Por Luis Rodríguez Soto
No hubo un final feliz para los hinchas de Junior tras el empate del equipo Tiburón 1-1 ante Boca Juniors, en juego válido por la Copa Libertadores.
Lo que estaba pintado como una fiesta terminó siendo algo más parecido a un velorio y eso se pudo observar en los rostros tristes y decepcionados de los aficionados rojiblancos que aprovecharon cada tienda, estadero o esquina donde había un televisor para verse el partido copero.
Desde el pitazo inicial los hinchas se comieron las uñas. La ansiedad se vivía a mil. La respiración se contenía con cada ataque del equipo xeneize y cuando el rojiblanco atacaba inmediatamente se generaba una vigorosa lluvia de aplausos.
A pesar de la jerarquía e historia del club argentino, el que pegó primero fue Junior a través de un gol de Luis Carlos Ruiz. El tanto llenó de júbilo y dicha a cada aficionado barranquillero que no se contuvo para celebrar con todo la victoria parcial.
El tanto del delantero samario generó una completa locura en los estaderos cercanos al ‘Coloso de la Ciudadela’ y en el ambiente reinaba la dicha y la alegría.
La felicidad se notaba en todos los rostros de los hinchas de Junior y no era para menos, el Tiburón eliminaba al poderoso Boca Juniors. 'Vamos Junior, hay que conseguir el segundo tanto para asegurar', gritaban aficionados en La Troja.
Pero de la gloria se pasó al infierno. Luis Carlos Ruiz, quien se había vestido de héroe, se convirtió en villano al anotar en propia puerta. El empate argentino cayó como un balde de agua fría. De los rostros sonrientes y felices no quedó nada y, en cambio, la tristeza se apoderó de todos los hinchas rojiblancos.