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Como un niño entretenido que visita por primera vez el parque y acompañado por una menor de dos años, se ve Juan Daniel Olivera Polo, de 29 años, en la zona de juegos del Tomás Suri Salcedo, ubicado entre las calles 70 y 72 con carreras 46 y 47, en Barranquilla.

Es el padre de Avi, un hombre de contextura gruesa, quien vigila con recelo cada movimiento que hace la pequeña en el ‘sube y baja’, desde donde es impulsada por su mamá, Karen Rodríguez, y recibida en el suelo por Olivera.

Viven en el barrio Costa Hermosa, de Soledad, donde Juan Daniel sale a diario desde las 7:00 a.m. para trabajar como vendedor de productos de acero hasta las 8:00 p.m. que regresa a su hogar para compartir al menos tres horas con su hija en la elaboración de las tareas y juegos. Y los días que descansa son los que aprovecha para planear salidas con su familia.

Como él, otros 5.135 barranquilleros, entre los 25 y 29 años, se convirtieron en padres primerizos en 2016, cifra que equivale al 21% del total, según el reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) correspondiente al último corte de estudio de hace dos años y que supera los demás rangos de edad.

'Ser un buen padre significa proveer, enseñar, acompañar y brindar seguridad tanto a su esposa como a sus hijos, porque finalmente esa es la tarea del hombre, estar acompañando y mantener segura a la familia', señala Olivera Polo, quien se estrenó como papá teniendo referenciado en su nivel de escolaridad el bachillerato.

Precisamente este nivel de formación académica es el más común entre los padres barranquilleros en 2016, según el reporte del Dane. La entidad indica que el 25.5%, es decir 6.218 hombres, se estrenaron como padres cuando solo habían terminado su bachillerato.

Además, el Dane dio a conocer otros detalles del progenitor local: el 17.5% correspondía a papás solteros, mientras que en términos ocupacionales, el 58.8% trabajaba de manera formal y el 7.6% estaba desempleado.