Que se acabe el agua, se desgasten los zapatos y se corra un poco el maquillaje, pero que no se apague–nunca– el baile y la fantasía que ilumina la amplia Vía 40 con la tradicional Gran Parada de Comparsas. Fue esa magia la que hizo que un joven integrante de las Casas Distritales de Cultura se decidiera a confesar en su hogar la pasión que siente por las danzas, aunque al principio no lo apoyaran. Hizo también que durante los cuatro kilómetros del desfile brillaran más las sonrisas, pintadas de escarcha. Que le ganaran al los percances, al sol y al cansancio.
Para contrarrestarlos, el rey momo infantil, Samuel Martínez, se preparó en la madrugada a punta de sancoho y ñame con queso. Con ese suplemento entonó ‘El Vacile’, canción que invita a brincar y saltar porque 'ya llegó el Carnaval'.