Corazones, juramentos de amor eterno, odas al Junior y hasta mensajes de tinte político no serían negativos si no estuvieran plasmados sobre los monumentos por los que Barranquilla cuenta su historia, triunfos y conmemora a los personajes que dejaron en alto su nombre alrededor del mundo.
Escultura como la de San Nicolás de Tolentino luce en pleno corazón del centro de la ciudad sin brazos, y según residentes del sector como Winston Rivera, los responsables 'son viciosos que en medio de su trance después del consumo de droga, empiezan a regar el interior de las canecas de basura, a hacer sus necesidades fisiológicas en la vía pública, y a subirse al monumento, tratando de desprender sus extremidades'.
Lo anterior, explica por qué al santo patrono de la Iglesia de San Nicolás le faltan la mayoría de sus dedos, y al general Diego Castro, primer gobernador del Atlántico, cuya estatua reposa en el Parque de Los Fundadores, no tenga su mano derecha.
Según Juan José Jaramillo, secretario de Cultura de Barranquilla el arreglo o restauración de un monumento está costándole al Distrito entre 6 y 7 millones de pesos, 'dependiendo del tamaño y de la gravedad del daño'.
Otra de las problemáticas que se evidencian en las obras es el robo sistemático de sus placas conmemorativas, que en ocasiones y por fines estéticos, están hechas en mármol o cobre.