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Los pesares y las deudas que quedaron del año anterior, el alza de los productos, los costos por la proximidad del inicio de las actividades educativas, y tantas otras preocupaciones pasan por las mentes de la mayoría de personas en estos momentos, después de la euforia casi que colectiva vivida por la celebración con la que despidieron el 2017 y recibieron el 2018.

Este año, además, representa para Colombia una etapa de suma importancia en una época crucial: las elecciones legislativas previstas para marzo y las presidenciales, para mayo, en medio de un clima de polarización generalizado y, como telón, un acuerdo de paz que terminó un conflicto de décadas pero sigue produciendo diversas críticas diversas al igual que incertidumbre.

Después de un periodo de vacaciones revitalizantes para el espíritu, que llenan de regocijo y alegría, comenzó enero en medio de este mare magnum de asuntos que se reactivan tanto personales como sociales. Mantener una visión optimista es, para los expertos, el mejor camino a seguir, con la claridad de que no se trata de una forma de ocultar o evadir los problemas sino para encontrar la forma de asumirlos y salir de ellos sin menoscabos.

Haciendo un análisis del tema, la psicóloga Yolima Alarcón, docente investigadora de la Universidad Simón Bolívar, plantea que un nuevo año debe ser mirado como 'una oportunidad para reflexionar sobre lo que hemos hecho en nuestra vida y sobre lo que vamos a hacer'. Y enseguida propone que se haga una revisión de todo lo que se hizo y de los aprendizajes obtenidos; así será posible establecer con qué de lo aprendido es conveniente quedarse y qué tiene que ser desechado. Independiente del balance que se haga, según la recomendación de la académica, es preciso aprovechar esta ocasión para establecer nuevas metas.

Alarcón expone que 'muchos pueden preguntarse cómo se puede ser optimista cuando se vive en un país donde cada día se anuncia la polarización política y un panorama económico desalentador'. Pero ante esto sostiene que 'solo nos queda entender y analizar la realidad desde su aspecto más positivo, esto quiere decir, que el optimismo no dependa de lo externo, sino de la interpretación que cada uno haga de la realidad, el observar en este contexto oportunidades y desafíos para crecer como ser humano, aprender de los errores, y adquirir impulso para continuar en la lucha de nuestros objetivos'.

La psicóloga detalla además que la ciencia ha demostrado que el optimismo es bueno para preservar la salud física y psicológica, debido a que cuando la gente es optimista tiene confianza en el mañana y, por lo tanto, aún frente a las dificultades conserva buen ánimo, tranquilidad, seguridad, certeza y perseverancia.

'Los animo a ser optimistas, a analizar y encontrar lo positivo en cada situación, buscar soluciones en vez de quedarnos en la crítica; meditar muy bien cada decisión y usar lo que podemos llamar ‘red de apoyo’: la familia, los amigos, compañeros de trabajo y personas expertas en lo que queremos hacer. Todo esto tendrá un efecto positivo si aprendemos a tener relaciones recíprocas', añade a manera de sugerencia.

Una mirada al país. Para el sociólogo Raymundo Caviedes, a pesar de la fragmentación que en la campaña para las elecciones de este año, al final, los intereses de las colectividades se nuclearán alrededor de los dos aspectos sobre los que ha girado la discusión de los últimos meses: primero, la justicia especial para la paz, que sigue siendo blanco de cuestionamientos por diferentes aspectos y, segundo, el problema de la corrupción. Sobre este último señala que todos los partidos concuerdan, al menos en palabras, en que hay que tomar medidas al respecto para acabarla o atenuarla. El asunto –advierte el docente investigador–, es ¿cómo hacerlo si todo el sistema tanto de las campañas como de gobierno es propicio a la misma?

En cuanto al primer punto, añade Caviedes, lo más seguro es que continúe la polarización del país sobre todo por la aceptación o no del hecho de que se pueda acceder a puestos en el gobierno sin que se pague cárcel por los delitos de lesa humanidad, entre otros asuntos que incomodan a un sector de la población. Y lo segundo, el problema de la corrupción, que amerita pasar por reformas profundas tanto en lo económico como en lo político, que no todos están dispuestos a aceptar, lo que conllevaría a profundizar toda esta serie de desacuerdos.

'Cómo se ve el panorama no es muy halagüeño, sin embargo el proceso de paz con el ELN y las intenciones del Clan del Golfo de acogerse a la justicia, acompañado de los esfuerzos que muchas organizaciones e instituciones han venido haciendo para cambiar las costumbres y las prácticas de solución de conflictos, así como una cada vez mayor conciencia por la responsabilidad política, mueve a pensar en una también mayor confianza inversionista y por tanto mayor crecimiento económico; pero todos tendremos que poner de nuestra parte y dejar tanta intolerancia para afrontar con optimismo el nuevo año', puntualiza el investigador.

La recomendación de los académicos, desde diferentes orillas, coincide en la forma de mirar los problemas, la manera de buscar soluciones y el aprendizaje que inevitablemente deriva de cada proceso. La visión que cada quien haga de lo particular lo mismo que de lo colectivo tiene repercusiones directas en la salud integral de cada persona.