Lorena, indicó que su mayor deseo para esta Navidad es que su mamá pueda ser atendida por especialistas y logre recuperarse pronto en su salud, ya que sufre de cáncer en el útero. 'Nosotros hemos sido dos veces víctimas de desplazamiento. Tuvimos que salir de Colombia a Venezuela porque la Guerrilla quería matarnos y ahora de Venezuela tuvimos que salir porque nos estábamos muriendo de hambre', relató este hombre de 35 años de edad.